Àngels Folch (1952, Terrassa), diplomada en magisterio, una profesión que ha ejercido durante cuarenta años, es una activista independentista con una larga trayectoria. Ha sido secretaria nacional de la Asamblea Nacional Catalana y forma parte del Grup Koiné, el colectivo que hace más de nueve años, en 2016, publicó el manifiesto Por un verdadero proceso de normalización lingüística en la Cataluña independiente. En pleno debate sobre el proceso constituyente, publicaron un documento para defender, entre otros aspectos, que en una eventual República Catalana, el catalán debía ser «la lengua de referencia nacional y de uso común». Los impulsores de este texto, como ella misma recuerda en esta entrevista con El Món, recibieron ataques y calificaciones de racistas y supremacistas, pero subraya que aquello sirvió para poner el debate de la lengua sobre la mesa. Folch aborda la situación de la lengua nueve años después de la publicación de aquel manifiesto y se muestra muy crítica con los mensajes que apelan a los catalanohablantes a seducir con la lengua. «Yo no quiero seducir a nadie, en todo caso quiero convencer, explicar razones, argumentos, pero no seducir», afirma. Sobre la situación del catalán en ámbitos como la sanidad o en la escuela, cree que los catalanohablantes deben denunciar las discriminaciones lingüísticas de forma activa. Además, subraya que ningún territorio es bilingüe porque «todos tienen una lengua», y deja claro que el catalán y el castellano «no pueden convivir en igualdad» en Cataluña.
Recientemente, han conmemorado los nueve años del grito de alerta por la situación del catalán que supuso el manifiesto. Y ahora hacen un llamado a un cambio de mentalidad.
Más o menos cada año hemos ido haciendo algo, sacando un comunicado, o un posicionamiento u otro. Este año, justamente, como coincidió con la publicación de los resultados de la encuesta de usos lingüísticos de la población, aprovechamos para tomar una posición en relación con la situación actual del catalán.
De hecho, cuestionaron la encuesta.
En general, los miembros de Koiné somos bastante escépticos respecto a sacar conclusiones solo de encuestas. Nos tomamos las encuestas, como mucha gente, como una referencia, pero no para hacer la fotografía real de la situación de la lengua. Nosotros, en 2016, sacamos el manifiesto, que tuvo 275 firmantes, muchos de los cuales autoridades reconocidas del mundo de la lengua. Entonces sí que alertamos. La intención era dar un fuerte grito de alerta, para que realmente la sociedad catalana se hiciera consciente de la situación de precariedad de la lengua. Si no eres consciente de la situación difícilmente la revertirás, o harás algo para revertirla. De hecho, hacía años que todo el mundo afirmaba que todo iba muy bien y que la lengua estaba mejor que nunca. Que tenía una salud de hierro. Pues no, no la tenía de hierro. Tenía muchos puntos débiles. A pesar de las duras críticas que recibimos, estamos satisfechos porque nuestro grito de alerta ha dado frutos y muchos catalanes han reaccionado.
¿Sirvió para poner el debate de la lengua sobre la mesa?
Nosotros pensamos que sí, que aquel grito de alerta hizo despertar a mucha gente. Y de hecho, desde entonces, han surgido cantidad de entidades, de movimientos, de iniciativas, de campañas. Y pensamos que ahora, de alguna manera, aunque la situación de la lengua no haya mejorado mucho, los catalanohablantes se han hecho más conscientes de la situación y han reaccionado.
¿Hay más conciencia?
Sí, y se está revirtiendo un poco la sumisión lingüística. Es decir, hay más gente que no cambia de lengua. Aún falta llegar a mucha gente, pero se ha comenzado a notar una actitud más proactiva: hay más denuncias de agresiones lingüísticas, más gente que hace valer sus derechos lingüísticos.

Pero en el manifiesto criticaban que los resultados de la encuesta de usos lingüísticos de la población, la EULP, no reflejan la situación actual de la lengua.
