La decana de Consejo de Colegios de Enfermeros y Enfermeras de Cataluña, Glòria Jodar, reconoce “pequeñas mejoras” en el Tercer Acuerdo del ICS que ha provocado una avalancha de jornadas de huelga de enfermeras, técnicos sanitarios y administrativos, pero asegura que “no son suficientes” después de diecisiete años esperando un nuevo convenio. En esta entrevista con El Món, Jodar profundiza en el malestar de las enfermeras por la carencia de reconocimiento y da las claves para mejorar el sistema sanitario, situando la atención primaria en el centro. La decana del Consejo de Colegios de Enfermeras de Cataluña critica “el hospitalcentrismo” en el cual vive instalado el sistema sanitario catalán donde, según ella, aún se percibe mucho el clasismo y la jerarquía entre colectivos que tendrían que trabajar unidos.  

El consejero dijo que el principal problema de las enfermeras actualmente es la falta de reconocimiento y que por eso se están movilizando. ¿Es así?

Tiene bastante fundamento hablar de una carencia de reconocimiento que viene de muchos años atrás. De entrada ya el nombre que nos corresponde, ‘enfermeras’, no es el que nos ponen, ‘profesionales de la enfermería’. Esto ya denota una carencia de reconocimiento. A los periodistas nunca nadie les llama profesionales del periodismo, y a los médicos nadie los denomina profesionales de la medicina. Por lo tanto, sí que hay antecedentes de carencia de reconocimiento, pero no solo eso. En el caso de la atención primaria hay también una carencia de reconocimiento a otros profesionales. También hay desencanto, muchas promesas pendientes de que se arreglarán situaciones laborales, retributivas y de cargas profesionales. Si a esto sumas que la sociedad no reconoce la cura profesional, hay tres elementos que pesan.

Glòria Jodar, decana del Consejo de Colegios de Enfermeras 20.12.2023 / Mireia Comas
Glòria Jodar, durante la entrevista con El Mundo / Mireia Comas

¿El descontento se debe más al reconocimiento o a las condiciones retributivas?

Va muy ligado. Si tienes una titulación que por normativa europea es de grado, había un periodo de diez años para hacer los cambios y han pasado quince sin ningún cambio, es normal que haya desencanto. Repercute en cómo te sientes y económicamente. Es muy difícil desligar una cosa de la otra. En general, las enfermeras se quejan de la carencia de reconocimiento del grado, de las especialidades y de su capacidad de autonomía y responsabilidad. Esto siempre ha ido por delante de la parte económica, como se ha visto en los últimos años. Por ejemplo, se reclama que se haga un horario estricto, que actualmente se alarga porque se tiene que pasar la información al siguiente turno. No hemos priorizado nunca aspectos económicos. 

El cambio de categoría es una reivindicación histórica que ahora Salud pedirá a Madrid, de quien depende. ¿Qué es lo que falla del Tercer Acuerdo, que sí que depende directamente del Departamento de Salud?

El cambio en el A1 sabemos que depende de Madrid, pero se tiene que poner sobre la mesa de la ministra que ya ha pasado el periodo de transición marcado por Europa y no se ha hecho nada. Hace cuatro años que tendría que estar solucionado y este tiempo de espera ya es suficiente. Es verdad que ha habido cambios de gobierno español que lo han retrasado y que hay un volumen muy grande de enfermeras y puede haber un problema económico. Lo que sabemos es que hay un complemento específico de las comunidades autónomas y, por lo tanto, si quieres hacer una homologación, que se supone que es lo que se plantea en el acuerdo, se tiene que aplicar en los complementos específicos. Esto no se ha hecho en este acuerdo. Por otro lado, en el momento que dices que habrá un complemento de homologación como al SISCAT, no puedes aplicar el del grupo 4 de personal para-asistencial titulado en grado superior. Este es el precio que se nos homologa y nosotros no somos este personal, sino personal asistencial que se paga a un precio más alto. Si encima le añades que de la parte variable le sacas 500 euros para subir el sueldo fijo, una parte lo estamos financiando de nuestro propio variable. No es suficiente. 

El reconocimiento de las especialidades es otro tema espinoso del acuerdo. ¿Cree que se ha hecho bien?

El acuerdo ha quedado muy corto, porque ha reconocido las especialidades dentro de la carrera profesional, pero no la especialidad como elemento diferenciador de la plaza. Si tengo una plaza de enfermera especialista me tengo que sentar en una silla de enfermera especialista. Esto va ligado al sueldo y a los complementos, también. Ahora nos lo dan en carrera profesional, pero no lo están reconociendo en especialidad. Para ser especialista tienes que hacer dos años de oposición, un examen y una residencia. En el momento que no dices que el asiento donde me siento y la categoría que lo acompaña es de especialista se está produciendo una carencia de reconocimiento.

