Pocas cosas más místicas y turbias que las historias de brujas. Y sobre todo, en Cataluña. Un país donde su persecución ha marcado parte de su historia. Tanto es así que, incluso, los grupos de la izquierda feminista se definían como las «nietas de las brujas que no pudisteis quemar«. Por Todos los Santos, las brujas vuelven a ser un elemento importante, originario de mucho antes que el virus de Halloween.

De hecho, dicen que salen a pasear cada víspera de Todos los Santos, y se recuerdan con ferias, fiestas y muestras como en Viladrau (Osona) o Sant Feliu Sasserra (Lluçanès). Tal es la importancia del mito de las brujas que el 26 de enero de 2022 el Parlamento de Cataluña aprobó, por una abrumadora mayoría de 114 votos (PSC, ERC, Junts, CUP y Comuns) contra Vox y la abstención de los olvidados Ciudadanos –que desaparecieron y no precisamente por arte de brujería–, una resolución que reconocía a las mujeres perseguidas por brujas como «víctimas de una persecución misógina». Una persecución que tuvo su punto álgido un 1 de noviembre de hace más de 400 años.

Entrevista Agustí Alcoberro, presidente de la Fundación Congreso de Cultura Catalana/Mireia Comas
Entrevista Agustí Alcoberro, presidente de la Fundación Congreso de Cultura Catalana, catedrático de Historia Contemporánea y experto en la historia de las Brujas/Mireia Comas

Una historia estudiada

Precisamente, el interés por las brujas ha conllevado en toda Cataluña una intensa, densa y trabajada historiografía sobre la persecución que sufrieron las mujeres que, supuestamente, hacían hechizos, elaboraban venenos y volaban con un palo de escoba bien untado con atropina agarrado a la entrepierna. Dentro de esta ingente labor de investigación, destaca uno de los prominentes catedráticos de historia moderna de la Universidad de Barcelona, Agustí Alcoberro, un verdadero referente en la materia y autor de un libro de cabecera sobre la persecución de las brujas, Judici a una bruixa catalana (La Campana, 2022).

Alcoberro defiende una interesantísima tesis sobre la relación entre el clima y la persecución de las brujas. Es decir, que un cataclismo climático las criminalizó. De hecho, ha participado en un libro colectivo de alcance académico europeo donde se explica esta conexión y también es uno de los autores de un artículo colectivo de la revista Ambio, de la Academia de Ciencias de Suecia, donde historiadores del clima e historiadores sociales reflexionan sobre clima y violencia. Cabe destacar que impulsó una de las exposiciones más exitosas del Museo de Historia de Cataluña, titulada Bruixa i metzinera, donde se describía la época del terror que vivieron unas mujeres culpadas de los males que provenían del cielo. Un momento en que, curiosamente, fue la Inquisición quien detuvo la masacre.

Capítulo del libro de Alcoberro sobre cambio climático y brujas
Capítulo del libro de Alcoberro sobre cambio climático y brujas

De San Agustín al frío

El capítulo del libro conjunto escrito por Alcoberro se titula La caza de brujas y la ‘pequeña edad de hielo’ en Cataluña: el crimen de provocar desastres naturales y su represión (1614-1629). Según alerta el historiador en conversación con El Món, es necesario situarse en el contexto de la eterna polémica dentro de la Iglesia católica entre los que defienden la doctrina de San Agustín -todo lo que pasa en la Tierra es obra de Dios-, y la de Santo Tomás, que distingue entre las fuerzas del bien y del mal, y la existencia de una secta organizada por el Demonio. Dos visiones que ayudan a entender la persecución de lo que se entendía por bruja. Es decir, entre los que creían que las brujas poco podían hacer y los que las alineaban con las fuerzas demoníacas.

Pero vamos por partes. Alcoberro remarca que «el clima también tiene historia» y está muy relacionado con el sufrimiento de las brujas. Así, se remonta a hace 25 años cuando el historiador Wolfgang Behringer propuso una relación amplia entre la “pequeña edad de hielo” que se produjo en el hemisferio norte entre las décadas de 1560 y 1630 y el «punto cenital de la caza de brujas», sobre todo en puntos del Imperio Germánico y que después encontraremos en el Pirineo, los Apeninos o los Alpes. Esta miniglaciación supuso inviernos más fríos y veranos más húmedos y frescos, pero sobre todo trajo «fenómenos atmosféricos excepcionales», como tormentas, granizadas y nieblas que hacían saltar por los aires molinos, fraguas, puentes y casas.

Parte del capítulo del libro colectivo donde historiadores relacionan cambio climático y las brujas
Parte del capítulo del libro colectivo donde historiadores relacionan cambio climático y las brujas

«El año del diluvio»

Los estudios de historia climática centrados en Cataluña confirman esta pequeña edad de hielo en el país. Un fenómeno que pasó por un momento excepcional el otoño de 1617, que las crónicas coetáneas describen como “el año del diluvio”. Precisamente, el otoño de ese año fue descrito como un temporal que comenzó el 1 de noviembre y que provocó desbordamiento de ríos y riachuelos que se llevaban todo lo que encontraban por delante. También hubo un «devastador temporal marítimo». Las secuelas y estragos del temporal abrieron una represión brutal contra la brujería en Cataluña, que ya se había iniciado en 1614 con algunos procesos generalizados. Para la gente, con sus hechizos y magia negra dañaban cosechas y condenaban a la hambruna a familias y pueblos.

