Archivo de unas diligencias judiciales contra siete mossos de escuadra de la Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) de la Cataluña Central, denunciados por un delito de torturas y de lesiones y un posible delito sexual. Un caso investigado en Vic a raíz de las protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél que acabó con detenidos. Una de las arrestadas denunció los agentes y los ha acusado de cogerla por el cuello de la chaqueta, propinarle patadas, golpearla dentro de la furgoneta y que «en un momento dado notó un objeto cilíndrico de tacto suave que identifica con el pene de uno de los agentes».
El titular del juzgado de instrucción número 6 de Vic considera que ni la versión expuesta por la víctima, ni la prueba documental ni los testigos acreditan la perpetración de los delitos denunciados. De hecho, la interlocutoria de archivo, a la cual ha tenido acceso El Món y comunicada el pasado 13 de abril, asegura que hay ausencia de datos objetivos que avalen la versión de la denunciante en los términos expresados. Cinco de los agentes estaban defendidos por Xavier Todó, de SAP-Fepol.
Un pene en la mano
Según dice la resolución, la denunciante explica, tanto en su declaración como en la querella, que fue detenida en la calle de Gurb, en el centro de la capital de Osona, el 16 de febrero de 2021, después de la manifestación en protesta por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. Atendida la denuncia, «la cogieron por el cuello de la chaqueta y del cinturón de los pantalones y la echaron en tierra donde le clavaron golpes de pie a la cara y en otras partes del cuerpo». También añadía que uno de los agentes dijo «la pegamos o qué?», y la picaron con porra a las lumbares.
Posteriormente, la denunciante aseguró que una vez detenida e introducida al vehículo policial, una furgoneta, fue golpeada por los agentes, y manifestó que «en un momento dado notó sobre sus manos un objeto cilíndrico de tacto suave que identifica como el pene de uno de los agentes». Además, denuncia que fue todo el trayecto hasta la comisaría de rodillas y esposada. Un golpe a comisaría pidió asistencia médica y no se pudo encontrar de manera reservada con su abogado. Incluso, detalla que la acompañó un agente al lavabo a cambiar la copa menstrual y uno de los agentes le chilló diciéndole: «Limpia todo esto que da asco!».
El juzgado considera que no hay bastante indicios del delito
La interlocutoria del juez considera que la versión de la presunta víctima no parece bastante acreditada. Así mismo, el instructor asegura que tampoco se puede certificar por las imágenes aportadas que los agentes tuvieran este comportamiento. Ni tampoco de la testigo que se aportó a la causa. Del mismo modo, el juez constata que los informes médicos solo informan del dolor a las muñecas producidas por las manillas, y nada sobro las lesiones denunciadas a la querella.
En el mismo sentido, relata la declaración de los mossos investigados, que negaron los hechos. «Declararon de manera coherente y verosímil», resalta para indicar que la chica sentó a la trona»», la silla para detenidos, y que no podía ir de rodillas, porque, entre otros muchos motivos, no hay bastante espacio. En el mismo contexto, el juez entiende que el recorrido hasta comisaría fue muy corto, hecho en silencio y a oscuras.
En cuanto al asunto del pene, el juez aclara que hay que dar valor aquello que declararon los agentes. «Como policía del ARRO, van equipados con una serie de protecciones y una rana, y es imposible sacar el pene si previamente no se sacan las protecciones, y pueden tardar varios minutos en hacerlo», arguye. «Este hecho, unido a la corta distancia existente entre el lugar de la detención y la comisaría, permite dar más verosimilitud, a aquello declarado por los investigados», concluye el juez, que ha archivado la causa. La resolución no es firme y todavía se puede recorrer en reforma o apelación.
