Las negociaciones para la investidura del socialista Pedro Sánchez llegan al fin de semana en un momento de máxima tensión. De hecho, el foco de la recta final se centra en la posición de Junts por Cataluña y en su líder, el presidente al exilio, Carles Puigdemont. La reunión del Secretariado Permanente este jueves en Bruselas acabó sin una postura unánime, a pesar de que había participantes en el encuentro que defendían añadirse en el acuerdo de socialistas y republicanos y firmarlo con pocas modificaciones en el último texto acordado. Pero, finalmente, tanto jueves como este viernes ha ganado la posición de evitar que «la amnistía solo sea por élites». Es decir, que sea efectiva para los políticos, pero deje de banda centenares de represaliados por delitos de orden público o por los procesos de «lawfare». «Queremos garantizar una amnistía general», afirman.

«Haremos como el Vietcong, no dejaremos atrás cabe herido», advierte un miembro de la dirección en conversación con El Món. Un mensaje dirigido a tranquilizar los investigados por las diversas piezas separadas de la Operación Volhov o por aquellos casos que, posteriores al Primero de Octubre, dejen en manos de la interpretación subjetiva de un juez si «están relacionados con los procesos electorales del 9-N del 2014 o del Primero de Octubre del 2017». Casos como por ejemplo el caso del ex consejero Miquel Buch y el sargento de los Mossos d’Esquadra Lluís Escolà, condenados con la acusación de malversar fuentes para proteger Puigdemont al exilio, el caso de Josep Lluís Alay por su viaje en Nueva Caledonia o bien el caso de la Asociación Catalana de Municipios (ACM), reabierto en julio por la sala de lo penal que dirige Manuel Marchena. Así mismo, quieren proteger los centenares de encartados en procesos por desórdenes públicos, atentados a la autoridad, sancionados por la ley mordaza o desobediencias.

La preocupación es también la cláusula que excluiría los procesos abiertos por terrorismo, donde se ubicarían casos como la investigación del Tsunami Democrático o la Operación Judas, ambas comandadas por el titular del juzgado de instrucción 6 de la Audiencia Nacional, Manuel Garcia Castellón. Junts también quiere proteger de condenas los encartados en causas por procesos abiertos a raíz de las actuaciones de la policía patriótica. «Queremos una amnistía restaurativa», insisten las mismas fuentes y «no una que se limite a los procesados al juzgado 13 o 18, o a los condenados del Proceso, porque al final, quien más se beneficiará de la amnistía será el Estado español».

Oriol Junqueras y Fèlix Bolaños después de subscribir el acuerdo de investidura/ERC
Oriol Junqueras y Fèlix Bolaños después de subscribir el acuerdo de investidura/ERC

La cláusula de la discordia en el redactado de la amnistía

Una de las exigencias de Junts en esta negociación que se alarga más del que querrían los socialistas es una cláusula que implique los casos abiertos por lawfare. Es decir, la batalla a los tribunales contra líderes independentistas por vías indirectas, con casos no vinculados con el 1-O o el 9-N. Un posicionamiento que desde Sumar, el PSOE o ERC interpretan que serviría para casos como Laura Borràs. Los juntaires, pero discrepan de esta lectura. La formación entiende que el caso Borràs se puede resolver a través del indulto parcial que propuso el mismo el TSJC en la sentencia condenatoria. En este sentido, quieren forzar los socialistas a tramitar el indulto, a pesar de que en un principio hacían el remolón. Además, opinan que no tendría ningún sentido que si su «discurso es la pacificación y el entendimiento hagan entrar en la prisión la presidenta del partido de Puigdemont».

Junts quiere aprovechar la «cláusula del lawfare» para los procesos abiertos contra independentistas que lo redactado actual de la propuesta de ley de amnistía no permitiría relacionar, con un algoritmo de causa-efecto, con el Proceso del Primero de Octubre. Una opción que topa con el relato que ERC y PSOE defienden: el de la «seguridad jurídica» para garantizar la aplicación de la ley en casos que no dejen a los jueces, que ya han dejado clara su posición contraria a la amnistía, ningún margen de interpretación restrictiva del texto que se apruebe.

