Una treintena de entidades, entre las cuales figuran Plataforma per la Llengua y la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), han creado una nueva plataforma civil para «canalizar la indignación colectiva» por el retroceso de la lengua catalana. Según avanza la Agència Catalana de Notícies, diferentes entidades de la izquierda independentista han engendrado la plataforma, bautizada como Sant Jordi por la Lengua y con vocación de transversalidad; entre las entidades firmantes del manifiesto fundacional hay de diferentes sectores sociales, como el Sindicat de Llogateres, Irídia, la Crida LGTBI o diferentes sindicatos laborales. Estas entidades darán el pistoletazo de salida a la plataforma con una manifestación el próximo 23 de marzo en la plaza de Universidad en Barcelona.
El objetivo de la plataforma es recuperar las reivindicaciones que había habido por Sant Jordi. «Llenar de contenido reivindicativo la Diada», exponen Núria Alcaraz y Adrià Font, dos de los impulsores, a la ACN. «Hay un malestar y una preocupación social hacia el catalán, que debe tener una presencia mucho mayor en las calles», reflexionan. Las entidades firmantes critican la falta de «políticas valientes» por parte de las administraciones y alertan que el modelo económico y otros fenómenos, entre los cuales destacan la masificación turística o el modelo económico del país, han intensificado una «minorización» del catalán.

La intención es volver a «conectar» la lengua con «las reivindicaciones por un modelo de ciudad menos desigual». «Pretende canalizar la indignación colectiva por el retroceso del uso de la lengua y por los ataques que recibe tanto en el Principado como en el País Valenciano, la Cataluña del Norte o las Islas», insiste Adrià Font. Las entidades recuerdan que la ciudadanía tiene derecho a «vivir plenamente en catalán» y creen que se necesitan «todos los recursos» para cambiar la situación.
El modelo de ciudad de Barcelona, un problema
El manifiesto es muy crítico con el modelo de ciudad de Barcelona. «El modelo económico de la ciudad, basado en la especulación inmobiliaria y el turismo, agrava los efectos de la globalización, gentrifica los barrios y pone en peligro la cultura propia», apunta el escrito, que también lamenta que Barcelona se encamina a «grandes eventos» y se ha convertido en «una poderosa máquina de triturar la cultura y la lengua, favoreciendo la política de asimilación promovida por el estado español». Todo ello, concluye, hace que la lengua pierda fuerza ante el avance del castellano y el inglés y que «pierda su rol de cohesión social».