¿Hay una cuestión económica que explica que esto se haya hecho mal?

Evidentemente, y también que salen pocas plazas de especialista. Esto depende del Estado. Las oposiciones se hacen y quizás tienes que hacer la residencia en otra comunidad porque no hay plazas en las unidades docentes. Para tener organizado el sistema es más sencillo que todo el mundo sea generalista, te tienes que romper más los cuernos si en cada unidad hay el especialista que corresponde. Un ejemplo muy claro son las unidades de neonatos: lo más lógico es que estén reconocidas las enfermeras de pediatría y haya plazas en referencia al número de enfermeras de pediatría que se necesitan. La especialidad de comadrona está regulada, pero hay que hacerlo también con el resto. Por ejemplo, con las enfermeras de salud mental en un momento como el actual. 

¿Antes de la firma del acuerdo pudieron hablar con la consejería y con los sindicatos para explicarles las medidas que hacían falta para el colectivo?

Con la consejería hemos trabajado el documento de modelo de especialidades de enfermeras de Cataluña y siempre hemos mantenido diálogo con la directora de curas. A los sindicatos les hemos transmitido lo que las enfermeras nos decían constantemente y es que la preocupación era la parte del reconocimiento del A1 y del complemento y del reconocimiento de las especialidades. No solo hablamos sino que participaban en el foro de diálogo entre profesionales. Hubo consenso y acuerdo sobre este tema, pero los sindicatos no lo han recogido. Ya lo vimos en la firma del convenio del SISCAT ahora hace un año y volvimos a hablar en una reunión el 9 de noviembre. Los sindicatos nos dijeron que se producirían mejoras y es verdad que las hay, pero no las suficientes. 

El desgaste se arrastraba de hace tiempo. ¿Era inevitable que todo acabara estallando?

Me gustaría pensar que habría podido ser evitable. El último acuerdo era de 2006 y lo que no se puede hacer en 2023 es ir a mínimos y hacer muy pocas mejoras para una profesión que ha dado mucho. La carga que tiene una enfermera, no solo de tarea por ella misma, sino de responsabilidad hacia la población que tiene, es muy alta y tiene que estar muy retribuido, recompensado y reconocido. No solo con las enfermeras. El problema de este acuerdo ha sido la poca proporcionalidad respecto al que significa el trabajo en equipo multidisciplinario. Nuestra sociedad no necesita solo las manos de una profesión, sino las de muchas. 

¿Cree que la consejería ha priorizado en exceso al colectivo médico?

No ha sido proporcional y ha estado muy enfocado al colectivo médico. Sus reivindicaciones son justas, incluso en comparación con Europa han pedido poco, pero con el presupuesto que había se habría tenido que repartir mejor, sobre todo en los sueldos base. 

¿Esto refleja clasismo dentro del sector sanitario? 

Refleja el hospitalcentrismo muy centrado en la patología y no en la salutogenia. El Departamento de Salud se llama así porque tendríamos que estar centrados en las personas y en la salud, pero hablamos siempre de pacientes y enfermedades. El primer decalaje ya está en los presupuestos para la atención primaria. Los que trabajamos en ella siempre hemos dicho que no llegamos ni al 25% y que esto hace que se centre todo mucho en el hospital, la enfermedad y el paternalismo de que el paciente tiene poca capacidad de decidir. Esto hace que estemos en un modelo jerárquico, paternalista, hospitalcentrista, poco enfocado a la primaria y poco enfocado en la salud. Si sumas estas cosas ves que el acuerdo ha sido medicocentrista porque está enfocado en esta mirada no tan puesta en la comunidad sino en las patologías. 

Esta falta de recursos en la primaria se ve claramente en la falta de manos que hay. ¿La profesión de enfermera corre peligro?

Lo que está en peligro en un país es que la salud no esté centrada en la atención primaria, que es la base donde trabajas desde el nacimiento hasta la muerte de las personas. Si no centras todo el modelo en la atención primaria todo acaba estallando, que es un poco el que ha pasado ahora. Lo que reclamamos en primaria no es más presupuesto para tener más dinero, sino porque muchos de los servicios que tenemos que ofrecer a la sociedad los tendríamos que ofrecer desde la atención primaria. Un ejemplo es la atención domiciliaria. Si cada vez la población está más envejecida y es más frágil y vulnerable, tendríamos que tener unos servicios de atención domiciliaria con enfermeras, TCAE, fisioterapeutas… Tendríamos que estar trabajando mucho más la atención comunitaria, a pesar de que es cierto que se han intentado poner muchos más recursos en el último año. Se han introducido más profesionales, pero no es suficiente porque lo que tenemos en la atención primaria es una población que necesita muchos cuidados. 

