Psicoanálisis, exégesis bíblica y egiptología. Esta es la mezcla necesaria para entender un mundo lleno de cripticismo desconcertante que los feligreses católicos repiten como una salmodia en la liturgia. Tras la lectura de los evangelios, el oficiante trata de aclarar los pasajes en la homilía, que significa fuente en griego. Pero poco se logra si el encargado de desvelarlos tampoco entiende mucho.
Llogari Pujol se hizo sacerdote con la idea, precisamente, de entender el mundo y la figura de Jesús. Con esa intención fue al seminario de Vic, pero salió de allí tan ignorante como había entrado. Finalmente, fue estudiante en la Universidad de Estrasburgo, donde tuvo la revelación. Una revelación terrenal. Siguiendo el surco bíblico a través del psicoanálisis, la exégesis y la egiptología. Los textos demóticos lo llevaron a los dioses de los faraones y allí pudo ver que los relatos del Nuevo Testamento –la Biblia cristiana– eran un plagio de grandes libros y cuentos populares egipcios. La conclusión fue tan clara como amarga para algunos: «Jesús no existió, fue un mito creado con intereses muy precisos». La inspiración bíblica, entonces, no fue divina, sino humana. De pan mojado en tinta.
«Dios había abandonado a los judíos en manos de los romanos y algunos sacerdotes, partidarios del nuevo orden de ocupación, decidieron que hacía falta un mesías para enderezar la situación», concluye, expeditivo, el estudioso tras cincuenta años de hurgar en documentos.
Llogari Pujol dejó el ministerio de Dios y ha recorrido durante estas cinco décadas el camino de la investigación, para llegar hasta el último rincón del misterio. Ha trabajado solo y junto a su esposa, Claude-Brigitte Carnenac, estudiosa como él también. Habla catalán, francés, alemán, inglés y español, y sabe latín, griego clásico y demótico, la tercera escritura egipcia, después del jeroglífico y el hierático, y antes del copto. No ha parado de escribir y publicar investigaciones y desentrañar: Jesús, 3000 años antes de Cristo –con Claude-Brigitte–, Érase una vez… Jesús, el egipcio, Contra Flac, Cuentos egipcios para la eternidad…
Llogari no tiene una altura excesiva y despliega unos ojos pequeños que se abren como naranjas al hacer referencia a un descubrimiento que le ha cautivado. Da vueltas cuando se explica, a menudo perdido en la selva de todo lo que sabe, pero de repente recupera el camino para recalcar, contundente, una conclusión que lo hace más sabio, feliz.
¿Usted cree en Dios?
Es un personaje que me parece que no debería entrar en la vida de nadie, salvo los pocos minutos que sean necesarios para reflexionar sobre esta palabra. Creo que no deberíamos utilizarla, porque, si existe, solo debería interesarnos su obra. Yo creo en su obra, entre comillas. Debemos cuidarla y seguir adelante. El resto no hace falta. El nombre de Dios… Hay tantos… El pensamiento humano puede crear a raudales. No. No me interesa este problema.
Para los cristianos Dios tiene un hijo, que es Jesús.
Sí. Muy bien. [Sonríe]. Y Osiris también tenía un hijo llamado Horus. La mentalidad humana lo que hace es llenar vacíos. Y tenemos tantos… Hay una facultad humana que es la imaginación, y no tiene límites. Podemos hacer, crear, escribir y multiplicarlo todo tanto como queramos.
Pero usted comenzó a estudiar a fondo la exégesis bíblica –la interpretación de la Biblia–. ¿De dónde le vino esa curiosidad tan marcada?
Mi camino es bastante largo. Estudié el bachillerato con los Escolapios. Después fui al seminario de Vic, donde estuve siete años. Con ese interés, en efecto: profundizar sobre la Biblia. Y allí tuve la gran decepción de no aprender nada. Salí como había entrado. La única cosa que me gustó, que me abrió un poco los ojos, fue que un profesor dijo algo que en la época no habíamos oído nunca: «La historia de Adán y Eva es un mito». Este rompimiento para mí fue muy importante, porque pensé: «¡Caramba! Si Adán y Eva, que yo pensaba que eran reales y ahora resulta que no lo son, son un mito, aquí hay un gran camino para pensar y reflexionar».
Siete años para aprovechar solo una frase… ¡Años malgastados!
