La escasez de lluvias que ha vivido Cataluña durante el último año ha desencadenado un fuerte periodo de sequía que complica mucho la vida del campesinado. Sin ir más lejos, desde la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) calculan que la falta de lluvias hará caer un 70% la cosecha de cereal en uno de los peores veranos que recuerdan. La presidenta del sindicato agrario, Rosa Pruna, explica que a comarcas como el Vallès Oriental y Occidental, la Anoia, el Alto y el Baix Penedès, la Segarra o la Conca de Barberà “no se puede hablar ni de cosecha” porque en algunos casos las máquinas ni han salido a trabajar. Esto es porque, ante la enorme falta de agua que asedia el territorio catalán, muchas de las miradas restrictivas se centran en el campesinado, puesto que el 80% del gasto de agua está destinada a la agricultura. Un volumen de agua que, a pesar de ser muy elevado, no se acaba de aprovechar y optimizar del todo. De hecho, en este sentido, según el Banco Mundial, hoy en día se malgasta cerca de la mitad del agua que se utiliza en el riego de cultivos a causa de sistemas ineficientes.

Ahora bien, entendiendo que hay que tomar medidas para reducir el consumo de agua de la agricultura sin afectar a la producción y, de este modo, estrecharse un poco el cinturón para combatir la sequía, dos investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) han planteado una solución al respeto. El estudiante del grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE) María Martínez, y el estudiante del grado de Ingeniería Informática Fernando Carrasco han ideado un sensor para facilitar el control de los cultivos e implementar el «riego hipereficiente» en la agricultura con el objetivo de ahorrar costes y recursos. Una solución tecnológica que puerta por nombre Agrodit.

Una recolectora de cereal vista desde el helicóptero de los Agentes Rurales / ACN

¿Pero, en que consiste exactamente este sensor? Según explica Martínez en declaraciones en El Món, esta solución tecnológica se encarga de “mesurar la humedad de diferentes puntos de la tierra” para obtener unos datos más precisos que permiten optimizar la cantidad de agua que se usa para el cultivo: “El uso de sensores de humedad y temperatura del suelo en la agricultura mejora el riego porque proporciona información precisa sobre las condiciones hídricas de los cultivos”, explica Martínez.

A pesar de tratarse de un producto que de por sí ya existía, la creadora de este proyecto asegura que la diferencia con sus competidores se encuentra en la precisión de los datos. «Nuestros sensores permiten los agricultores mesurar la humedad del suelo en tiempo real y evitar el riego excesivo”, asegura, añadiendo que “ayudan a identificar áreas con sequedad excesiva para aplicar riego adicional de manera precisa y evitar el desgaste del suelo y que este rompa la estructura”.

Teniendo en cuenta la situación actual, los dos creadores del proyecto se muestran convencidos que con su sensor se puede reducir hasta el 50% el consumo de agua de riego, una cifra que implicaría una mejora significativa del consumo actual. Se trata de una solución tecnológica que también se adapta ante las necesidades de cada cultivo, es decir, que se podría implementar tanto por tomates como por manzanas, a pesar de que son dos alimentos con unas necesidades diferentes. En referencia a los tomates, según explica Martínez, “llevan a cabo mediciones múltiples a lo largo de la instalación y conectamos el sistema de riego para automatizarlo”.

Una buena proyección de crecimiento

En términos empresariales, según relata Martínez en El Món ya cuentan con una quincena de clientes y confían a continuar creciendo como startup de cara en el mes de septiembre llevando su producto más allá de la agricultura para llegar a los campos de golf, otra de las principales instalaciones de Cataluña que requieren riego. Los creadores que empezaron este pequeño proyecto gracias a sus “raíces agricultoras” fusionadas con la larga experiencia trabajando en el acelerador de partículas de Lund, en Suecia, y ya han conseguido recibir el premio del último programa de emprendimiento de la UOC. A pesar de que el proyecto sigue en fase inicial y los dos investigadores continúan trabajando a mejorarlo cada día, confían a poder salir de pleno al mercado de cara a principios del año próximo.

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