El escritor Suso de Toro (Santiago de Compostela, 1956) ocupa, en estas elecciones, el último lugar de la lista del Bloqueo Nacionalista Galego (BNG), la formación a la cual se afilió en el peor momento del nacionalismo gallego, cuando se vio amenazado por el surgimiento de espacios estatales vinculados a Unidas Podemos. El intelectual -a quien incluso Manuel Fraga leía atentamente- ha tomado esta decisión por la trascendencia del momento, puesto que estas elecciones suponen la primera oportunidad real de presidir la Xunta para el sobiranismo gallego. Recibe a El Món en una cafetería de Santiago próxima a su casa, desde donde insiste en que el BNG ya no se inspira en el nacionalismo catalán, en horas bajas, ni en el vasco. Mantiene que la convicción de Ana Pontón, a quién Suso de Toro admira profundamente, es construir un movimiento que responda a las necesidades del país mientras no se consiga lo que ahora parece imposible: la independencia de Galicia o, la que cree que más convendría a España, la de Madrid.
Va en un lugar simbólico de la lista del Bloque Nacionalista Galego (BNG). ¿Da este paso porque cree que son unas elecciones que pueden ser un punto de inflexión?
Más bien entiendo el momento de mi país en la historia como un punto delicado, muy preocupante. Hace unos años el surgimiento del movimiento de las mareas en Galicia, después del 15M, cuestionó la necesidad del nacionalismo gallego, del galleguismo político. En aquel momento di un paso adelante y me afilié al BNG porque creía que era necesario reforzar la organización más potente del nacionalismo gallego. Ahora es un momento delicado para Galicia como país por el continuo éxodo de gente joven y la pérdida de industria y empresas e incluso por la situación de la lengua. Es un momento delicado para el país y además ahora las elecciones coinciden con una debilidad del PP en la Xunta. Hay la posibilidad de que pierda el gobierno de la Xunta y esto es muy importante porque no es solo la sustitución de un partido por otro, sino la posibilidad de que el cambio esté liderado por el BNG.
¿Hay posibilidades reales de que Ana Pontón sea la primera presidenta galleguista de Galicia?
El nacionalismo gallego de izquierdas que representa el BNG nació a principios de los años sesenta y hay una continuidad desde entonces. En los últimos años, precisamente en el momento de crisis en el que el BNG se vio cuestionado por el surgimiento de Podemos y sus satélites, estos partidos españoles llegaron a tener una intención de voto más grande que el PSOE. Esto arrastró a una parte de la base social del nacionalismo gallego y el BNG sufrió una crisis muy fuerte. Todos los medios de comunicación lanzaron el discurso de que ya no era necesario tener un partido gallego porque los partidos estatales de dirección madrileña nos podían representar. La crisis fue fuerte, pero el BNG supo salirse renovado con una nueva dirección, una nueva generación a la cual pertenece Ana Pontón. Ella es la expresión de un BNG que vivió una crisis y que aprendió para transformarse y reaparecer con mucha más fuerza. Ahora es la primera fuerza de la oposición y Ana Pontón tiene posibilidades de gobernar, pero depende de la movilización del voto urbano. Hay una parte del voto, fundamentalmente en las dos ciudades más grandes, A Coruña y Vigo, que vota contra el PP pero que no comparece en las elecciones autonómicas.
¿Por qué se abstienen?
Por tres factores. Uno de ellos es que el dominio del PP en Galicia a través de los medios de comunicación es tan fuerte que hay una parte de la sociedad que tiene la idea de que nunca se podrá vencer al PP, que la Xunta será siempre suya. Esto sería el dominio de la derecha, pero también se da el dominio de la izquierda española. La izquierda españolista, de mentalidad madrileña, tiene establecido el discurso de que Galicia es un país de derechas. Precisamente desde Madrid, donde gobierna la ultraderecha. Justamente aquí tenemos una derecha menos ideológica, menos fascista por así decirlo, pero la idea que promueven la izquierda española y los medios madrileños
Y al único diario en gallego,
Un diario completamente minoritario que no está ni en las barras de los bares. En Galicia es muy habitual leer la prensa en los bares y toda está financiada por el PP con dinero público. Toda menos

Volviendo a lo que comentaba, es importante la movilización del voto urbano. ¿De qué depende?