Pues, sí. Es que el Nuevo Testamento se hacía prácticamente el último año. Los seminaristas de aquel momento ya habían sido ordenados sacerdotes en Navidad. Muchos de ellos ya se habían ido a las parroquias a hacer prácticas. A mí me retuvieron un poco más y me hicieron esperar hasta Pascua. De esta manera, aún aproveché un poco más las pocas explicaciones del Nuevo Testamento que nos daban. Pero nada. Entonces tuve la idea de ir a una gran universidad para iniciarme de verdad en los estudios bíblicos. Y así fui a parar a Estrasburgo.

¿Qué quería entender exactamente de la Biblia?
Yo quería conocer la figura de Jesús. Su historia, su personalidad. Y entender todo lo que nos decía el Nuevo Testamento. Y no paré hasta conseguirlo. Durante un año justo fui vicario de Pont de Vilomara, cerca de Manresa. Fui los dos meses de verano a Vacarisses. Y luego durante tres años más fui vicario en Sant Vicenç de Castellet. Y entonces se me dio la oportunidad de poder ir a estudiar a Estrasburgo.
En Pont de Vilomara un muy amigo mío trabajaba para los transportes internacionales Mateu y Mateu. Él estaba en la frontera entre Francia y Alemania en un pueblo al lado del Rin. Allí hacían el control de los camiones que la cruzaban y, cuando lo enviaron a otro lugar, me dijo que lo hiciera yo, ese control. Lo hice. Así me pagué la carrera. Ayudando a los camioneros de Mateu y Mateu cuando pasaban la frontera. De esta manera, en diez minutos por la mañana cada día podía estar en la facultad de Psicología, de Psicoanalítica o, más tarde, en la de Exégesis Bíblica y en la de Egiptología. Tuve la suerte de que allí en Estrasburgo en el mismo edificio de la universidad había estos tres ámbitos: psicología, exégesis bíblica y egiptología. Podías pasar de un lugar a otro y tenías la posibilidad de encontrar al profesor que buscabas.
Y usted hace una mezcla de todo eso…
Empecé en este ámbito de la psicología y el psicoanálisis, y el profesor nos explicó, siguiendo las teorías de Freud, que el camino real para ir al inconsciente son los sueños. Yo tenía allí la formación al alcance y había leído que en el Antiguo Testamento había un faraón que había explicado a José su sueño de las vacas gordas y las vacas flacas, pero había otro, de José, que a mí me interesaba más: el del Nuevo Testamento. También en sueños se le dijo que tendría un hijo. En el caso de la Virgen María, no se trató exactamente de un sueño, pero, siguiendo el mismo modelo, se le dijo también que tendría un hijo, etcétera. Relacioné todo eso con la teoría de los sueños y el inconsciente y encontré una antología de sueños en la antigüedad. Allí había la descripción de sueños desde el Oriente Medio hasta Japón. En pocas líneas, muchísimos casos. Pasando páginas, había una explicación que decía que la divinidad se había aparecido a una mujer llamada Mahitusquet y que le dijo: «Tendrás un hijo que se llamará Si-Osiris». Y a su marido, que se llamaba Setme, también le dijo que este hijo sería extraordinario». Allí explicaba el caso en pocas líneas y aclaraba que se trataba de un cuento egipcio. Lo busqué y lo encontré completo en la biblioteca. Leyéndolo fui de sorpresa en sorpresa. Decía que este niño, Si-Osiris, cuando tenía doce años se peleó con los sacerdotes egipcios. Ese episodio era calcado al del Nuevo Testamento según el cual Jesús a los doce años también discutía con los rabinos en el templo.
Aquello fue, pues, una revelación.
Exacto. Pensé que allí había algo especial. Este cuento egipcio estaba explicado en escritura demótica, que es el último cambio que hay después del jeroglífico y el hierático. Aparece en el año 600 antes de Cristo y durante mil años se utiliza. Y ya me tienes a mí iniciándome en egiptología y en demótica.
Todo esto para entender qué había pasado en el Nuevo Testamento.
¡Exacto! Quería saber qué pasaba allí. Al descubrir que este trozo importante del Nuevo Testamento, que es el anuncio del nacimiento de Jesús, tiene un antecedente tan claro en las fuentes egipcias, comienzo a preparar mi tesis: las fuentes egipcias del Nuevo Testamento. Me licencié, pasé el Diploma de Estudios Superiores y continué. Una vez ya tenía la tesis lista el texto llegó al despacho del decano de la Facultad de Teología Católica de Estrasburgo. Cuando este señor la leyó me llamó. En dos minutos me llegó la muerte súbita. Me dijo que no podían admitir esa tesis, que de ninguna manera se podía presentar, que quedaba fulminantemente expulsado. Y así fue. Una muerte súbita.
