«La escritura graba la memoria». Este es el mejor frontispicio para el libro El maqui que encara lluita (Ara Llibres), de Enric Garcia Jardí, una curiosa biografía, tanto en el fondo como en la forma, de la vida de Joan Busquets Verges, el Senzill, el último maqui libertario que aún dedica su vida al antifascismo. Un libro interesante, con un ritmo narrativo comodísimo, que tiene una virtud extraordinaria entre los actuales ensayos breves y títulos de no ficción que se dirigen a un público no especializado: en concreto, que Garcia Jardí evita la pretensión moral, la romantización de una historia dura y, sobre todo, tratar al lector de tonto e infantil.

El libro hace un ejercicio de prosa periodística que cautiva y entretiene desde el primer momento. Mezcla con oficio las conversaciones que ha mantenido con Busquets, su biografía e incluso juega con cierta gracia a simular una tertulia que sirve para recoger la historia narrada en poco más de 160 páginas. Joan Busquets (Barcelona, 1928) vive en Normandía. Un lugar emblemático de la guerra contra el fascismo que lleva por nombre la Segunda Guerra Mundial. El Senzill cocina, recuerda, explica y se ha dejado ver en algún acto por el Berguedà y en encuentros de reivindicación de la memoria en Barcelona y en Madrid. Busquets se integró en 1948 en los maquis, en la partida de Marcel·lí Massana.

Este es el punto de inicio y, con una materia prima de lujo como es la vida de un guerrillero y la represión vivida, Garcia Jardí cose un relato dinámico, sin ocultar que los maquis iban armados, disparaban y secuestraban. Pero sin olvidar que donde luchaban era un estado fascista que reprimía y mataba al amparo de la legalidad establecida por el franquismo, la franquicia española del fascismo. La guerra soterrada que el franquismo y el franquismo sociológico posterior ha intentado ocultar con cierto éxito. De hecho, no hay nada más triste que ser del bando perdedor y dejar que sean los otros los que escriban la historia.

Portada del llibre El Maqui que Lluita
Portada del llibre El Maqui que Lluita»/QS

Un libro que destapa los oídos

El libro cobra especial impulso en un contexto en el que parece que la memoria histórica sea un favor del poder a la sociedad. Y, en el caso de los maquis, aún es más impactante. Solo hay que constatar cómo desde las administraciones se han tapado los oídos contra la recuperación de su memoria. Un pequeño ejemplo de ello es la poca importancia concedida y la escasa inversión destinada al museo del Maquis en Castellnou de Bages. No se trata de mitificar ninguna figura, ni ningún movimiento, sino de explicar sus causas y sus consecuencias, con trabajos rigurosos y científicos, pero también con obra más abierta, más popular y comprensible como la de Garcia Jardí.

La dureza del relato de la vida durante 20 años en centros penitenciarios franquistas, con intentos de fuga de película; la vida de guerrillero con la única certeza de que «los pinos son los únicos que no hablan»; la dificultad de su familia y la descripción sana de cómo actuaban Ramon Vila Capdevila, Caracremada, Valentí Massana, o Josep Lluís Faceries, pero también los hermanos Sabaté, el Taràntula, el Tragapanes, Saturnino o Gregorio configuran un libro cuidadoso y respetuoso con la historia, el tiempo y sus protagonistas más proscritos.

Una cara oculta de la historia

Leer el libro transporta a una cara oculta de la historia de Cataluña, de la historia de España y también de Europa. Incluso, hay algún episodio de Francia donde no queda muy bien retratada la República nacida supuestamente de la famosa y edulcorada Resistencia. Sin ánimo de hacer ningún espóiler, Garcia Jardí abre la puerta a recordar que en este país hubo gente que disparaba contra el régimen, que hacía sabotajes y que se la jugó, a pesar de que la fama y la gloria se las han llevado los que supuestamente corrían delante de los grises. Aunque nunca se puede olvidar que el régimen no solo murió en la cama, sino que acordó el pacto de la Transacción.

Sin ninguna intención de hacer historia, Garcia Jardí realiza una labor inmensa, de mantener viva y para profanos una historia oculta en la clandestinidad de los intereses. El libro es un antídoto contra los que reducen los maquis al nombre de una travesía de montaña para los runners de fin de semana. Vale la pena las poquísimas horas que invertirán en el libro, el beneficio es enorme. Pero tengan cuidado, que tal vez se den cuenta de que son anarquistas. Como dice el libro, «hay que tener memoria». Buen trabajo.

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