Depende mucho del PSOE. En los últimos cuatro años la vida política gallega ha estado protagonizada por el enfrentamiento entre el PP en la Xunta, con Feijóo y después con Rueda, y el BNG de Ana Pontón. Esto es lo que ha habido, el PSOE ha estado con una dirección transitoria y sin políticas para Galicia. El PSOE en Galicia son muchas franquicias de candidaturas locales, pero no existe un PSG autónomo que piense algo para el país. Hace dos o tres meses han designado desde Madrid a un candidato, José Ramón Gómez Besteiro, que llevaba fuera de la política muchos años. No es un mal candidato, es una figura bastante solvente, pero está oxidado. Las figuras conocidas son Rueda y Pontón. Esto hace que Besteiro tenga que espabilar mucho en estas semanas. El PSOE insiste en que le interesa ganar la Xunta al PP, pero esto se verá o no durante las próximas semanas según si desembarca el gobierno en Galicia para apoyarle o no. Por lo tanto, la alianza entre el BNG y el PSG para sacar el PP de la Xunta depende del apoyo que dé el PSOE. Todo depende del gobierno de Madrid, de que verdaderamente apoye a este candidato con todos sus medios. Hay otra parte del voto que se guía por La Sexta y puede tener como referencia en Podemos y a Sumar. Ellos no responden a nada que tenga que ver con Galicia, sino a los intereses de la política madrileña.
Las encuestas muestran que el PP puede conseguir la quinta mayoría absoluta. ¿Cree que se quedan cortas respecto a la fuerza del BNG?
La tendencia es que el PP baja y el BNG sube mientras el PSOE se mantiene con tendencia a subir. Todo dependerá de si el gobierno español hace este trabajo de apoyo al candidato. El voto al PP es muy claro, ahora ya no es voto oculto. Hace décadas el voto a la derecha era oculto, pero ahora está claro y explícito, casi nadie oculta su voto al PP. Con el BNG, en cambio, sí que puede haber voto oculto. El BNG fue muy estigmatizado, todos los poderes, tanto de la derecha como la izquierda española, le crearon muy mala imagen. Se les tildó de radicales, extremistas, se dijo que apoyaba al terrorismo… Fue muy demonizado. Ahora esto ha cambiado con Ana Pontón, una figura que cae en gracia a las bases tanto del PP como del PSOE. Puede haber un voto al BNG oculto y esto cambiaría las cosas, pero no se sabrá hasta el día de las elecciones.
Se ha hablado mucho de una foto que hacía mucho tiempo que los nacionalistas gallegos esperaban, la de Xosé Manuel Beiras con Ana Pontón. ¿La reconciliación entre Anova y el BNG era una cosa necesaria?
No. Pero es un síntoma de que el BNG atrae y que de alguna manera la posición que mantuvo durante la ruptura era la correcta. El BNG defendió la autoorganización política, es decir, tener fuerzas políticas propias. Fue una posición muy incomprendida en su momento, mucha gente creía que teníamos que diluirnos en movimientos políticos estatales de dirección madrileña, pero el BNG se mantuvo firme en un momento difícil. Se puede decir que la foto demuestra que el BNG tenía razón. Anova es una organización muy pequeñita, tiene una o dos alcaldías en toda Galicia y muy poca militancia, pero tenía la figura simbólica de Beiras, que fue durante muchos años el portavoz del BNG. Desde un punto de vista humano, y esto también es importante, no tenía sentido para él, un hombre muy mayor, llegar al final de su vida en una posición contraria a la que había estado siempre. No tenía sentido acabar su vida sin apoyar al nacionalismo gallego. Creo que nos tenemos que alegrar del reencuentro sobre todo por él pero también por el BNG, porque tiene un valor simbólico e incluso afectivo que mucha gente ha agradecido. Es reconfortante para una parte de la base nacionalista, pero desde el punto de vista electoral el gran activo del BNG es Ana Pontón, que representa lo que es el partido hoy. Lo que a la sociedad le puede interesar del nacionalismo gallego es lo que le ofrece Pontón, una Galicia dinámica, pragmática y sensata, con una posición clara y digna.