Cabe destacar que la brujería ya había sido perseguida, por ejemplo, en el Pallars, y como prueba, las Capitulaciones de la Vall d’Àneu (Pallars Sobirà) de 1424, que ya apuntaban a la brujería como un hecho perseguible. El poeta Jaume Roig glosaba estas prácticas en el año 1460. Pero a partir del año del diluvio, la caza de brujas se desató hasta 1622, con réplicas en 1627 y 1629. Tan encarnizada fue la persecución que en un informe de la Inquisición, contraria a los procesos contra las brujas que eran dirigidos por alcaldes municipales o jueces locales laicos, calculó que hasta 1620 habían muerto un millar de mujeres acusadas de brujas.

Las capitulaciones de las Valls d'Àneu que ya hablaban de la Brujería en el año 1424/Archivo Corona de Aragón
Las capitulaciones de las Valls d’Àneu que ya hablaban de la Brujería en el año 1424/Archivo Corona de Aragón

Una cuestión de competencia

Alcoberro, citando también los estudios de Mariano Barriendos o Pau Castell, destaca el «papel primordial, y a menudo único, de la pequeña glaciación en la fundamentación jurídica de la caza de brujas en sus años centrales». Las razones son claras. Hay que recordar que Cataluña participaba de una monarquía compuesta, la corona hispánica, hecho que le otorgaba plena autonomía de carácter legislativo, fiscal y judicial y, por tanto, también ostentaba el monopolio de la fuerza.

En este contexto, hay que tener presente que los «crímenes de carácter climático justificaban, en primer lugar, la competencia de los tribunales laicos locales sobre los procesos, contra la voluntad de la Inquisición de hacerse los suyos». De hecho, la Inquisición solo tenía bajo su jurisdicción los pecados de apostasía y los de adoración o pacto con el demonio. En segundo término, el clima era utilizado para fundamentar la argumentación jurídica de jueces y fiscales; y, en último lugar, permite entender «el amplio apoyo popular que tuvieron entonces estos procesos».

Además, Alcoberro resalta que la mayoría de las declaraciones extraídas bajo tortura se limitaban «a una descripción reiterada de las tormentas, granizadas o nieblas ocurridas en la localidad de referencia en las últimas décadas». «Y lo que es aún más sorprendente», subraya el catedrático, «es que en todas ellas se exige que las encausadas cuantifiquen el valor de las pérdidas provocadas por las inclemencias».

El sabbat de las brujas de Jan Ziarnko. París: Nicolau Buon, impresor, 1613. Copyright de la fotografía Bibliothèque municipale de Toulouse.
El sabbat de las brujas de Jan Ziarnko. París: Nicolau Buon, impresor, 1613. Copyright de la fotografía Bibliothèque municipale de Toulouse.

Culpar a las brujas también era un negocio

Culpar a las brujas de las calamidades climáticas también fue un negocio. En esta línea es bueno tener presente que la atribución a los alcaldes reales -un tribunal ordinario- de la causa de brujería está vinculada a otra competencia suya: la defensa de los intereses patrimoniales del monarca en cada alcaldía, un ámbito que se podía extender a delitos como la destrucción de las cosechas o la pérdida de árboles. Por tanto, aunque las consecuencias de los juicios y sus condenas eran terribles, era un tribunal muy inferior quien las podía llevar a cabo. Ahora bien, normalmente contaban con el apoyo del Tribunal del Veguer, que les permitía tener más medios para afrontar unos procesos caros pero muy populares.

De ahí que Alcoberro concluya que en estos juicios sumarísimos contra las brujas también había un poco de interés y negocio. La mayoría de los funcionarios que se encargaron de los diferentes momentos del procedimiento judicial pertenecían a este Tribunal del Veguer. Esto implicaba «jueces asesores, fiscales, cirujanos (encargados de la correcta aplicación de los tormentos), escribanos, torturadores (llamados “porteros” del Tribunal del Veguer) y, finalmente, verdugos». Por tanto, facturaban los servicios y obtenían «importantes ingresos extraordinarios».

Por tanto, ya estaríamos en la misma página, porque la caza de brujas fue un fenómeno acelerado y violento, pero no tan irracional como parece. «Hay la combinación de tres intereses coincidentes: la presión de la opinión pública -francamente asustada-, la voluntad de las autoridades locales de obtener el apoyo popular y los intereses materiales de quienes se convirtieron en profesionales de la caza». Una combinación que generó todo tipo de procedimientos irregulares y una especie de mancha de aceite de muerte y deshumanización de las mujeres. Hasta que se impuso San Agustín y su credo de que en la Tierra solo pasa lo que Dios quiere y no una secta de adoradoras del Demonio. Un episodio bastante turbio de la historia de Cataluña que incluso puso los pelos de punta a la Inquisición, que afirmaba que «nunca hubo brujas hasta que se habló de ellas». Ahora se vuelve a hablar de ellas.

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