El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, hizo balance del año 2025 en la rueda de prensa de la última reunión del Consell Executiu del año, y dijo que ha sido «un buen año» a pesar de ser «perfectamente consciente de los problemas que tenemos y de la tarea que queda por hacer». Con todo, e igual que hizo en su discurso de Navidad, se atrevió a pronosticar que «el 2026 que el 2025». De momento, el ejecutivo socialista cierra el 2025 igual que cerró el 2024, prorrogando presupuestos ante la imposibilidad de aprobar unos nuevos con Esquerra, que ya le ha advertido del riesgo de tener que afrontar un segundo año con presupuestos prorrogados si no hay avances con la financiación singular, y Comunes. Aun así, aseguró que «en enero pasarán cosas» y situó el acuerdo de financiación entre la Generalitat y el gobierno español «estas primeras semanas o meses del año». «Nos tomaremos unos días de descanso esta Navidad, pero estamos activos en esta materia», añadió. A la espera de eso, y según exponen expertos consultados por El Món, el ejecutivo de Illa ha cerrado con un balance legislativo discreto, con solo cuatro leyes aprobadas y sin presupuestos. También ha mantenido un perfil bajo y siempre ha tenido un ojo puesto en Madrid.

El politólogo y profesor de la UPF Toni Rodon manifiesta que el objetivo del ejecutivo ha sido mantener «un perfil bajo, sin grandes estridencias»: «Un perfil más de gestión que de grandes proclamas y grandes políticas públicas», y señala que con José Montilla de presidente se intentaba llevar a cabo cambios estructurales, pero con Illa, no. «Hay consejos de expertos, mucho análisis y diagnóstico, y, de momento, lo que vemos es gestión y análisis, y ya está». «Y quien día pasa, año empuja, que es un poco lo que parece que es el objetivo internamente», concluye. Además, recuerda que «gobernar no solo tiene un poder real, sino también un poder simbólico», y recuerda que esto lo ponían en práctica presidentes como Jordi Pujol y Pasqual Maragall porque proyectaban «tener más poder del que tenían». «Con Illa parece que sea al revés, que a veces tiene una sensación de querer tener menos poder del que se tiene», dice, y señala que en la crisis de la peste porcina africana recurrió muy pronto a la UME.

El profesor de Ciencias Políticas de la UAB Marc Guinjoan considera que Illa y su Gobierno continúan «un poco con la línea esta de la Cataluña letárgica», sin hacer ruido, y avanzando poco a poco «sin ninguna estridencia». También expone que de vez en cuando «intentan cumplir» los acuerdos que alcanzaron con Esquerra y con Comunes y también intenta tener un diálogo «muy moderado» con Madrid, y deja en manos de Junts y Esquerra los que lleguen a acuerdos con el gobierno español y ser el «receptor de los beneficios» en materia como financiación o Rodalies. Andreu Paneque, doctor en Ciencias Políticas y profesor en la UOC, apunta que Illa está haciendo lo que quería hacer, que, según él, es «un Gobierno de perfil bajo». «En el sentido de no dar muchos sobresaltos, sobre todo teniendo en cuenta que el Congreso y la Generalitat son vasos comunicantes y que él es uno de los hombres fuertes de Pedro Sánchez». «No le interesa hacer mucho ruido», sentencia, y llega a la conclusión de que «ha conseguido que los líos se los coman los otros partidos mientras él sigue con su agenda».

El presidente del Gobierno, Salvador Illa, con el consejero Albert Dalmau y las consejeras Alícia Romero y Núria Parlon, en el pleno del Parlamento / ACN

Un gobierno supeditado a Madrid para no crear muchos más problemas a Sánchez

Con todo, Paneque defiende que «sin ninguna duda» el Gobierno de Illa está muy supeditado a Madrid. «Tiene mucho que ver teniendo en cuenta la orografía de las dos cámaras», una situación que ha llevado a no presentar el nuevo sistema de financiación antes de finales de año como estaba previsto en un principio. «Esto significa que se están incumpliendo una serie de acuerdos, pero creo que se ha llegado a una calma tensa en la que todos saben que, dentro de no ser mejor de los escenarios, cualquier otra solución es peor». Y por eso, según él, «no vemos a los partidos catalanes haciendo grandes acciones ni grandes discursos, más allá de cierta parafernalia por parte de Junts». Rodon señala que la proclama interna dentro del ejecutivo es no crear demasiado revuelo para no crear muchos más problemas a Sánchez de los que ya tiene.

«Están supeditados a Madrid, pero sin que esto les cause ningún tipo de problema ni contradicción», añade Guinjoan, que insiste en que el ejecutivo de Illa vive «en una situación extremadamente cómoda». «Esto, además, siempre se pone en contraposición con lo que puede llegar a venir, que sería un gobierno de PP y Vox en el gobierno español, y hace bueno cualquier cosa que pueda hacer el PSC». «Son unos gestores de una autonomía, que tampoco ellos no esperan que sea mucho más, y esto también es fácil y les beneficia», señala, y argumenta que «cuando gestionas una autonomía, que quieres que se convierta en un estado, pero no tienes manera fácil de conseguirlo, tu votante será mucho más exigente contigo que cuando tú gestionas una autonomía y ya te está bien esta autonomía, porque puedes limitarte a gestionar estas migajas».

El presidente de ERC en el Parlamento, Josep Maria Jové, entrega un papel al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en el pleno del Parlamento / ACN

Un gobierno con una oposición débil y un PSC que actualmente es el «actor pivotal»

A pesar de todo, los expertos señalan que actualmente no hay alternativa a un gobierno del PSC, que es un actor «pivotal» en la política catalana porque cualquier opción de alianzas pasa ahora mismo por los socialistas y «tampoco tienen una oposición fuerte». «Actualmente, sin ellos no se puede hacer nada», señala Toni Rodon, y añade que el problema de ERC y Comunes, como socios prioritarios, y Junts, como principal partido de la oposición, es que «puede haber mucha gesticulación, pero, al fin y al cabo, la alternativa que tienen es muy baja». Guinjoan manifiesta que el Gobierno «no tienen una alternativa que les haga frente ni tampoco tienen una oposición fuerte», y señala que republicanos y comunes, que no se molestan entre ellos y que tienen las parcelas de negociación con el ejecutivo muy definidas, «no hacen amenazas «demasiado contundentes». «Negocian cosas muy puntuales sin tener grandes proyectos de país ni ideas grandilocuentes, pero seguramente esto pasa por un momento político que vive Cataluña», concluye.

Por otro lado, indica que la recuperación de Esquerra en las encuestas es un crecimiento «mecánico». «Es decir, estaban tan abajo que suben, y como no hay alternativa política dentro del independentismo, porque Junts y la CUP están desaparecidos y no te gusta Aliança, te vas a Esquerra», defiende, pero deja claro que esta recuperación no se debe al hecho de que el presidente de ERC, Oriol Junqueras, haya «reanimado» las bases. Finalmente, Paneque incide en que ERC y Comunes «encajan» en el apoyo que dan al gobierno y que las dos formaciones «temen que se absorban el uno al otro». Esta, apunta, es la razón por la cual cada uno negocia carpetas diferentes con el ejecutivo de Illa, que gobierna cómodamente con un perfil bajo, sin hacer ruido y con un ojo puesto en Madrid.

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