«Por problemas familiares tuve que repetir 3º de ESO. Al terminarla, finalmente, intenté hacer el bachillerato humanístico, pero estaba muy desmotivada y lo terminé dejando». Soraya Al-lal, una joven de 23 años, dejó los estudios postobligatorios en pleno bachillerato, justo en el momento en que la población catalana tuvo que confinarse de un día para otro debido a la pandemia de la Covid. De hecho, el confinamiento fue el factor externo que la empujó a tomar esta decisión: «Estaba muy perdida», recuerda en conversación con El Món. Su situación, sin embargo, no es única. De hecho, en Cataluña, la tasa de abandono escolar prematuro -que se calcula a partir del número de jóvenes entre 18 y 24 años que no tienen ninguna titulación más allá de la ESO y no continúan estudiando- es del 13,7%, la segunda más alta de Europa. Una cifra significativamente por encima de la media de abandono escolar de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que se sitúa en el 9%.
Aunque la tasa media catalana es del 13,7%, el abandono escolar prematuro varía también en función de las poblaciones. En el caso de Barcelona, por ejemplo, tal como lo constata el último estudio encargado por el Consorcio de Educación de Barcelona y elaborado por la consultora KSNET, la tasa media se sitúa cerca del 7%, casi la mitad que la media catalana. A pesar de que los datos fluctúan en función de la población analizada, y que mejoran mucho los datos registrados hace casi dos décadas -un 32,9% en el año 2008-, las cifras confirman que el abandono escolar prematuro en Cataluña es un problema aún muy arraigado. «Quien fracasa no es el alumno, es el sistema, porque es incapaz de ayudar a los alumnos que parten de un punto de partida desigual», advierte en declaraciones a El Món Rosalina Alcalde, directora de la plataforma Zero Abandono, impulsada por la Fundación Bofill.
Alcalde asegura que aún queda mucho trabajo por hacer contra el abandono escolar por culpa de la «falta de voluntad política»: «Falta un plan de país firme», asevera. En concreto, la experta considera que la administración catalana, independientemente de quién gobierne, «debe escuchar más a los profesionales» del sector, desde profesores hasta educadores sociales, porque «son los que están en primera línea»: «Hay mucha dispersión… Tenemos programas que funcionan, pero que solo duran tres años y luego desaparecen. No queremos más pilotajes [en referencia a los programas piloto], queremos un plan de país con una visión clara», reclama Alcalde, quien recuerda que el abandono escolar no solo está influenciado por el funcionamiento del sistema educativo, sino por una gran cantidad de factores sociales que afectan a los jóvenes.

Atacar la raíz del problema
El abandono escolar es una cuestión multifactorial. El principal factor, del cual dependen los demás, es el nivel socioeconómico del entorno del joven: «El entorno familiar es clave, porque es donde todo se retroalimenta. A menos estudios, menos ingresos y, por tanto, más riesgo de dejar de estudiar, y más riesgo de pobreza», argumenta la directora de la plataforma, quien recuerda que, hoy en día, muy pocas empresas contratan a jóvenes que solo tengan el título de la secundaria obligatoria. De hecho, los datos del informe anual del trabajo juvenil en Cataluña de 2024, muestran que la tasa de población desempleada de entre 16 y 29 años con solo los estudios básicos -es decir, primaria y los primeros años de secundaria obligatoria- es del 58%. Unas cifras que demuestran la importancia de tener estudios postobligatorios, como mínimo, para insertarse en el mundo laboral.
Para estudiar, sin embargo, es importante tener un entorno estable económicamente, y los últimos datos de la administración detallan que la tasa de pobreza infantil en Cataluña se sitúa en el 35%. Al «círculo de la pobreza infantil» también se añaden los «factores personales» de cada joven, como sus dificultades de aprendizaje: «Hay alumnos que tienen dificultades de aprendizaje, pero que no las tienen diagnosticadas, porque el diagnóstico cuesta 500 euros, y hay familias que no pueden asumirlos», argumenta Rosalina Alcalde. Según apunta, las personas a quienes les cuesta más los estudios es mucho más fácil que decidan abandonarlos. Por todo ello, el nivel socioeconómico del entorno es el eje vertebrador de la mayor parte del abandono escolar prematuro, motivo por el cual la experta considera que es necesario poner en marcha planes que combatan de raíz este problema.