Siempre se intenta maquillar las encuestas, sobre todo cuando están hechas por instituciones. También hay quien cree que hay que dar siempre una visión optimista. Una cosa es dar una visión optimista y la otra es esconder la cabeza bajo el ala. Dar un grito de alerta, no es ser pesimista. Simplemente, intentas hacer la fotografía de la realidad y justamente das el grito de alerta porque piensas que se puede cambiar. Si pensaras que ya no hay nada que hacer sería un grito inútil.
Por tanto, ¿hay margen para revertir la situación de la lengua?
Es difícil de decir. Hay que tener muy en cuenta el hecho demográfico que nos va realmente en contra. Y si, además, le añadimos una cierta dejadez y un cierto acomodamiento durante muchos años, entonces realmente tenemos una situación muy difícil. Y si a todo esto le añades que no tienes poder real, entonces todo lo tienes que hacer con voluntarismo. Tiene que haber mucha gente dispuesta a ser militante por la lengua. Hay margen. Los catalanes somos muy tercos, y hemos aguantado el embate durante más de 300 años. Si nos lo proponemos, podemos revertir la situación. Aunque actualmente tenemos una situación mucho más difícil que en épocas anteriores.
¿Por qué?
Porque durante la dictadura franquista todo el mundo era consciente de que la lengua estaba reprimida, y eso hacía que todo el mundo estuviera en alerta. En cambio, ahora, como aparentemente el catalán no está prohibido, no nos damos cuenta de cómo nos la van pisoteando.
¿Pero basta solo con el voluntarismo, o necesita el apoyo de las administraciones?
Con la situación precaria en que está actualmente no basta con voluntarismo. Es necesario que todos hagan piña para no supeditarse al castellano, para no cambiar nunca de lengua, para exigir los derechos lingüísticos, para denunciar todas las agresiones lingüísticas. Pero también es necesario que las administraciones tomen medidas decididas y valientes y que velen por hacerlas cumplir. Ahora tenemos una consejería de lengua que debería adoptar medidas reales y efectivas.
¿Cómo ve la consejería de Política Lingüística?
Es de creación reciente, pero hay que tener en cuenta que está inserta en un gobierno que no creo que para él la lengua sea un elemento prioritario. No creo que le preocupe mucho la situación de la lengua. Da por hecho que en Cataluña hay dos lenguas, el catalán y el castellano y que ambas son propias de Cataluña. Parten de ideas equivocadas, desconocen cómo funcionan las lenguas. Es como si yo me pusiera a hacer afirmaciones de física cuántica. Yo no tengo ni idea de física cuántica. Ellos, en cambio, hacen afirmaciones de cuestiones que desconocen. El consejero seguro que conoce la problemática y que es consciente de la gravedad de la situación, pero el problema es que forma parte de un gobierno que dudo mucho que tenga voluntad política de revertir la situación.
¿Por qué?
Porque acepta que Cataluña es bilingüe y que los dos idiomas son propios de Cataluña, pero como he dicho, los territorios no son bilingües. Los territorios todos tienen una lengua. Se pueden hablar muchas, pero propia del territorio hay solo una, la que nació y se ha desarrollado en este territorio. Y es en este territorio donde se debe preservar, en el caso del catalán, en los Países Catalanes, es decir, en todos los territorios donde se ha hablado catalán de hace años y años. Nosotros no pretendemos que se hable catalán en Castilla o en Andalucía. Me parecería realmente surrealista. Pero Castilla y el Estado español, de raíz castellana, pretende imponer en Cataluña, en el País Vasco y en Galicia su lengua, el castellano. Y encima dicen que los supremacistas somos nosotros! Estamos en una situación que no sé si calificar de cómica o kafkiana. A nosotros nos acusan de supremacistas y de querer imponer el catalán y ellos afirman que nunca han impuesto el castellano y lo llaman español!
¿Y este discurso ha calado?
Todo este discurso del bilingüismo ha llegado a cuajar entre los catalanes. Entonces, cuando haces según qué propuestas, automáticamente te cuelgan la etiqueta de fascista, supremacista o xenófobo, simplemente por defender tu lengua. Debemos lograr cambiar esta mentalidad. Si no se cambia, difícilmente mejorará la salud del catalán.
