El sargento de los Mossos d’Esquadra Lluís Escolà fue un objeto de investigación codiciado para la misma policía catalana –a la cual pertenecía– pero también para el servicio de Información de la Guardia Civil. De hecho, fue doblemente investigado. Por un lado, por los Mossos d’Esquadra en el marco de su contratación como cargo de confianza del consejero de Interior Miquel Buch, por la cual los dos han estado condenados. I, por la otra, por parte de los efectivos de la Unidad Central Especial 3 de la Jefatura de Información de la Guardia Civil, en el marco de las diligencias de investigación del Tsunami Democrático, en que se acusa de terrorismo Carles Puigdemont y Marta Rovira, dirigida por el juzgado central de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, en manos del magistrado Manuel García Castellón.
Según el sumario del caso Escolà, al cual ha tenido acceso El Món, los agentes del instituto armado recogieron una ingente cantidad de mensajes del teléfono móvil de Escolà. Toda una operativa que finalmente quedó en nada, porque el sargento no ha sido imputado en la causa. Así, según un atestado del 7 de noviembre del 2019, de la Unidad Especial de Policía Judicial por los Delitos de Terrorismo, la poderosa Tepol, el sargento era visto como una “figura muy relevante del movimiento independentista”. Así mismo, se le considera líder de un “colectivo” bautizado como “raïm/gotim” del cual, igual que del supuesto

Las conversaciones de Signal, reinterpretadas
El atestado incluye varios mensajes de la red Signal de Escolà con otros investigados que la Guardia Civil discierne e interpreta. Los mensajes son del mes de julio, agosto y septiembre del 2019. De hecho, el informe policial asegura literalmente que “de las conversaciones se desprende que tratarán de varios temas”. Y hacen una pasa más allá, resaltando que “presumiblemente” conversarán de las “estrategias de movilización para los datos señalados por los sectores independentistas que se acercan, como la Fiesta nacional de Cataluña, el Primero de Octubre y la sentencia contra los líderes independentistas”.
Los analistas de información del instituto armado, a través del espionaje de los teléfonos móviles con un sistema similar a Pegasus, solo pueden concluir que Escolà se habría encontrado con otros investigados, como Dolors Gonyalons, pero en ningún caso, pueden certificar ni asegurar de qué hablaron durante los encuentros. Incluso, los policías solo pueden constatar que Monaguillo propuso a algunos de sus interlocutores investigados participar en jornadas de formación en la Casa de la República, los días 30 y 31 de agosto. De hecho, Escolà se limita a pasar el contacto de Sergi Miquel, entonces el gerente/director de Waterloo, una persona conocida por el gran público como el ‘gestor del exilio’.
A pesar de la intervención de las comunicaciones y operativas de seguimiento, los agentes no pudieron implicar Monaguillo en las protestas del Tsunami. En este sentido, la Guardia Civil también intentó implicar Escolà en la causa de la Operación Judas, como uno de los asesores de los CDR procesados. Con estas diligencias se acredita que Escolà fue investigado tanto por los Mossos d’Esquadra como por parte de la Guardia Civil con el único argumento que salía a las fotos acompañando el presidente Carles Puigdemont en su exilio. Un hecho por el cual fue denunciado, primero anónimamente y después por Ciudadanos, a la Fiscalía, hasta que el pasado verano fue juzgado y condenado por malversación y prevaricación a cuatro años de prisión.