Pero, además, Junts ha querido enfriar las expectativas de un pacto inmediato que se estaban generando porque considera que ERC y PSOE han maniobrado con «rapidez» para «recortar el terreno de juego» a los de Puigdemont. De aquí que el acuerdo se atrase por la defensa de esta cláusula que Junts califica «de imprescindible». «Con esta cláusula evitaríamos que los poderes del Estado más intransigentes con la ley bloquearan una amnistía que tiene que ser general para todos los perjudicados por la represión del proceso independentista», subrayan fuentes de Junts.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, recibe la diputada de Juntos, Miriam Nogueras / Europa Press

Una directiva europea, clave en la fase final de la negociación

En relación con esta cláusula, que alcanzaría desde la operación Volhov al caso Judas, hay que tener presente la influencia de la directiva de la Unión Europea 2017/541 del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo de 15 de marzo del 2017. Un ordenamiento que limita mucho la aplicación de medidas de perdón o amnistía en procesos de terrorismo y tortura. Con este texto en la mano, Junts intenta hacer orfebrería fina y defiende un redactado que no deje ningún espacio a prohibir la amnistía en los procesos abiertos a la Audiencia Nacional en que se presenta una acusación bajo el paraguas del terrorismo o la tenencia de explosivos, como por ejemplo la causa del Tsunami Democrático o la operación Judas. Este redactado consistiría a incluir en la amnistía aquellos casos que no han registrado ningún estrago y en que, además, no hay ninguna sentencia firme.

Por lo tanto, la lectura de esta cláusula determinaría los casos que todavía se pueden desprender de las diligencias que continúan secretas a la Audiencia Nacional y que podrían abrir nuevas piezas separadas por los mismos delitos. Un riesgo que también corren la cuarentena de nombres que aparecen en las piezas separadas de la Volhov que, en cualquier momento, pueden ser convertidos en imputados por el juez. De hecho, a la causa del Tsunami todavía permanece en manos de la fiscalía el expediente que remitió el titular del juzgado de instrucción 1, Joaquín Aguirre, en una de las piezas separadas de la Volhov, sobre Tsunami. El ministerio público apostaba para enviar la causa a un juzgado ordinario de Barcelona. En todo caso, esta directiva es, para Junts, fundamental en la arquitectura de la amnistía, tanto por quien puede quedar incluido como por quien puede quedar excluido.

Sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares/Quico Sallés
Sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares/Quico Sallés

‘Pressing’ Junts: ERC y PSOE empujan para llevar el pacto en el Congreso

En este marco, es posible que, para aumentar la presión sobre Junts, ERC y PSOE registren el texto acordado y fuercen la negociación en el Congreso. Una táctica que los juntaires aseguran que no los asusta, porque han llegado a la convicción que tienen tiempo para negociar «hasta diciembre». «No tienen presente que Puigdemont cuenta quedarse en Bruselas», opinan con cierta ironía miembros de Junts consultados por El Món. «Tenemos que aprovechar que tenemos el Estado en nuestras manos, y no podemos caer en la trampa en que nos quieren hacer caer ERC y socialistas», insisten desde la formación.

Por eso, ahora centran los esfuerzos en la ley de amnistía y a «el garantizar que sea general». De aquí que ven bien la figura del «verificador» pactada entre ERC y PSOE, a condición de que se cumplan sus funciones tal como recoge el acuerdo. De hecho, desde los juntaires aseguran que el presidente al exilio «ve bien» los nombres que se han propuesto, a pesar de que considera que es imprescindible que los espacios de negociación de ERC y Junts, «aunque no es que comparta estrategia, como mínimo se coordinen». A pesar de la tensión, nadie quiere, a estas alturas, un desacuerdo.

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