Con ella al frente el BNG consiguió en las pasadas elecciones el mayor número de escaños de la historia del partido. ¿El crecimiento del galleguismo en los últimos años se debe solo a ella?
También ha hecho falta el descrédito en el cual han caído todos los movimientos nacidos en Madrid alrededor de Podemos y los movimientos locales. En Galicia fue un verdadero espectáculo desastroso lo que hicieron entre ellos. Lo que están haciendo ahora en Madrid ya lo habían hecho antes en Galicia. Lo que pretendía ser una renovación de la política se reveló como una lucha descarnada por las prebendas de la política y por el poder. Esto la sociedad lo ha castigado y lo ha barrido completamente. Además, también ha hecho falta la renovación interna del BNG, el cambio de dirección que continúa las anteriores y mantiene los principios históricos, pero que es absolutamente autónoma. Aquí la figura de Pontón es clara. Hace dos años y medio planteó al BNG un tiempo de reflexión para decidir si el partido estaba dispuesto o no a librar la batalla para conseguir la Xunta. Históricamente, el BNG interiorizó una cultura de resistencia, de hacer frente a políticas hostiles en el país, sobre todo en las clases populares del país. Era una política casi sindical, de resistencia. Pontón plantea: ¿queremos gobernar o no? En el BNG había miedo a asumir el gobierno por si se perdían principios. Gobernar es pactar, intentar colocar tus cosas pero saber que tendrás que renunciar en otras. El BNG tiene un componente moral muy fuerte y menos político. Ahora la generación es política, quiere gobernar de verdad.
El cambio generacional, por lo tanto, es un factor a tener en cuenta, pero ¿puede haber coincidido también con un agotamiento de la vieja fuerza del PP o con algún efecto del debate territorial que hay en el Estado a raíz del proceso de Cataluña?
La reconfiguración de la política española a partir de estas últimas elecciones ha obligado al gobierno de Sánchez a reconocer políticamente el nacionalismo catalán y a dar pasos en este sentido. Esto es una novedad que afectará. Si entra el BNG a presidir la Xunta habrá un nuevo marco con Cataluña, Euskadi y Galicia, tres comunidades que se definen como naciones y que tienen fuerzas políticas propias que condicionarán la política del Estado. Pero esto no está influyendo ahora en la opinión pública gallega porque justamente el PP evita hacer una política nacional gallega. El PP de Rueda está a las órdenes de Génova. Lo que sí que hay es una evolución dentro del PP desde Fraga hasta Alfonso Rueda.
La figura de Fraga era muy compleja. Incluso leía mis libros, me consideraba un intelectual. Fue el franquista que fue, con responsabilidades políticas negras, y después se quiso adaptar al nuevo periodo después de la muerte de Franco. Fue un hombre que se reinventó cuando vino a Galicia. Tenía una contradicción interna constante: siempre era el político franquista, pero tuvo una conexión afectiva importante con Galicia. Además era un político capaz, muy activo. Creó un PP muy cercano al territorio y con autoidentificación. Su PP buscaba ser gallego hasta el punto de que llegó a hacer carnés del partido con la bandera gallega. En los últimos tiempos perdió una batalla interna ante Aznar y después lo sucedió Feijóo, exactamente lo contrario a él. Pero Feijóo al menos tenía cierta habilidad para disimular y contentar a todo el mundo. Fue muy hábil para promocionarse a él mismo, una figura falsa y construida, pero lo hizo bien. Es un cínico, le da exactamente igual decir una cosa por la mañana y la contraria por la tarde. Tiene una cara dura total, pero mientras estuvo aquí, gracias al control de los medios que venía desde Fraga y a su habilidad, el PP continuó. Rueda, en cambio, es un mal candidato y lo saben. Por eso nunca quiere afrontar debates. Ni siquiera sabe mentir y en este sentido es un momento de debilidad del PP que el BNG puede aprovechar.