La falta de orientación
Dentro del sistema educativo, también hay aspectos que se pueden potenciar más para hacer frente al elevado porcentaje de abandono escolar. El principal, y que depende directamente del Departamento de Educación, en manos de la consejera Esther Niubó, es incrementar la orientación educativa de los jóvenes: «Yo decidí hacer un bachillerato porque antes no se contemplaba de la misma manera poder hacer un ciclo de formación profesional», argumenta Soraya Al-lal. A pesar de que en los últimos años se ha superado, mínimamente, el estigma sobre la FP, y que cada vez más jóvenes se matriculan en estudios de esta rama postobligatoria, Rosalina Alcalde considera que aún se deben ofrecer «más plazas» y se debe dar a conocer más la FP: «Aún necesitamos más orientación», asevera.
De hecho, ha sido precisamente esta orientación la que le ha permitido a Soraya reintegrarse a los estudios. Un tiempo después de dejar el bachillerato se apuntó al Start Nuevas Oportunidades de Manresa, es decir, a un centro impulsado por el Servicio de Ocupación de Cataluña (SOC) -cofinanciado por el fondo social europeo plus- que tiene el objetivo de formar e incorporar al mundo laboral y educativo a jóvenes entre 16 y 24 años que no estudian ni trabajan. «Allí hice diferentes formaciones gratuitas y, gracias a la manera en que hacían las cosas, recuperé la motivación», explica la joven. A raíz de su estancia en el centro de nuevas oportunidades, se matriculó en el ciclo formativo de grado medio de atención a personas en situación de dependencia, y ahora está terminando un ciclo formativo de grado superior de integración social. Solo le quedan las prácticas empresariales, que las está llevando a cabo en el mismo centro de nuevas oportunidades que le permitió reintegrarse a los estudios.

Medidas más concretas para paliar la crisis
Erradicar o, al menos, reducir significativamente el abandono escolar prematuro requiere atacar de raíz el problema. Y, para hacerlo, se necesitan más recursos, que dependen directamente de los presupuestos, prorrogados desde hace casi tres años en el caso de la Generalitat. Mientras tanto, sin embargo, hay pequeñas medidas más concretas que permiten combatir el abandono escolar. El último estudio publicado por el Consorcio de Educación de Barcelona, elaborado a partir de las respuestas de 136 centros, con una muestra que incluye 60 centros de alta vulnerabilidad, señala la promoción de los hábitos lectores como una de las medidas más efectivas para prevenir el abandono escolar. En concreto, el 50% de los centros encuestados aseguran que promover la lectura es una de las mejores maneras de prevenirlo, y el 33% también apuntan que realizan actividades de lectura grupal o individual en el aula, dos actividades que reducen en casi tres puntos porcentuales las posibilidades de abandono del alumnado. En este sentido, el estudio también considera positivo el fomento de actividades de investigación y aprendizaje autónomo, realizar trabajos individuales y en grupo, así como implementar trabajo globalizado por proyectos.
Más allá de la lectura, sin embargo, el estudio del Consorcio de Educación barcelonés también señala mecanismos más básicos que dan buenos resultados, según aseguran los centros, a la hora de prevenir el abandono. El informe indica que el alumnado de los centros donde siempre se hace registro diario de asistencia tiene entre 10 y 14 puntos porcentuales menos de probabilidades de abandonar los estudios. Según los resultados, el 73,1% de los centros de alta vulnerabilidad que siempre realizan registros de asistencia tienen una tasa de abandono por debajo de la esperada. Las direcciones pueden llevar a cabo algunas pequeñas medidas para evitar que los jóvenes dejen de estudiar, pero la clave para paliar la crisis que corroe el futuro del país es atacar de raíz las desigualdades socioeconómicas de la sociedad. Un objetivo, tanto a corto como a largo plazo, que requiere «voluntad política»: «Los problemas ya no son pedagógicos, sino que están fuera de la escuela», concluye Rosalina Alcalde.

