El Maresme es una comarca llena de rincones que hay que descubrir y disfrutar, especialmente en verano. Con las altas temperaturas subiendo cada vez más en los termómetros, los destinos de costa se convierten en verdaderos oasis para refrescarse y pasar, como se pueda, el fuerte calor. Uno de estos destinos ideales es Arenys de Mar, capital simbólica y judicial del Alto Maresme -una subcomarca sin reconocimiento administrativo. Este municipio del Maresme es conocido, entre otras cosas, por sus playas, pero también es una buena puerta de entrada al parque natural del Montnegre y del macizo del Montseny. Es decir, ofrece mar, pero también montaña.

Arenys de Mar, originalmente conocido como Santa Maria d’Arenys, es un municipio relativamente nuevo en Cataluña, ya que tiene poco más de cuatrocientos años de historia -una historia muy breve en comparación a otras poblaciones del país. Sin embargo, han sido años de muchos cambios en la villa, ya que durante siglos el puerto de Arenys fue el único puerto de la costa norte de la capital catalana. Una importancia histórica que constata la tradición pesquera de la villa. A pesar de que el pueblo no se consagró hasta el año 1599, en los siglos anteriores ya había pequeñas poblaciones habitadas en aquellas tierras. De hecho, a finales del siglo IX ya había un núcleo de población alrededor de la iglesia de Sant Martí, que más tarde se llamaría Sant Martí d’Arenys. Este pequeño núcleo de población se ha acabado convirtiendo en Arenys de Munt. Mientras tanto, el actual Arenys de Mar era un simple barrio pescador del pueblo.

Carrer tranquil de Arenys de Mar en un matí assolellat. / Marta Cardenal
Calle tranquila de Arenys de Mar en una mañana soleada / Marta Cardenal

El encanto de una villa histórica

Desde la web de turismo del municipio destacan especialmente Arenys de Mar como una villa llena de historia. De hecho, una de las actividades más recomendadas es pasear hasta perderse por los callejones del pueblo, ya que las calles, antiguas, aún conservan su espíritu marinero de los orígenes. Entre las calles se pueden ver muchas casitas con las fachadas llenas de colores, algo que se diferencia de otras localidades costeras del país en las que el color blanco es el gran protagonista de la villa. Uno de los puntos indispensables en una visita de fin de semana a este municipio del Maresme es la iglesia de Santa Maria, la primera parroquia de Arenys de Mar después de que se consagrara el antiguo barrio de pescadores como una villa propia. La solicitud de esta iglesia se hizo en el año 1574, y al año siguiente el obispo concedió la licencia. Sin embargo, hasta el año 1781 no se convirtió en una parroquia independiente.

Teniendo en cuenta las épocas en que se construyó esta iglesia, la mayor parte del edificio combina los estilos gótico y renacentista. Por ejemplo, en el interior del recinto se puede ver claramente cómo las nervaduras góticas de las bóvedas de crucería descansan sobre capiteles renacentistas de tipo dórico. A pesar de la convivencia de dos corrientes arquitectónicas diferentes, sin embargo, la iglesia demuestra una armonía estética. Es decir, no hay ningún estilo que se sobreponga al otro. Este es, pues, uno de los puntos indispensables que hay que descubrir en una visita a Arenys de Mar, ya que buena parte de la belleza arquitectónica del edificio se encuentra en el interior.

Vistes a l'església de Santa Maria d'Arenys de Mar. / Marta Cardenal
Vistas a la iglesia de Santa Maria de Arenys de Mar / Marta Cardenal

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