Tres días antes de las elecciones del 21 de julio, el secretario general del PSOE y candidato a la reelección como presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, cerró la puerta a hablar sobre el derecho de la autodeterminación y la amnistía, que son las dos grandes reivindicaciones de ERC y Junts sobre la mesa para facilitar su investidura. «El independentismo pedía la amnistía, pide un referéndum de autodeterminación, no han tenido la amnistía y no hay ni un referéndum de autodeterminación ni lo habrá», afirmó el presidente español en funciones en una entrevista en La Sexta antes de saber que los votos de los independentistas serían clave si quería seguir en la Moncloa.

Desde entonces, y sobre todo después de las vacaciones de verano, los socialistas han ido suavizando su discurso e, incluso, el propio Sánchez aprovechó el inicio del curso político para dejar claro que ahora era el «momento de la política» y, sin hacer ninguna referencia a las dos demandas exigidas por los partidos independentistas, destacó que en la pasada legislatura ya había adoptado «medidas valientes, arriesgadas y a veces incomprendidas», como por ejemplo los indultos, y resaltó que ahora toca ser «coherentes» y continuar avanzando en «la convivencia».

Esta no es la única señal que ha tenido esta modulación del discurso por parte de los socialistas, que en la pasada legislatura se opusieron a la amnistía en numerosas ocasiones a través de Carmen Calvo, Miquel Iceta, Salvador Illa y José Zaragoza, entre otros. Sin ir más lejos, el martes 5 de septiembre, el mismo día de la conferencia del presidente en el exilio, Carles Puigdemont, en Bruselas, la portavoz del gobierno español, Isabel Rodríguez, evitó responder si la medida encajaba o no en la Constitución, hasta el punto de que retiró la palabra al ministro de Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, cuando se iba a pronunciar sobre esta cuestión. Y es que la fórmula que se han autoimpuesto los socialistas para la negociación es «discreción», «prudencia» y «cautela».

Expertos consultados por El Món consideran que los socialistas «han suavizado» el discurso porque hay una «aritmética endemoniada» favorable a las fuerzas independentistas y remarcan que este puede ser «el último tren de Pedro Sánchez y de la gente que hay a su alrededor» porque en unas nuevas elecciones nunca se sabe qué puede pasar, pero creen que «es posible» que no se pronuncien abiertamente a favor de la amnistía si no hay un acuerdo cerrado.

El presidente español, Pedro Sánchez, en un acto de campaña / ACN

El catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Barcelona Jordi Matas cree que los socialistas «mirarán de alargarlo tanto como sea posible» porque la amnistía es «una palabra y un concepto que en según qué ámbitos políticos no quieren oír hablar de él» y añade que una estrategia que pueden adoptar los socialistas es generar un «obstáculo» en la negociación por si finalmente se acaba aprobando esta ley de amnistía demostrar que han hecho «una concesión extraordinaria a las fuerzas independentistas». Por otro lado, el profesor de Ciencias Políticas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Marc Guinjoan señala que el PSOE, ayudado por el PSC y por el PSE-EE, ha empezado a entender que «el mapa del comportamiento electoral en España cada vez viene más explicado por la dinámica centro-periferia y tiene que mantener contento a una parte del electoral en España que no es el suyo».

Así mismo, Matas destaca que hace tiempo, desde principios del mes de agosto, que se veía que el independentismo exigiría la amnistía como un «elemento previo» a la negociación para la investidura de Sánchez, pero avisa de la posibilidad que los socialistas quieran convertir la medida de gracia «en una cuestión definitiva en vez de una cuestión previa». «Si no se aprueba antes de la investidura, mal asunto», alerta el catedrático de la UB, que, sin embargo, es de la opinión que los socialistas «quieren ceder con esto y lo querrán vender como una gran concesión» al independentismo para conseguir que Sánchez sea investido presidente. El politólogo de la UOC también manifiesta que desde «las élites territoriales del PSOE se está haciendo presión para llegar a un acuerdo que pueda desactivar el conflicto que ha habido en años anteriores».

Junts tiene que aprovechar el momento

Por otro lado, Guinjoan expone que Junts tiene que aprovechar el momento porque «la aritmética endemoniada que las elecciones han dejado al PSOE es un caramelo para Junts que difícilmente se volverá a repetir». A pesar de admitir que Junts juega la carta de querer «resultados inmediatos», el experto lo ve «un poco complicado» porque puede haber cosas que se aprueben antes de la investidura y otras que se tendrán que dejar para hacer «durante la legislatura con el riesgo que España no cumple nunca». «Pero es un riesgo que tienes que asumir porque no tienes nada mejor y la aritmética que tienes actualmente te permite conseguir muchas más cosas que las que no has conseguido nunca», subraya.

Míriam Nogueras, acompañada de la cúpula de Juntos, durante la comparecencia para valorar los resultados electorales / Mireia Comas

Jordi Matas deja claro que Junts ha fijado la amnistía como un elemento para «empezar a hablar» y esto obliga el PSOE a «ceder, hacer una concesión y aprobar una ley que no tenía prevista aprobar y con unos plazos muy rápidos» porque lo piden como condición previa a la investidura. Aun así, el experto de la UB no descarta la tesis expuesta por Marc Guinjoan, puesto que el PSOE podría no contemplar la ley de amnistía como un elemento previo a la investidura alegando «la dificultad que puede haber al elaborarla, primero, y aprobarla después a tiempo, con los plazos que se supone que lo tendría que aprobar».

Cautela ante la posibilidad que descarrilen las negociaciones

Guinjoan cree que la posibilidad que las negociaciones descarrilen por cualquier motivo hace que los socialistas «no se pronuncien abiertamente a favor de la amnistía hasta que se haya sellado un acuerdo». Y lo ve como una cosa normal porque «no puedes ir hablando e ir vendiendo la piel del cordero antes de haberlo matado» y, por lo tanto, considera que serán «muy cautos» en este sentido.

«Puedes dar ciertas indicaciones, pero no puedes ir más allá porque si esto descarrila, vamos a nuevas elecciones y el PSOE quiere ganar estas elecciones. Si tú ya antes has vendido la amnistía y después no lo consigues, esto te puede pasar factura». «Lo tienen en cuenta y saben a qué juegan. No son principiantes», sentencia.

El expresidente del gobierno español Felipe González, en un acto el junio del 2023 / Alejandro Martínez Vélez / Europa Press
El expresidente del gobierno español Felipe González, en un acto el junio del 2023 / Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Críticas internas en el PSOE

Otro aspecto a tener en cuenta, según Matas, es «la repercusión que puede haber, que los dirigentes del PSOE pueden interpretar como negativa», sobre la amnistía y que la «opinión de las viejas glorias» puedan crear cierta influencia y «una crítica dura» hacia el partido. De hecho, dirigentes históricos del PSOE como el expresidente español Felipe González, el exvicepresidente Alfonso Guerra o el exministro Ramón Jáuregui, entre otros, ya se han posicionado en contra de la medida de gracia y han pedido a Pedro Sánchez que no la saque adelante. Aun así, Jordi Matas cree que el PSOE puede vender «relativamente bien» la amnistía a su electorado y ha puesto el ejemplo de los indultos. «Ya sé que la palabra amnistía tiene un simbolismo extraordinario, pero pienso que la medida en general es más fácil de justificar y explicar que otras cuestiones que vendrían después», subraya.

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