Felipe VI ha dado el tradicional discurso de la noche de Navidad. El de este año ha sido el duodécimo desde que fue proclamado rey español y ha coincidido con los 50 años de la muerte de Franco y el inicio de la democracia en el Estado español. Felipe VI grabó el discurso el lunes, 22 de diciembre, en el Palacio Real de Madrid y se ha dirigido a la ciudadanía de pie, a diferencia de lo que había hecho el rey emérito, Juan Carlos I, y él mismo.
Felipe VI ha hecho un llamado a la «convivencia», como la «base de la vida democrática», para enfrentar los «radicalismos, extremismos y populismos». «No basta con recordar que nosotros ya hemos estado allí. Este capítulo de la historia ya lo conocemos y tuvo consecuencias funestas -ha dicho en referencia a la dictadura franquista. Nos corresponde a todos preservar la confianza en nuestra convivencia democrática».
«Asco, desencanto y desafecto»
Con un marcado tono constitucionalista y europeísta, Felipe VI ha recordado también los 40 años de entrada del Estado español en la Unión Europea, después de muchos años de «distanciamiento». Y ha puesto énfasis en la situación política actual. A su parecer, la «tensión» en el debate público provoca «asco, desencanto y desafecto», unas «realidades» que «no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo». Felipe VI ha defendido poner en el centro de toda política «la dignidad del ser humano, sobre todo de los más vulnerables».

Un mundo convulso y el orden mundial en crisis
Felipe VI también se ha referido al hecho de que vivimos en un mundo convulso en el que el orden mundial está en crisis y las sociedades democráticas enfrentan un problema «inquietante» de «confianza», una realidad que afecta «seriamente» el ánimo de la ciudadanía y la credibilidad de las instituciones. Según Felipe de Borbón, los radicalismos, extremismos y populismos se nutren de la falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro, ha remarcado.
A lo largo del discurso, del cual Felipe VI se ha despedido con una felicitación de Navidad en español, catalán, euskera y gallego, ha reconocido que problemas como el costo de la vida, el acceso a la vivienda y la incertidumbre laboral por los avances tecnológicos «son un condicionante cada vez más grande y a veces trágico».