Glòria Jodar, decana de Consejo de Colegios de Enfermeros y Enfermeras de Cataluña / Mireia Comas
Glòria Jodar, decana de Consejo de Colegios de Enfermeros y Enfermeras de Cataluña / Mireia Comas

¿Los recursos se han distribuido bien? Algunos sindicatos han denunciado que se hayan destinado más a introducir otros perfiles profesionales en los centros de atención primaria en vez de reforzar los médicos o las enfermeras. 

Los nuevos profesionales pueden aportar mucho, pero no puede ir en detrimento de la necesidad de que ya había de enfermeras. El ICS hizo un estudio antes de la pandemia que ya ponía sobre la mesa que a todos los equipos de atención primaria les faltaban más o menos una o dos enfermeras para atender su ratio. No puedo decir que no sea bienvenido el perfil de fisioterapeuta o de referente de bienestar emocional, claro que hacen falta más profesionales contribuyendo a la salud, pero primero se tendría que haber arreglado la base del que no estaba muy ligado. 

La atención primaria es la primera puerta de entrada al sistema. Entiendo que si se solucionan a la primera puerta ya no llegan a los hospitales y esto los destensa. 

Exacto, hay menos presión en los hospitales y en los servicios de urgencias y, por ejemplo, podrán dar altas antes porque las personas serán atendidas a domicilio por la primaria. Pero ahora mismo una enfermera empieza el día pasando visita, haciendo domicilios, haciendo extracciones, yendo a escuelas, haciendo salud comunitaria y, aun así, acaba el día pensando que le han quedado muchas cosas para hacer. También hay una carencia de médicos de familia y de pediatras, pero la enfermera es la que te asegura el cuidado en la población de forma profesionalizada. Dentro del equipo, la enfermera es la figura central que acaba repartiendo el juego. 

Además de reforzar la atención primaria, ¿cuáles son los otros cambios estructurales que necesita la profesión para revertir este mal rumbo?

Uno de los principales es dar la oportunidad a las personas de tomar decisiones consecuentes tanto en la planificación de servicios como en el que se refiere a la misma salud. Tenemos una sociedad que infantilizamos mucho y les tenemos que dar la oportunidad de decidir sobre lo que tiene que ver con su salud. Los padres tienen que tomar decisiones respecto a sus hijos y los adultos, cuando enferman, tienen que poder debatir y entender que no recibirá solo servicios sino que se tendrá que implicar. 

La vida se institucionaliza cada vez más, se pide a las instituciones que tomen decisiones por nosotros. ¿Esto es especialmente acusado en el sector de la salud?

En un centro de salud, te sientas con la persona que estás atendiendo y tienes que explicarle las consecuencias que puede tener tomar un medicamento y recomendarle soluciones a su problema. Se intentan tomar decisiones conjuntamente con el paciente, pero la persona lo que pide es una solución nuestra, ir a la cosa fácil. Las enfermeras nos dedicamos a intentar hacer entender a la persona que el autocuidado y la autorresponsabilidad es la parte más importante para su salud. Tenemos la población sobrecargada de fármacos para dormir y de antibióticos por esta falta de concienciación. El trabajo de concienciación no es fácil: no es entrar a la visita y prescribir un medicamento y basta. Se tiene que tener tiempo para habla de la situación y ver el entorno de la persona y como lo influye. 

¿Este exceso de fármacos se debe a la falta de tiempo que no permite a los profesionales pararse antes de recetar para mirar de forma completa la persona?

Es un pez que se muerde la cola y se actúa de manera reactiva. Si quieres paliar la sintomatología, obviamente hay muchos medicamentos que te ayudan, pero en primaria hace falta este tiempo de reflexión con la persona a la cual atienes para hacerle saber que no siempre es posible.

¿Las enfermeras tendrían que tener poder prescriptivo para descargar el sistema sanitario?

Se confunde la prescripción con recetar. Prescripción es hacer un plan terapéutico con un juicio clínico y no tiene que ver solo con los medicamentos o productos. Puede ser prescripción de una técnica, de una prueba o de unos ejercicios. Esto siempre lo hemos hecho. Otra cosa es que cuando es un medicamento, para que entre por la seguridad social y lo abone el Estado sea necesaria la firma de un médico. Si tú lo puedes pagar, una enfermera puede recetarte todo el que quieras, pero si quieres el ‘descuento’ de la seguridad social hace falta, a efectos legales, la firma de un médico. Esto es una burocracia absurda, porque al final acaba con una visita al médico para una cosa que la enfermera hace cada día y que puede resolver. Faltan más pasos en la prescripción enfermera. 

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