Tercera jornada del juicio al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por revelación de secretos. Una vista oral plagada de protagonistas de la compleja biosfera judicial y política del Madrid del Ibex-35, del poder del alto funcionariado del Estado y de las adjudicaciones del Boletín Oficial del Estado. La jornada de hoy continuaba el tono político con la vista que terminó el martes por la tarde. En concreto, han subido al estrado dos testigos que, a priori, participaron en el uso político de la filtración con la que acusan al fiscal general, es decir, de un mail del abogado de Alberto González Amador, -pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso- donde proponía al ministerio fiscal un acuerdo para evitar una pena de prisión reconociendo la autoría de dos delitos de fraude fiscal.
Así, el tribunal, presidido con paciencia por Andrés Martínez Arrieta, ha estado atento al exlíder del PSOE de Madrid Juan Lobato y al excargo de la Moncloa Pilar Sánchez Acera. Dos testigos que debían servir para esclarecer si la Moncloa había filtrado información sobre González Amador que serviría para batallar políticamente con Ayuso. En concreto, Sánchez Acera, la mañana del 14 de marzo, habría enviado un mensaje con el mail objeto del juicio a Lobato, para que lo utilizara durante la sesión de control en la cámara madrileña. Lobato preguntó de dónde había salido el mail y Sánchez Acera le respondió que los medios ya la tenían. Una explicación que no acabó de convencer a Lobato, que, previsor, le advirtió que había que estar seguros porque, si no, «parecía que se lo había pasado la fiscalía».
Los testimonios han sido previsibles. Lobato, que «por prudencia ya hizo un acta notarial» con los whatsapps intercambiados con Sánchez Acera, ha cargado contra la filtración de datos personales de políticos y ha dirigido críticas contra el abogado de González Amador. También dejó constancia del mensaje que remitió al exsecretario de Comunicación de la Moncloa, Francesc Vallès, que no tuvo respuesta. De hecho, Vallès testificó en la sesión de ayer. En cuanto a Sánchez Acera, se ha mantenido en sus trece, y ha defendido que el mail le llegó a través de la prensa y no de la fiscalía.

Testificar y opinar
La ronda de testimonios de hoy venía con el preludio de la vista de ayer, en la que el protagonismo fue para los directores de comunicación de la Fiscalía General del Estado y de la Fiscalía de Madrid –Mar Hedo e Íñigo Corral-, así como del jefe de gabinete de Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, alias MAR, y la misma pareja de la líder del PP, pieza indispensable de la trama. Al fin y al cabo, es la acusación particular, y quien sostiene la causa -más allá de las acusaciones populares- porque el ministerio fiscal no acusa y pide la absolución. González Amador cargó las tintas y acusó al fiscal general de haberlo «matado» con la supuesta filtración, a pesar de haber reconocido su fraude fiscal.
Lobato aprovechó su testimonio para reflexionar en voz alta sobre el aspecto político del caso. «Es una vergüenza que se defraude fiscalmente y que se propaguen mentiras», exclamó el exlíder del PSOE madrileño. Y añadió que es «incorrecto» que «se revelen datos de carácter reservado, lo haya hecho quien lo haya hecho». «Debemos reflexionar sobre las filtraciones de carácter reservado y su uso político», remarcó. «En general, es algo que hay que perseguir», remachó. Aun así, criticó «cierta intencionalidad política», del abogado de González Amador.
«No tuve el mail»
Sánchez Acera resaltó que nunca tuvo el mail, sino que recibió una imagen «de un documento diferente» que no tenía datos de a quién iba dirigido ni fecha, «solo el sello del despacho de abogados» que se comunicaba con la fiscalía. «Quiero dejar claro que no recibo el correo del 2 de febrero, el famoso correo del 2 de febrero”, exclamó. Sánchez Acera repitió su versión de los hechos ya expuesta en la instrucción del juez Ángel Hurtado. Reiteró que el documento le llegó a través de un medio de comunicación -sin decir cuál ni el periodista- y que no se lo envió la fiscalía. Habrá que ver ahora qué explican los periodistas.