Decía que no cree mucho en el Departamento de Política Lingüística, pero ¿qué opinión le merece que el presidente de la Generalitat haga uso del castellano?
Por eso no confío. Sé que el consejero Francesc Xavier Vila conoce la situación precaria del catalán, pero forma parte de un gobierno en el que el presidente cambia de lengua y además está orgulloso de hacerlo. Esto confirma esta concepción bilingüe que él defiende. Seguro que considera que así es más universal, que es una persona más abierta, más solidaria, y lo único que es es más provinciano. Toda esta concepción nos hace mucho daño.

¿Esta mentalidad está ligada a esta visión bilingüe de la sociedad?
Sí, claro. Nos han llegado a hacer creer que el bilingüismo es una riqueza. Y el bilingüismo no es ninguna riqueza. El bilingüismo social provoca diglosia y empobrecimiento de la lengua.
¿Perjudica al catalán?
Claro, el bilingüismo social perjudica al catalán. A ver, hay que distinguir entre bilingüismo individual y bilingüismo social. Ciudadanos colaboraron mucho en esparcir el discurso del bilingüismo social. Ellos hablaban de bilingüismo en general, no distinguían entre el individual y el social. Los catalanes no somos bilingües. Yo pienso en catalán. El castellano, lengua de Castilla, nos ha sido impuesto, lo hablamos porque se nos obliga. Y eso provoca un empobrecimiento de nuestra lengua y la progresiva sustitución por el castellano, la lengua impuesta por el Estado.
¿Y eso es lo que está pasando?
Esa es la realidad, claro. Entonces se produce la diglosia y, evidentemente, la diglosia perjudica siempre a la lengua ocupada, en este caso el catalán. Si se encuentran, por ejemplo, diez personas, nueve catalanohablantes y una castellanohablante, automáticamente todas las catalanohablantes cambian al castellano, casi nunca al revés. Afortunadamente, también hay personas que llegaron o llegan a Cataluña y que han aprendido el catalán y ahora son catalanohablantes, pero siempre han sido minoría las que lo adoptan como lengua por defecto.
¿Esa es la razón por la que ustedes defienden que el catalán sea la única lengua oficial?
De hecho, nosotros no defendemos eso. No nos posicionamos respecto a ese debate. No teníamos una opinión consensuada al respecto, teníamos opiniones diversas y solo nos posicionamos sobre aquello en lo que estábamos todos de acuerdo. Y estábamos de acuerdo en que el castellano de ninguna manera podía ser oficial. Hacer oficial el castellano en un futuro estado catalán, como pretendían algunos partidos, sería la sentencia de muerte del catalán. Ahora lo es de oficial, pero sabemos que es por imposición del Estado español que afirma que todos los ciudadanos españoles son iguales, pero hay unos que son más iguales que otros. Los catalanes no somos iguales que los castellanos. No tenemos los mismos derechos. Esto se oculta, y por eso mucha gente no es consciente de este trato diferenciado e injusto. Una lengua no es solo un código para entendernos, es bastante más que eso. Es toda una manera de ver el mundo.
Es una manera de ser.
También. Por eso, por ejemplo, hay textos que no son traducibles literalmente, porque esa expresión no existe en la otra lengua. La gente, en general, no se ha detenido nunca a pensar en todo esto. Entonces es fácil introducir todos los mantras del bilingüismo, de manera que se consigue el efecto sin que se note. Revertir todo esto costará, pero hay que dejarlo muy claro porque con discursos, con buenas intenciones, o apelando a la seducción no lo vamos a conseguir cambiar. Yo no quiero seducir a nadie, en todo caso quiero convencer con razones, con argumentos, pero no seducir. Los discursos que hacen afirmaciones como «lo importante es entendernos» han hecho mucho daño. Ciudadanos logró su objetivo con discursos como este. Nacieron para eso. La gente ha dejado de votarlos, pero el daño ya está hecho y habrá que picar mucha piedra para revertirlo. La gente más consciente lo tiene claro, quieren preservar y proteger el catalán, pero aún queda mucho trabajo por hacer.