La verdad cristiana se entiende como una revelación divina y usted les vino a decir que no, que nada, que no había revelación, que todo era un plagio de fuentes egipcias…
Eso es así. Ahora los exegetas, católicos o no católicos, se refieren siempre a dos fuentes: la tradición –ligada a la revelación divina– y la relectura, la reinterpretación, de otros textos. Este último caso afecta, por ejemplo, al apóstol Pablo. Yo creía, como decía el Nuevo Testamento, que Pablo era de Tarso, pero que va a Jerusalén y allí lo recibe un gran rabino Gamaliel, que lo formó… Y entonces resulta que los que creen que Jesús existió históricamente dicen: «No. Es imposible. Viéndolo bien, eso es una invención. El Nuevo Testamento dice que Pablo tuvo toda esta gran formación, pero eso no cuadra». Entonces despliegan una serie de argumentos que a mí me dejaron desmontado. Los que creen que Jesús existió te desmontan el sistema porque comienzan a encontrar partes del Nuevo Testamento que no son ciertas. Si yo había pensado hace muchos años que eso de Adán y Eva era un mito, ahora me encontraba con otro.
Hombre, la diferencia era que Adán y Eva forman parte del Antiguo Testamento y Pablo pertenece al segundo, donde la revelación es dogma…
Los cristianos piensan que eso del Antiguo Testamento es cosa de los judíos. Hay una ruptura entre el Antiguo y el Nuevo, y los especialistas en el primer caso no van con pies de plomo. Van más tranquilos. Si les dicen que Moisés no ha existido, no pasa nada.
Pero decir que San Pablo no existió toca más el tema sensible.
Sí y aquí ya entramos en mi formación. Después del caso de Pablo fui de sorpresa en sorpresa. Al estudiar en profundidad la egiptología… Ahora ya tengo 85 años y hace muchos que me he dedicado a combinar los estudios bíblicos con la egiptología.
Para descubrir la huella egipcia en los mitos cristianos.
Exacto. Las fuentes egipcias del Nuevo Testamento. Yo era sacerdote y me lo creía todo. Jesús estaba en Galilea y los que escribieron los testamentos eran judíos de Palestina. Cuando empecé a estudiar la cuestión a fondo y llegué al momento en que los Evangelios entran en Egipto, entendí que, para tener éxito, desde el punto de vista del marketing era necesario añadir al primero, el de Marcos, unos nacimientos misteriosos, unos milagros… Elementos egipcios.
Eso ya es Mateo. Pero Marcos ya habla mucho de milagros.
Sí. Evidentemente. Pero era necesario arreglarlo más. La cosa era mucho más importante de lo que yo pensaba. Al principio creía que se había tratado de una edulcoración, pero después fui viendo que la totalidad del Nuevo Testamento, desde el principio hasta el final, todo, es egipcio. Mi tesis es esta. El noventa y pico por ciento del Nuevo Testamento –excepto algunos elementos de procedencia griega, etcétera– detrás tiene siempre un texto egipcio. Esto implica un cambio de mentalidad. Cuando iba descubriendo todo esto me planteé: «¿Cómo es posible que estos textos hayan sido escritos en el tiempo en que se les quiere situar históricamente?». ¿Cómo se pretende, por ejemplo, que San Pablo haya escrito sus epístolas en el año 40? Así, fui viendo que esta figura, la de San Pablo, es una constructio litteraria formada, sobre todo, por tres grandes textos, El Libro del Náufrago, la Autobiografía de Herekhuf, sus viajes, o La sabiduría egipcia…
¡Ah! Y después, aún otra cosa muy importante. San Pablo es una construcción del libro Contra Flac de Filón de Alejandría. Esta obra me impresionó mucho. Flaccus era un gobernador que Roma había enviado a Egipto y que atacó mucho a los judíos que vivían allí. Los persiguió, los torturó, los crucificó… Rápidamente vi que Pablo –que se llamaba originariamente Saulo– contaba estas mismas persecuciones y muertes. Los viajes que hacía Flac coinciden con los de Pablo. Una parte del personaje de Pablo está sacada de Contra Flac, de Filón de Alejandría. La cosa es aún más complicada, porque cuando Filón escribe este libro el leitmotiv de la transposición psicológica de Flac es sacado de El libro del Náufrago. Todo esto, pues, viene de este gran libro, que yo creo que es fundamental, porque servirá para muchos otros autores.
