Montserrat Forcada, la vecina de Molins de Rei que la semana pasada denunció una discriminación lingüística que ella y su hija vivieron este 2 de julio con un médico del Instituto Catalán de Retina (ICR), ubicado en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona, ha denunciado los hechos al Departamento de Salud. La denuncia, a la que ha tenido acceso El Món, va contra el doctor Emmanuel Esteban Martínez, nacido en Argentina, y el ICR y se ha presentado de forma telemática con dos documentos adjuntos: uno con la explicación de los hechos y la hoja de reclamaciones del ICR que la paciente llenó in situ. También ha estado en contacto con Plataforma per la Llengua, que se han interesado en su caso y también ha puesto los hechos en conocimiento del Departamento de Política Lingüística. Además, subraya que la historia con el médico comenzó hace un año cuando fueron a hacerse la revisión oftalmológica anual.
En el documento donde relata los hechos, y como también ha explicado a este diario, Forcada expone que ella y su familia son pacientes del Instituto Catalán de Retina «desde hace muchos años» y lamenta que desde hace unos años «ningún médico nos atiende en catalán». Aun así, ellos han podido continuar hablando en catalán «y, en general, nadie nos dice nada, más allá de algún caso puntual en que algún profesional nos ha pedido que le traduzcamos palabras concretas que no entendía, cosa que siempre hemos hecho». Además, remarca que ya hace un año tuvieron una revisión oftalmológica con el mismo médico que este año: «Durante la visita, nos pidió que le habláramos en castellano porque no entendía el catalán», pero se negaron y se ofrecieron a «hablar más despacio o traducirle cualquier palabra que no comprendiera». Al finalizar la revisión, les comentó que «hacía poco que había llegado a Barcelona y que, por ese motivo, desconocía nuestra lengua». «Le sugerí que hiciera un curso para aprenderlo y me respondió: ‘Claro que lo haré, porque el catalán es una lengua muy bonita'», subraya Montserrat, que cree que «lo dijo en tono de burla».
Un año después de eso, el pasado 2 de julio, les tocó el mismo médico y, según el relato de la denunciante, «apenas entrar a la consulta nos dijo: ‘¡Son ustedes las del catalán! Pues les ruego que se quiten de mi agenda y que no se vuelvan a agendar conmigo para evitar situaciones desagradables. Me acojo al derecho de uso de la lengua común, así que no las voy a atender’. Ella explica que le trasladó que ella se acogía a su derecho de no cambiar de lengua, pero que en ningún momento exigía al doctor que la cambiara, pero «me interrumpió mientras hablaba, no me quiso escuchar (así se lo hice saber) y nos abrió la puerta para que nos fuéramos de la consulta». «Nos echó», denuncia.

Tuvo que ir a otro centro a poner la queja por escrito
Como ella ha explicado en conversación a este diario, y consta en el relato de los hechos trasladados a Salud, inmediatamente explicó lo que había pasado a un recepcionista –que también les habló en castellano– del centro que el ICR tiene en la calle Pau Alcover, 67, y que le comunicó que debían volver otro día porque no la podían visitar a pesar de que ella llevaba las gotas puestas y tenía las pupilas dilatadas. «Hicieron varias llamadas para saber si había en el centro algún médico que entendiera el catalán, pero no encontraron ninguno», lamenta.
El recepcionista le explicó que para poner la queja formal y por escrito, que también adjunta en la denuncia, debía dirigirse a la sede central del IRC, situada en la calle Ganduxer, 67. Allí explicó los hechos a un señor que la atendió de «manera profesional y neutral» y le trasladó que tenía derecho de «presentar una queja escrita». «Así lo hice, mediante la hoja de incidencias de los pacientes. También le comuniqué que denunciaría los hechos porque consideraba que era mi obligación», subrayó. Finalmente, Montserrat y su hija pudieron ser atendidas por otro médico que no hablaba catalán, pero que sí lo entendía, y, según destaca, lo hizo de «manera correcta y profesional». «Terminamos después de tres horas», detalla a este diario la afectada.
Llamada del ICR para insinuar que «no siguiera adelante» con la denuncia
En la denuncia, Montserrat detalla una llamada de la directora de Comunicación y de Experiencia del Paciente del ICR, Laura Gómez. Durante la conversación le propuso reunirse este lunes, pero la afectada no puede hasta finales de julio por cuestiones personales, pero le trasladó su «predisposición» a hablar con quien fuera necesario y a explicar los hechos. Desde el IRC, que también se pusieron en contacto con ella a través de las redes sociales, le trasladaron que querían escuchar la opinión del médico, pero ella le insistió que «era objetivo e innegable que el doctor se negó a atendernos, tanto a mí como a mi hija menor de edad». Asimismo, le comunicó que presentaría denuncia. «Me dijo que eso ‘llegaría muy lejos’, insinuando que quizá no la siguiera adelante», expone la afectada.
Bon dia, Montse. Recollim la seva queixa. Estem molt sensibilitzats amb la qüestió de la llengua i estem prenent mesures en aquest sentit. Des del servei d’atenció al pacient ens posarem en contacte amb vostè per gestionar el tema.
— ICR (@ICRcat) July 3, 2025
Aun así, Montserrat expone que la conversación fue «cordial y amable», y que ella mostró «buena predisposición», pero al mismo tiempo fue «firme en la decisión de seguir adelante con la denuncia porque considero profundamente que es mi obligación». Con todo, reclamó al Instituto Catalán de la Retina que todo lo que le habían dicho se lo hicieran llegar por escrito y pidió «si despedirían al doctor Emmanuel Esteban Martínez, ya que, según había podido comprobar, no soy la primera paciente que se queja de esta persona por motivos lingüísticos». De hecho, este doctor tiene otras quejas en las reseñas de Google que tiene el IRC. Después de esta llamada, sin embargo, no ha tenido ningún otro contacto con los responsables del Instituto. Ella, según ha dejado claro a El Món, sólo retirará la denuncia si recibe disculpas de forma pública por parte del médico y del IRC y si lo despiden.