¿Hay conflicto con la lengua?
En general, no. Aunque hay un sector de gente, que tal vez es pequeño, de raíces y de ideología, franquista, falangista, de mentalidad fascista, españolista, que solo entiende que “esto es España» y de ahí no los sacas. Esta gente sí que puede ser beligerante, como lo fueron Ciudadanos. Pero diría que la mayoría no. Yo ya hace muchos años que no cambio nunca de lengua y casi nunca he tenido ningún problema.
¿Desde cuándo?
Tantos como treinta años. Un día que un hijo mío me preguntó por qué hablaba en castellano a la señora que venía a casa a ayudarme a limpiar y le dije que lo hacía porque ella me había dicho que no entendía el catalán, y él me respondió diciéndome que era muy ingenua por haberme lo creído, pensé que seguramente tenía razón. Entonces estuve al tanto, y comprobé que efectivamente me entendía. Desde aquel día le hablé siempre más en catalán, y a partir de ese día nunca más cambié de lengua y no he tenido conflictos. Sé que hay gente que ha tenido y esos casos se deben denunciar.

¿Algún ejemplo?
Mi hijo tuvo un conflicto importante en Palamós el verano pasado. El capitán de un goleta lo devolvió al puerto, con un zódiac, por el hecho de pedir que también hicieran la explicación en catalán. Además también lo calificó de fascista, supremacista, y cosas por el estilo. Es decir, que en determinados casos y con determinadas personas sí que hay conflicto.
¿Y qué hizo?
Por desgracia no lo había grabado y no tenía ninguna prueba. Era la palabra de uno contra el otro. Y en otros casos que le han pasado cosas similares y ha hecho la consulta siempre le han dicho que si no tenía ninguna prueba que demostrara lo que había pasado era inútil denunciarlo.
¿Un catalanohablante debe actuar de forma activa para defender sus derechos?
Sí. Quizás es muy cansado ser catalán, pero bien, debemos ser conscientes y no dejarnos pisotear nunca nuestros derechos. De la misma manera que otros colectivos, como por ejemplo los negros, tuvieron que defender sus derechos, nosotros debemos defender los nuestros. Tenemos este deber, esta obligación.
¿Y qué siente cuando lee una información sobre una mujer de 100 años que ha sido discriminada en una atención hospitalaria?
Un sentimiento de injusticia, que casi me provoca rabia. Pero hace tantos años que lo sufrimos que hemos aprendido a no dejar aflorar esta rabia, a no dejar que te haga daño. Es preferible convertirla en una actitud proactiva de denuncia o de empoderamiento. Aunque tengamos las de perder, porque los tribunales y las leyes son tribunales y leyes españolas, debemos denunciarlo. Franco lo dejó atado y bien atado. Te dirán que de lengua oficial hay una. Y que de nación solo hay una, que el resto son nacionalidades y maneras regionales de hablar. La Constitución, evidentemente, dice eso. Por lo tanto, tenemos las de perder. Ahora, si somos muchos los que no dejamos pasar ni una, que cada vez lo denunciamos, como mínimo haremos visible esta discriminación, esta desigualdad entre los ciudadanos españoles.
Es decir, insistir en ello.
Ser constantes porque si simplemente haces algo dos o tres veces al año, eso no sirve para cambiar la realidad. Tiene que haber una actitud constante y, como decía Màrius Serra, debemos pasar al ataque. A la gente catalanohablante y a la gente que no ha nacido aquí, pero que tiene intención de vivir en Cataluña, les debemos hacer entender que el catalán es la lengua de Cataluña y que los catalanes no podemos dejar que nos pisen nuestros derechos, los lingüísticos tampoco.
Y que es útil, ¿no?
Sí, y que es útil, claro. Aquí sí que las instituciones tienen mucho trabajo que hacer. La ciudadanía puede hacer mucho y debe hacerlo, pero hay cosas que no dependen de nosotros, dependen sobre todo del Gobierno de Cataluña. El Gobierno de la Generalitat puede también pasar al ataque, debe defender a los catalanes de las agresiones que sufrimos por parte del Estado y debe poner todos los medios para que el catalán sea realmente y en la práctica lo que debe ser, la lengua por defecto en todo el territorio.