El náufrago, como Pablo camino de Damasco, también cae del caballo. Dios se aparece a Pablo y le pide que cambie totalmente de pensamiento, de actitud. Es exactamente lo que le pasa al náufrago. En la isla donde naufraga como único superviviente se encuentra una serpiente, que es el dios Amón-Ra, la cual le pide que cambie de mentalidad. La serpiente le dice que él conoce los elementos de la naturaleza, pero que no sabe qué significa el interior de la persona, y que deberá estar en la isla hasta que no haga una metanoia, una transformación total, «hasta que no seas dueño de ti mismo». Esta expresión –»dueño de ti mismo»– después la encontraremos en las epístolas de Pablo. Incluso la encontraremos en aquel pasaje fantástico en el que uno de los gobernadores de Roma, Félix, lo visita varias veces. A la tercera o la cuarta le dice: «Mira, si no eres dueño de ti mismo, no vale la pena».

Permítame hacer un inciso, porque al principio ha hablado de cuando el Nuevo Testamento llega a Egipto y alguien considera que era necesario añadir otros elementos… Marcos, Mateo, Lucas y Juan. ¿Por qué cuatro evangelistas? Por no hablar de los apócrifos…
Los apócrifos para mí no tienen ninguna importancia. Tuve la suerte de tener un gran profesor que nos habló de Charles Talberg. Todo el Nuevo Testamento está escrito con simetrías internas. Cuando estás al lado de un río y ves reflejados los árboles o los edificios los ves al revés. Esto es una simetría interna. Talberg nos explica cómo todo el nuevo testamento está hecho con estas simetrías internas…
No me contesta por qué cuatro evangelistas.
¿Por qué cuatro? Los números –tres, cuatro o siete– son referencias. Hay cuatro puntos cardinales…
Pero son cuatro versiones diferentes. Y cada una añade más elementos nuevos a la anterior…
Evidentemente. Aquí la numerología puede tener un valor. Esto era muy importante en la antigüedad, sí. Pero, aunque aparentemente digan cosas diferentes, todos cuatro cuentan exactamente lo mismo. En eso yo iba un poco perdido. No sabía los evangelistas qué modelo o qué línea de pensamiento podían seguir. Ahora, después de haber trabajado en ello durante dos o tres años, puedo afirmar que detrás siempre tienen El libro de los muertos egipcio. Imaginemos que hay una orquesta, que son los cuatro evangelistas, con cuatro músicos que tienen una única partitura. Esta partitura es El libro de los muertos, que es el libro de la salida a la luz. Todos cuatro toman partes. El Evangelio de Marcos comienza exactamente como El libro de los muertos y termina con el Apocalipsis. Es increíble. El libro de los muertos habla de la segunda muerte y el Apocalipsis, también. La partitura es esta.
¿Quiénes podrían ser esos evangelistas?
Estamos en el siglo I, después de la destrucción del templo de Jerusalén. Filón de Alejandría se había pasado a los romanos. Los romanos comienzan en el año 65 a luchar contra los judíos de Palestina. Hubo una guerra terrible. En el año 70 el mes de septiembre los romanos lograron atravesar las murallas de Jerusalén. Vespasiano y Tito no lo habían logrado. Tuvieron que pedir ayuda a un par de legiones de ¿quién? De Tiberius Julius Alexander, sobrino de Filón de Alejandría. Esta familia se había pasado a los romanos. Tiberius es un renegado. Hizo muchos méritos y fue el único general judío romano.
¿Todo esto a dónde nos lleva? A decir que los Evangelios son un libro de propaganda a favor de Roma?
¡Por supuesto! De una manera muy bien hecha. Vas uniendo elementos y llegas a donde llegas. Antes de conquistar Jerusalén los romanos habían tenido que luchar contra el famosísimo sabio Flavio Josefo. Cuando las legiones atacaron Palestina comenzaron por Galilea. Flavio terminó pasándose a los romanos y dijo a los judíos esta famosísima frase, que repetía cada día paseándose por la muralla de Jerusalén: «Ciudadanos de Jerusalén, debéis saber que Yahvé ya no está aquí. Yahvé está en Roma». Dios está en Roma. Esto es impresionante. Significa que todo había cambiado.