¿Para ser candidato del PP se tiene que saber mentir o para ser simplemente político se tiene que saber mentir?
He conocido a muchos políticos de todas partes y, por ejemplo, soy muy amigo de Zapatero. He hablado con muchos políticos y no son todos iguales. Ni las políticas son todas iguales ni la manera de concebir la política es igual. Los políticos no pueden explicarlo todo porque pueden perjudicarse a ellos mismos o a su país. Por ejemplo, en un momento dado le dije a Zapatero: ‘José Luis, reconoce que estamos en una crisis económica’. Él me respondió que, si lo decía, al día siguiente caería la bolsa. Un político que tiene responsabilidades de gobierno no puede explicarlo todo. Ahora bien, no tiene que mentir, y el PP miente por norma. Esto es una realidad. Si puede mentir o decir la verdad siempre escogerá mentir. Es estadística pura.
¿Un ejemplo de mentira en esta campaña ha sido la crisis de los pelets? La Xunta afirma que fue consciente del desastre en enero, mientras que entidades ecologistas dicen que dieron el aviso en diciembre.
Este es un caso evidente de mentira, el mismo procedimiento que hicieron años antes con el
¿Este caso puede tener efectos en las elecciones?
Puede tener efecto movilizador. Para que haya cambio político aquí hace falta la movilización, porque los votantes del PP votan siempre. La diferencia la marcará el voto de las grandes ciudades.
¿Cómo ve el galleguismo la situación de Cataluña?
Hablaré sobre cómo la veo yo. Creo que el galleguismo en este momento no la tiene muy en cuenta. Pontón tiene claro que Galicia tiene que tener un modelo propio de nacionalismo que no sea imitar el catalán o el vasco. Históricamente, han sido referencias para el nacionalismo gallego, pero ella tiene claro que se tiene que crear una forma política propia basada en la realidad del país. Habla de olvidarnos de los demás y crear nuestra fórmula. Por lo tanto, el galleguismo no piensa en esto ahora mismo, pero lógicamente celebra todo reconocimiento que se haga de los derechos civiles en Cataluña y la amnistía.
Cataluña ha vivido un proceso histórico público, pero no fue producido por los partidos nacionalistas, que no eran independentistas, eran nacionalistas. Lo que pasó fue un movimiento cívico de impulso ciudadano que desbordó a estos partidos. El movimiento les planteó un nuevo programa que no estaba previsto: si España no nos quiere, no vamos. Lo que pasó después fue una improvisación. Además, el PP no dejó salida, nunca quiso dialogar con la Generalitat y les dirigió a un callejón sin ninguna salida más que marcharse. Los gobernantes en Cataluña tenían una base social que quería marcharse y un Estado que casi los empujaba. Todo esto llevó al referéndum y a la proclamación simbólica de una república que no fue porque no podía ser. Prácticamente no podía suceder.
Después lo que ha pasado es una bajada a la realidad de la situación de Cataluña, que está dentro del Estado español, que es autoritario, y dentro de una Unión Europea formada por estados que nunca reconocerán la independencia de una parte del territorio de otro estado. Nadie reconocería a Cataluña. Por lo tanto, desde entonces lo que ha pasado es una bajada a la realidad muy dura, porque el Estado español no es un estado democrático. Ahora todo esto se está reajustando. La ciudadanía, que piensa en términos éticos y morales, puede estar defraudada y descontenta, pero desde el punto de vista de la política, los partidos tienen que buscar salidas dentro de la realidad. Hay un problema porque la ciudadanía, que fue castigada y se ha sentido humillada y agredida, necesita tiempo para adaptarse al marco de realidad en el cual está ahora Cataluña. Pero los políticos tienen que hacer política, no pueden hacer ética o moral.