¿Y hacer cumplir la ley sobre uso del catalán?
En aquello que tiene competencias debe hacerla cumplir y no dejar pasar ni una.
Pero eso no pasa en el ámbito sanitario.
En el uso del catalán, en el ámbito del voluntariado se ha hecho trabajo últimamente, por ejemplo la asociación Salut pel Català, que comenzaron unos cuantos médicos, pero que se han integrado enfermeras y usuarios están haciendo buen trabajo. O por ejemplo, la Taula Sabadellenca per la Llengua de Sabadell ha trabajado conjuntamente con el Hospital Taulí para mejorar la presencia del catalán y para garantizar que todos los pacientes sean atendidos en catalán. Estamos haciendo de hormiguitas, haciendo trabajo de base, y eso da algunos frutos, pero hacer de hormiguitas es insuficiente, es necesario que se revierta la situación perversa que tenemos actualmente: formamos menos enfermeras y menos médicos de los que acabaremos necesitando y eso provoca después que tengamos que importar profesionales de fuera a quienes no se les exige como requisito previo que dominen el catalán, pero sí el castellano, volvemos a ver claramente que no tenemos los mismos derechos. Y si además le añadimos que profesionales formados aquí, que dominan el catalán, se van al extranjero porque están mejor pagados, el drama está servido.
¿Y cómo ve la inmersión lingüística?
Este tema lo conozco bien porque he sido 40 años maestra, doce de los cuales directora. Pienso que la intención era buena. De hecho, los padres de la inmersión, Joaquim Arenas y Margarida Muset, son miembros de Koiné y son muy críticos en cómo ha ido todo. La inmersión, tal como debería haber sido aplicada, se aplicó poco tiempo. En algunas escuelas se aplicó durante bastante tiempo, bastante bien, y con suficientes recursos, pero en otras no ha sido así, y en la secundaria ha sido un fracaso. No ha habido una actitud valiente de aplicación de la inmersión. Se ha actuado con miedo. Y con miedo difícilmente se puede ir muy lejos y avanzar muy rápido. Ahora ya hace años que no parece que todo el mundo haya tirado la toalla. No sé si alguna vez ha habido intención de hacer cumplir la ley. Años atrás teníamos más margen de maniobra, pero, a partir del 2000, las puertas se nos fueron cerrando y cada vez ha habido menos margen. Hay medidas que se deberían haber tomado hace años. Ahora muchos centros, sobre todo de secundaria, hace años que hay profesorado que lo hace todo en castellano. Los profesores todos dicen que lo hacen en catalán aunque lo hagan en castellano y se quedan tan anchos. Los inspectores y el Departamento lo sabían y lo saben y no hacen nada. Durante muchos años hemos vivido en un engaño. Todo el mundo sabía que la inmersión no se hacía o que no se hacía bien, pero los responsables miraban hacia otro lado o hacían ver que no lo veían.
¿Y qué parte de culpa tiene la amenaza judicial en todo esto?
Creo que mucha. El españolismo ya hace tiempo que pasó al ataque, pero, en cambio, el Departamento de Enseñanza siempre ha estado a la defensiva. Y nosotros, los catalanes, hasta ahora no hemos sido capaces de reaccionar y mucho menos de estar a la altura y plantar cara. Veremos en el futuro… Pensábamos, al menos yo estaba convencida, de que reaccionaríamos ante según qué sentencias judiciales. Ahora no estoy segura. En Twitter tal vez sí, pero después… ya veremos.

No hay una reacción de país.