¿Y qué papel tiene en esto el Nuevo Testamento? ¿Es un libro de propaganda, de agitación al servicio de los romanos?
Sí. ¿Por qué? El primer documento cristiano y único es un trocito del Evangelio de San Juan del año 125. Del primer año al ciento veinte no hay nada de nada de nada. No se ha encontrado nada. ¿Sabe qué significa eso? Han querido decir que la primera carta de Pablo es del año 40. Esto es una invención para acomodar la falsa historia de Jesús. Si consideramos que el Nuevo Testamento fue escrito de una manera muy técnica, eso no lo pudieron haber escrito ni los apóstoles, ni unos pescadores… Eso lo hizo gente muy importante. Un montón de indicios nos lo aclaran. El Evangelio de Lucas nos dice que José y María llegan a Belén, que allí tocan en las posadas y las encuentran todas llenas…
Y encontraron un corral, un pesebre…
No encontraron un pesebre. Encontraron un estacionamiento. ¡Aquel lugar que encontraron en griego se llama katalyma. Katalyma significa atar y desatar.
Donde ataban los caballos…
¡Exacto! es eso que hemos visto mil veces en las películas del Lejano Oeste. Antes de llegar al salón atas el caballo a un poste cruzado. No es nada del otro mundo. Es un estacionamiento de caballos. Allí aparece este katalyma y luego por simetrías internas busqué si en el Evangelio había alguna otra, de estas katalymas. Y efectivamente, si al principio Jesús debería haber nacido en un katalyma, resulta que al final celebra la eucaristía, la santa cena, en otro katalyma, que tradujeron como cenáculo del griego. Un momento, un momento! Pongamos las cosas en su lugar. Jesús nace en un katalyma y celebra la eucaristía en un katalyma. Leyendo el griego, Jesús señala a sus apóstoles un lugar para celebrar la eucaristía y les pide que digan al dueño del lugar que lo hagan «en mi katalyma”. ¡Ostras! Aquí pasa algo. Si uno sabe egiptología, ve más cosas. Yo sé pocas cosas, pero las pocas cosas que sé parece que cuadran. Belén sería una especie de qué? De Saqqara. De monasterio de los monjes de Serapis. Yendo rápido, los monjes de Serapis hicieron nacer a Jesús en su casa y le hicieron celebrar la eucaristía en Saqqara.
Aún más, cuando Jesús ha muerto y María Magdalena, sola, va a ver la tumba, ¿qué encuentra allí? ¡Un jardinero! Esta palabra, jardinero, dentro de las 6.000 que hay en el Nuevo Testamento, solo aparece una vez. De esto, se llama un hápax legómenon. No lo encontrarán en ningún otro lugar. Solo en este momento. Tampoco aparece en el Antiguo Testamento. Un jardinero en aquella época es una persona muy importante, ligada, obviamente, a un jardín. ¿Dónde había jardines? En el monasterio de Saqqara. Terminemos de unir todo. Jesús nace en Saqqara, celebra la eucaristía allí y finalmente es allí donde lo entierran. Imaginemos que son los monjes de Montserrat quienes escriben el Nuevo Testamento. ¿Dónde harán nacer a Jesús? ¡En su casa! Lo encuentro genial. Jesús nació en Montserrat, celebró la eucaristía en Montserrat y fue enterrado en Montserrat. Es la palabra katalyma la que nos lleva allí.
¿Qué tenemos, entonces? ¿Un grupo de monjes del monasterio de Saqqara escribió un libro con intenciones propagandísticas donde crean la figura de un nuevo mesías?
Es eso. Buscaban un dios que funcionara y este dios les funciona porque está muy bien hecho. Construido siguiendo la línea del Libro de los Muertos, que es muy completo porque cuando uno se muere es cuando comienza la vida. Los muertos van al más allá, donde deben justificarse, deben repasar su vida para ver qué han hecho bien y qué han hecho mal. En el cristianismo creemos que después de la muerte hay un juicio y que hay la posibilidad de la gloria o de un infierno. Esto es exactamente lo que leemos en el Libro de los muertos. Hay un momento en que los que han muerto se presentan ante Osiris, que les pesa el corazón. No todo es exacto, sin embargo. El Nuevo Testamento no es una fotocopia. Es una relectura, pero muuuuy fiel, de los textos egipcios.
