La sala de lo penal número 4 de la Audiencia Nacional tendrá que decidir sobre un robo pintoresco en uno de los lugares más emblemáticos y turísticos de Londres, la catedral de Saint Paul. Se trata de una vista oral, programada para este viernes a la sede del tribunal en la calle Génova de Madrid, por la petición de extradición de un juzgado de la capital del Reino Unido de un ciudadano español, Eduardo Saiz-Chinchilla, acusado de partir las cajas de limosnas del templo y saquear la tienda de souvenirs de joyas de plata y oro y de no presentarse a un juicio.
El Reino Unido no lo tendrá fácil para conseguir que se extradite el acusado. El ministerio fiscal razona que se tiene que rechazar la petición de entrega a las autoridades británicas porque ha pasado demasiado tiempo y la acción habría prescrito. De hecho, considera que los hechos, de marzo del 2013, superan con creces los cinco años que el Código Penal español prevén por los robos con fuerza de este tipo. Es más, considera que la justicia británica no hizo ningún paso, hasta dictar la orden de detención internacional, que interrumpiera la prescripción. A pesar de entender que hay bastantes indicios para juzgarlo y recuerda el numeroso historial de antecedentes del reclamado por este tipo de delito, la Fiscalía arguye que la acción ha prescrito y se opone a entregar el ladrón de limosnas en Londres.

Un rastro de sangre delató el ladrón
Según la causa judicial, los hechos se produjeron el domingo 3 de marzo del 2013, hacia las nueve y media de la noche. El personal de seguridad que estaba trabajando a la Catedral de Saint Paul descubrió que dos cajas de donativos habían sido abiertas a veces y que se habían llevado calara. Ahora bien, el ladrón había cometido un error clamoroso, y es que con las veces s‘había hecho daño, y dejó un rastro de sangre que los llevó hasta una puerta del jardín de la catedral, que normalmente estaba cerrada por dentro: sería por dónde habría huido Saiz-Chinchilla.
Lo manga no tuvo bastante con el que tomó prestado de las cajas de los donativos y decidió, sin cambiar de zona ni de víctima, llenarse algo más los bolsillos. Así que decidió asaltar la tienda de recuerdos del templo. Los dependientes de la tienda, al entrar al establecimiento, vieron que la exposición estaba desordenada y que faltaban piezas de joyería de plata y de oro, que tenían un valor estimado de 2.096 libras esterlinas, unos 2.300 euros. Telefonearon a la policía y una vez personados, los agentes descubrieron un nuevo rastro de sangre. Con estas muestras, el laboratorio forense de Scotland Yard encontró el ADN, que correspondía al español Saiz-Chinchilla, que fue detenido el 27 de marzo del mismo año, y en el cacheo de su domicilio encontraron objetos de la tienda de regalos. El acusado fue citado a juicio el 19 de junio, pero no se presentó, por lo cual la justicia británica puso su nombre en investigación y captura.
Una vez localizada en España, pero, el ministerio fiscal español considera que no se lo puede extraditar por una cuestión formal y de garantías como es el tiempo que ha transcurrido desde los hechos y las maniobras del Reino Unido para encontrarlo. En el escrito del ministerio público, al cual ha tenido acceso El Mundo, consta que entre el 19 de junio del 2013 y el 9 de diciembre del 2020, fecha en la cual se dictó la orden de detención internacional, han pasado 7 años, 5 meses y 20 días, hecho que excede el plazo de prescripción de 5 años previsto para este tipo de delitos en el artículo 131.1, párrafo cuarto del Código penal. Así que, de momento, rechaza extraditar el ladrón si la justicia británica no acredita alguna acción procesal que determine la interrupción de este plazo. En cualquier caso, el fiscal alerta que solo en este caso estudiaría la extradición por el delito de robo, pero no por el hecho de no haberse presentado al juicio, «dado que la no presentación ante un tribunal por persona investigada o acusada no constituye infracción de ninguna clase conforme al derecho penal español».
