Los Países Catalanes han experimentado el impacto de una DANA que ha desbordado todas las previsiones. El grueso de las consecuencias se lo llevó el País Valenciano, que ha visto cómo las intensas lluvias y las riadas combinadas con una nefasta gestión política han supuesto que más de 200 personas hayan perdido la vida y que las pérdidas materiales sean, de momento, incalculables. El desbordamiento de la Rambla de Poio causó graves inundaciones en el territorio valenciano, pero los efectos de la DANA también se dejaron notar en Cataluña, especialmente en las Tierras del Ebro, el Campo de Tarragona o el Garraf.
Francesc Muñoz, director del Observatorio de la Urbanización de la UAB, señala que el riesgo de inundación está ligado a un hecho históricamente lógico porque en el nacimiento de las ciudades, cuando se pasó de una sociedad de cazadores-recolectores a otra agraria y ganadera, «se buscó estar cerca del agua». De hecho, en todo el mundo se produce este fenómeno. Muñoz apunta que «de las 29 ciudades más grandes, 17 están muy cerca de una masa de agua». En Cataluña, Muñoz destaca el proceso de litoralización, por el cual «el crecimiento urbano y poblacional se concentra en las costas y no en el centro». «Por eso tenemos las infraestructuras en la costa, porque tenemos las ciudades en la costa».
Las DANA, sin embargo, no son un fenómeno aislado. Como explica la doctora Maria Carme Llasat, del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Barcelona, «la formación de DANA no es extraña», pero en esta última ha sido «excepcional es la intensidad, la duración y la cantidad de precipitación». Llasat también advierte que «no todas las inundaciones las produce una DANA».
Para entender las zonas inundables que tanto preocupan ahora al Gobierno, es necesario entender el concepto probabilístico de «período de retorno», que significa «la frecuencia con la que se produce un fenómeno de una determinada magnitud e intensidad», según la descripción de la Universidad de Barcelona. El mapa interactivo de Protección Civil de Cataluña muestra qué zonas del territorio catalán están en peligro de inundación en período de retorno a diez años (probabilidad alta), a cien años (probabilidad media u ocasional) o a 500 años (probabilidad baja o excepcional). Los fenómenos más graves tienen un período de retorno de 500 años, lo que no significa que solo se produzca uno cada 500 años y, por tanto, ahora podamos pensar que está muy lejos que haya otro, sino que estadísticamente se trabaja con un período amplio y que son fenómenos, en principio, excepcionales.
Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona, las cuatro capitales que viven con un río cerca
En el caso de que un fenómeno meteorológico extraordinario de los que le corresponde un período de retorno de 500 años, en Cataluña el área metropolitana de Barcelona sería uno de los lugares más castigados por la confluencia de desembocadura de ríos. El río Besòs, que pasa (en el último tramo) por Mollet del Vallès, Montcada i Reixac, Santa Coloma de Gramenet, Sant Adrià de Besòs y la capital de Cataluña muestra cómo estos cinco municipios presentan una afectación fuerte por una potencial inundación grave con un período de retorno de 500 años. En Barcelona el barrio del Bon Pastor sucumbiría bajo el agua y gran parte de la Verneda y la Pau también quedaría afectada. En Santa Coloma, el agua golpearía con fuerza la población inundando el parque de Can Zam y una parte de una arteria vial tan importante como es el nudo de la Trinidad. En Sant Adrià de Besòs quien recibiría duramente sería la ciudad deportiva del Espanyol y gran parte del barrio de la Mina, afectaciones a las que también se sumarían poblaciones como Montcada i Reixac o Mollet del Vallès y polígonos industriales importantes como podría ser el de Martorelles.
Al otro lado (el del río Llobregat), ciudades como Sant Boi de Llobregat, el Prat de Llobregat, l’Hospitalet de Llobregat, Sant Joan Despí o Sant Vicenç dels Horts se verían afectadas de forma grave, y zonas industriales como Martorell, Pallejà, la Zona Franca de Barcelona o Molins de Rei también sufrirían los efectos de las inundaciones.

Otra de las capitales que se vería afectada sería Girona, donde el Onyar pasa por el núcleo urbano y causaría desperfectos en caso de inundación. Los efectos más graves los provocaría el Ter, que llenaría de agua la zona de Sant Ponç, la Devesa o Mercadal, afectando infraestructuras clave como es el Hospital Universitario Josep Trueta. En tierras gerundenses, sin embargo, el gran impacto se produciría casi en las desembocaduras del Ter y el Fluvià, ríos que someterían a su fuerza municipios como Torroella de Montgrí, Verges, Bellcaire d’Empordà, L’Escala, Roses, Sant Pere Pescador o Castelló d’Empúries.
Por su parte, en el litoral, quien pediría paso sería el río Tordera que inundaría poblaciones como Palafolls y sobre todo Blanes y Malgrat de Mar.

El Segre, río que pasa por Lleida también podría comportar graves problemas a la capital de la Tierra Firme que tiene una gran superficie del núcleo urbano inundable como puede ser el paso del río Segre por Lleida provoca que una gran superficie de su núcleo urbano sea inundable como puede ser el parque municipal de los Campos Elíseos, la zona de Cap Pont o los entornos de la rambla de Ferran. Además, también afectaría municipios como Balaguer, Montoliu de Lleida, Soses o Torres de Segre.

Al sur de Cataluña el impacto grande lo recibirán las Tierras del Ebro, sobre todo el delta. El agua acabaría cubriendo casi la totalidad de Amposta y Tortosa, l’Aldea, Camarles, Deltebre, Sant Jaume d’Enveja. En Tarragona el panorama sería menos desolador afectando barrios de la capital tarraconense como Torreforta; además de poblaciones como la Canonja, Salou, Cambrils o Vilafortuny.

705.000 personas en riesgo
Las inundaciones son el principal riesgo natural en Cataluña con riadas intensas en el Vallès o las imágenes del temporal Gloria. En Cataluña el 4% del territorio se encuentra en una zona inundable fluvial en la que vive el 9% de la población. Las afectaciones con un período de retorno de 500 años pondrían en riesgo a 705.000 personas y de estas 110.000 estarían en zonas de muy alto riesgo de inundación; es decir, con un período de retorno de 10 años. Por otro lado, 15% de las zonas urbanizadas de Cataluña en las cuencas internas viven con riesgo de inundación fluvial o marítima.