Usted antes me ha preguntado por qué cuatro evangelistas. Los sacerdotes añadieron cosas para hacer mucho más completa la descripción de esta vida de Jesús. Los evangelistas dicen que Jesús instauró la eucaristía: comer su cuerpo. Esto es del Himno Caníbal, un texto egipcio que explica que la persona para ir al cielo necesita un alimento fuerte. Como las naves espaciales que se elevan en el cielo y van hacia la Luna necesitan un buen combustible. Este Himno caníbal explica que para ir al cielo el combustible es el alimento de los dioses.
¿Todos estos estudios, todas estas conclusiones, le han supuesto problemas?
Muchos. El primero es que me expulsaron de la universidad. Después he sufrido lo que llaman sententia ad silentium, la condena al silencio. Estoy un poco marginado, sí. Alguna vez me ha llegado alguna carta amenazándome de muerte, pero, bueno, eso no es nada.

¿Ningún teólogo cristiano ha querido discutir con usted sus tesis?
[Deja pasar unos segundos]. Yo comprendo que esto mío siegue la hierba bajo los pies del sistema, del cristianismo. Claro… Ha llegado a la conclusión de que ni Jesús existió, ni los apóstoles, ni nadie. Que todo esto es un invento para hacer resurgir un dios –Yahvé– que no estuvo a la altura de las circunstancias y que abandonó a su pueblo, los judíos, en manos de los romanos. No hay ninguna otra explicación. La explicación histórica del Nuevo Testamento falla completamente porque no tenemos ningún testimonio que lo acredite.
¿Ningún historiador, ningún cronista de la época se refiere explícitamente a la vida de Jesús?
No. Solo salen con esta cosa del testimonio Flavio. El testimonio de Flavio Josefo, nacido en el año 37. Y resulta que un gran historiador, como pretende ser él, solo habría dedicado tres líneas a la figura de Jesús. Después hay cuatro o cinco más que son interpolaciones cristianas que han metido allí. Por muchos esfuerzos que se hagan, llegamos a una situación muy curiosa. Los cristianos no han sabido explicar nada de Jesús. Y en cambio, uno que no lo es lo explica. Y solo lo hace en tres líneas. Si Jesús es de Nazaret, resulta que este señor, Flavio Josefo, que conoce muy bien y habla de muchos pueblos de Galilea, no explica nada. Si fuera verdad lo que dice el Evangelio, que Jesús tenía hermanos, una familia, ¿dónde están? Galilea en aquella época era muy pequeña. Si es verdad que lo seguía mucha gente, ¿cómo es que Flavio Josefo no sabía nada? Esto es muy incongruente. Hoy podríamos decir que Flavio y la familia de Jesús deberían ser vecinos del mismo edificio. Y es increíble que no diga nada.
¿Qué tipo de símbolo representa la cruz? ¿Por qué Jesús muere crucificado?
Jesús sigue al pie de la letra el mito de Osiris y su hermano Set. Tenía que morir de una manera u otra. Si esta historia se hubiera escrito en Estados Unidos, habría muerto en la cámara de gas o electrocutado. Pero en aquel momento la crucifixión era el sistema habitual para ejecutar a alguien.
Usted ha llegado donde ha llegado. ¿Cuál sería un final digno para todo este trabajo?
Sería muy interesante que nos apartáramos de los dioses, que cada vez estuviéramos más a favor de la humanidad, que suficiente trabajo y suficientes necesidades tiene. Menos divinidad y más a favor de las personas. Debemos estar a favor de las necesidades porque todos tenemos. Ya lo vemos bastante en este mundo en el que vivimos. La religión nos ha asustado, la conciencia del pecador nos ha agobiado. Hay personas que me han dicho: «Gracias a usted ya no tengo las cadenas del miedo. Ahora puedo ser una persona más formada y más libre. Me siento una persona nueva». Evidentemente, todo se puede discutir. Me pueden decir que las religiones han ayudado, que han hecho el bien, pero yo creo que deberían desaparecer. Deberíamos hacer el camino que yo he hecho: estudiar la persona humana, la antropología humana, ver las necesidades que tenemos, las debilidades, cómo podemos ayudar a la humanidad.
Pero Dios es amor…
[Sonríe irónico] Si usted dice que es así, debe ser así.