Recoger los bártulos y marcharse. Esta fue la respuesta de una nutrida representación de Nova Esquerra Nacional (NEN) en la asamblea territorial de Cataluña Central, celebrada este jueves por la tarde en el Local Catalunya de Avinyó, en el Bages. Un cónclave que reúne a la militancia de Bages, Berguedà, Solsonès, Moianès, Lluçanès y Osona y que debía debatir las enmiendas a las ponencias políticas y reglamentarias para la segunda parte del congreso nacional de ERC, que se celebra en Martorell el 15 y 16 de marzo. Todo esto por la cantidad de enmiendas que defendía la corriente que fue derrotada por Oriol Junqueras en la primera fase del congreso y que no se aprobaron.
De hecho, la asamblea se celebraba en uno de los bastiones más importantes de NEN y del movimiento opositor a Junqueras. Y así lo remarcaba el hecho de que la gran mayoría de enmiendas las firmaba Alba Camps, la número dos de Xavier Godàs en la candidatura que aspiró a liderar ERC. También había enmiendas presentadas por uno de los veteranos de la militancia republicana en la Cataluña carlina como es Agustí Lleyda, histórico carnet de ERC en Santpedor y picapedrero de la formación, el municipio de la exvicepresidenta Laura Vilagrà, que también asistió al cónclave; o por Sílvia Mur, militante de la neocomarca del Moianès, así como Salvador Busquets, de Navàs (Bages).
Alba Camps se marcha indignada porque no aprueban sus enmiendas
La discusión, el debate y sobre todo las mayorías de la asamblea terminaron como el rosario de la aurora y con muchos militantes sorprendidos por las reacciones que se vivieron. Alba Camps abandonó la asamblea, con el grupo que la acompañaba, en protesta porque no se aprobaban sus enmiendas. También lo hizo la presidenta regional y concejala en Manresa, Mariona Homs, antes que Camps, pero ya había advertido que se marcharía antes de tiempo por motivos personales, a pesar del malestar que expresó por una enmienda sobre el feminismo. Ambas de NEN. Una reacción indignada que dejó perplejos a muchos militantes que no están encuadrados en ninguna de las corrientes, pues no podían entender el enfado por perder votaciones, y más cuando ganaban otras enmiendas. Tan grave fue el descalabro que la ponencia estratégica, que debía presentar Joan Plana, el exalcalde de Roses y hombre de confianza de Junqueras, no se pudo debatir. Así como la ponencia política, que quedó a medias.

Una asamblea importante para la cual el junquerismo se había preparado
Si algo tienen los partidos políticos catalanes es que sus miembros se conocen muy bien. De hecho, pasa como con las cebras: desde fuera se ven todas iguales, pero entre ellas se distinguen. Por eso, el junquerismo, conocedor de que quizás entraba en un terreno adverso y apesadumbrado por otros disgustos, se preocupó de enviar a la asamblea un escuadrón de élite, sus Navy SEAL, con Oriol López a la cabeza, un zapador político de primer nivel; uno de sus hombres fuertes en la elaboración de discurso, Cesc Iglèsies; Marc Sanglas, que domina con detalle la estructura territorial de la formación y en Jordi Estiarte, el alcalde de Bellpuig (Urgell), que se ha erigido en uno de los garantes de la territorialidad del partido.
Además, Junqueras contaba con ejército territorial propio, con nombres sobre todo de Osona, como el alcalde de Sant Pere de Torelló, Jordi Fàbrega, un verdadero druida político en la zona; Lluís Argemí, un gerente histórico de la formación, o Joan Ballana, exmiembro de gobierno municipal en Vic, que logró llegar a los cinco concejales en una ciudad con la que ERC siempre se ha atragantado y que Junqueras ha recuperado sobre todo en políticas de seguridad pública, aunque continúa su actividad empresarial privada. Entre las filas del junquerismo, estaba el comandante en plaza, Lluís Oliveras, de Sant Vicenç de Castellet, empresario con más años de carnet que la estelada y que nunca ha ostentado ningún cargo institucional, así como David Rodríguez, exalcalde de Solsona y persona con un gran ascendiente sobre la militancia por su aire efectivo, eficaz y con fama de gestión honesta.

El antifascismo, clave de la disputa y la salida indignada de Alba Camps
A pesar de la preparación, el junquerismo se encontró con una resistencia de baja intensidad. Por ejemplo, del Bages, había notorias ausencias, como el alcalde de Manresa, Marc Aloy. La asamblea transcurrió con normalidad con aprobación de enmiendas, algunas retiradas, transaccionadas y algunas rechazadas. Hasta que llegó el punto de una enmienda sobre «el antifascismo» que defendía Alba Camps. Un anexo de Camps a la ponencia política que pretendía definir a ERC como antifascista y además establecer que este posicionamiento debería establecerse «no solo no llegando ni facilitando ningún acuerdo con Vox y Aliança Catalana, sino no pactando, tampoco, con ninguna fuerza política que busque acuerdos con ellos».
En la discusión, la militancia rebatió a Camps que ERC, por definición, como partido republicano y de izquierdas, ya es antifascista. Y, por otro lado, imponer que pueda hablar con otras formaciones que en su día «hayan buscado acuerdos con otras formaciones con las que ERC es evidente que no pactaría» no tiene ningún sentido porque «implica que gobiernas solo cuando tienes mayoría absoluta». La pérdida de la votación en esta enmienda levantó a la representación de NEN, que abandonaron la asamblea, visiblemente enfadados, y dejaron al resto de participantes con un palmo de narices, sin saber exactamente qué había pasado. Camps y, más tarde, Homs dejaron el cónclave con el argumento de que no había manera de aprobar sus enmiendas. Un argumento curioso para muchos militantes, que no entendían la plantada por haber perdido votaciones de las que culpaban al rodillo junquerista. «Quizás no saben que, en democracia, los votos se cuentan y no se interpretan», reprocha un militante, mientras lamenta estos episodios en un panorama de «fortaleza del PSC y un avance de la ultraderecha».