Exacto. No hay una reacción de país. De momento, no ha habido. Pensaba que era el tema clave, que realmente podía hacernos salir de esta situación tan deprimente. Tal vez las sentencias aún deben ser más negativas para que reaccionemos. Pero es necesario que reaccionemos. Es necesario que seamos conscientes de que tenemos un problema grave, que tenemos ya judicatura en contra y que harán lo que sea necesario para imponer el castellano tanto sí como no. ¿Aceptaremos que nuestros hijos sean obligados a ser escolarizados en castellano? ¿Aceptaremos que sean obligados a hacer un tanto por ciento de asignaturas en castellano? Hacer porcentajes es absurdo, pero de momento la sociedad catalana lo ha aceptado.
La denuncia de una familia cambia el proyecto educativo de toda el aula.
A todos. Imponen el castellano a todos. Y volvemos a poner en relieve que no todos los ciudadanos españoles son iguales. Unos son más iguales que otros. Tal vez pasaremos al ataque si hay muchas más sentencias y, por lo tanto, muchas más familias afectadas.
¿La lengua está peor ahora que hace nueve años?
Cuantitativa y cualitativamente está peor. El aspecto cuantitativo se puede constatar en la EULP. Y en el aspecto cualitativo ahora se habla un catalán mucho peor que el que se hablaba en la época franquista. Cada vez más se utilizan estructuras castellanas y eso es un síntoma claro de castellanización del catalán.
¿La calidad del lenguaje ha disminuido?
Ha disminuido. Ahora ya no decimos buçon, decimos buzón… Pero, en cambio, hay cosas que son más graves que el vocabulario, porque son más difíciles de corregir. Después de la dictadura, en muy poco tiempo corregimos una cantidad importante de barbarismos, pero, en cambio, dejar de decir cosas como «se me ha caído» es mucho más difícil porque se está tocando la estructura de la lengua. Tenemos trabajo.
¿Y qué se puede hacer para revertir esta situación?
Primero, no cambiar nunca de lengua. Mantener el catalán en todo el territorio de habla catalana. Un paso más allá sería negarnos a entender el castellano. Exigir tus derechos lingüísticos. Hacerte consciente de que hay una catalanofobia activa que ejerce como tal, y ser conscientes de que eso es lo mismo que quitar los derechos políticos a alguien por ser negro o gitano. Es lo mismo. Se trata de un tipo de racismo. Por tanto, hay que denunciarlo. Nosotros no podemos dejar que nos pisen aunque sepamos que las leyes que se aplican en Cataluña son españolas y, en consecuencia, no nos van a favor.
¿Y la gente es consciente de los derechos lingüísticos que tiene?
Mucha gente no. Hay quienes sí, pero así en general no. Por eso esta es otra tarea que debemos hacer todas estas entidades. Debemos crear conciencia de los derechos lingüísticos, de cómo defenderlos… haciendo charlas, artículos… Extenderlo para que la gente vaya siendo consciente es una tarea que también debemos hacer.
¿Qué le parece el Pacto Nacional por la Lengua presentado?
No creo que podamos esperar gran cosa. De un gobierno que habla en castellano, que defiende el bilingüismo, que no tiene como prioridad defender el catalán y los derechos de sus ciudadanos no espero gran cosa desde un punto de vista de la lengua. Puede haber propuestas que pueden ser buenas, pero una cosa son las palabras y otra, los hechos. Estamos demasiado acostumbrados a que nos vendan humo, que nos anestesien con palabras y propuestas bonitas que después quedan en nada o en muy poco. Habrá que ver cómo se concreta y qué actuaciones se derivan por parte del gobierno. Las entidades, más o menos, ya hacemos nuestro trabajo, pero aquí lo que habrá que ver es qué hará el gobierno. Debemos estar muy atentos y seguirlo de cerca.
¿Cree que lograr 600.000 nuevos hablantes de catalán el año 2030 es un objetivo realista?
Depende de qué se entienda por nuevos hablantes. Si por nuevo hablante entendemos alguien que dice que lo entiende y lo habla seguramente que sí. Pero si entendemos lo que se entiende en todas partes, es decir, si estamos hablando de que dentro de cinco años habrá 600.000 nuevos hablantes de catalán que lo usarán siempre como lengua por defecto y que lo hablarán aceptablemente bien coloquialmente, entonces temo que no.