Hay un claro contraste entre lo que está pasando en el nacionalismo gallego, muy esperanzado, y la depresión en la cual está el independentismo catalán.
Sí, pero son procesos históricos y llevan tiempo. Lo que pasará es un punto medio: no era posible la independencia dentro de la Unión Europea y dentro del Estado español, pero tampoco volveremos a la época de Pujol del peix al cove. Pujol se basaba a integrar Cataluña en el Reino de España. En cambio, la postura que mantiene ahora el presidente Puigdemont es de diálogo y negociación con el Estado. No es la de Pujol, es un pacto desde fuera. Todo esto son razonamientos en frío, hechos por alguien como yo que soy gallego aunque viví y me identifiqué tanto con los catalanes que tengo incluso una Creu de Sant Jordi.
Uno de los ámbitos que el PP ha atacado más desde la Xunta es la lengua, sobre todo en la enseñanza. ¿El BNG pretende blindar la lengua, la expresión que utilizan los partidos catalanes?
Lo que ha hecho Feijóo ha sido corregir políticas sobre la protección a la lengua que asumió el mismo Fraga. El PP de Feijóo y Rueda ha legislado contra la lengua gallega, una cosa inédita. Pero la pérdida de hablantes se debe a un proceso más amplio que tiene que ver con la presión del Estado. Todos los medios de comunicación excepto la televisión gallega son en castellano y, para más inri, la televisión gallega manipula la información en favor del PP y se dirige sobre todo a la gente mayor con baja formación académica. Por lo tanto, los sectores más dinámicos socialmente y económicamente están sometidos a la presencia de la lengua del Estado en todos los ámbitos de la vida. Es un proceso más amplio que el de Feijóo y Rueda en la enseñanza, pero es cierto que han legislado contra la lengua gallega recortando incluso políticas de Fraga. El BNG presentará batalla también contra esto.
Sorprende que el decreto del PP que prohíbe hacer en gallego matemáticas, física y química y tecnología no tenga repercusiones electorales.
El objetivo es minorizar la lengua y decir que el gallego vale solo para hablar de poesía, no para cosas
¿Galicia mira demasiado a Madrid?
Con el PP, sí, pero no solo Galicia. El Estado no solo es la administración, también son los poderes económicos radicados exclusivamente en Madrid. Todo está en Madrid y todo esto es el Estado, que gana si homogeneiza el territorio porque el Estado está basado en una economía parasitaria. Madrid no tiene por qué ser industrial, ni tener agricultura ni pesca. España es Madrid, lo que dijo Ayuso es cierto. España tendría que haber sido catalanitzada, pero España es Madrid, y Madrid no se deja catalanitzar. Madrid tiene intereses propios y son seguir devorando el Estado. Del dinero que llega de Europa para la agricultura, se queda más Madrid que Galicia. El problema de España es Madrid, ni Cataluña ni nada.
¿Si España fuera como un donut, sin Madrid, le iría mejor?
Hay que darle la independencia a Madrid.
¿La independencia de Galicia es la única forma de conservar intacta la identidad gallega?
Sería natural. Galicia es un país por sí mismo, históricamente, aunque haga quinientos años que está sometido a la Corte de Castilla. La clase dirigente gallega fue derrotada y se exilió en Portugal y en Inglaterra. Para nuestros intereses económicos, sociales, culturales, indudablemente la asociación con Portugal desde la independencia nos beneficiaría, en lugar de estar conectados con Madrid radialmente. El verdadero parásito que devora el territorio peninsular es Madrid, y si los portugueses se dejan también se los comerán.