Nacho Palau se ha convertido en un personaje del corazón destacado. El ex de Miguel Bosé no habló con la prensa durante los más de veinte años que estuvieron juntos, pero rompió este hermetismo a raíz de la separación. Ahora no se corta a la hora de criticarlo públicamente, de lamentar haber perdido el juicio por los hijos o de sacar a la luz información privada sobre su vida. Ha sufrido cáncer de pulmón recientemente, poco después de que diagnosticaran la madre con la misma enfermedad. Los dos lo habían superado y, pocos días después, los médicos encontraron que se le ha reproducido a su progenitora. Todo son malas noticias para el escultor valenciano últimamente, una mala racha que también se traslada al ámbito profesional.
Se había dedicado a la escultura durante mucho tiempo, aunque él mismo ha reconocido haber trabajado de muchas más cosas. Se sabe, por ejemplo, que se ganó la vida en una fábrica de embutidos. Ha encadenado unos cuantos trabajos temporales y, ahora mismo, no tiene ningún contrato: «Se encuentra en una busca activa porque necesita trabajar». Dejó todo lo que estaba haciendo en el taller para participar en
Está viviendo en casa de la madre con sus dos hijos, una finca que tiene que mantener él: «Mi madre tiene una hipoteca grande que continúo pagando yo y es un calvario», asegura en

Nacho Palau explica qué secuelas le quedaron por culpa del cáncer
También ha hablado de las secuelas físicas que ha tenido por culpa del cáncer. Ahora se encuentra mejor, pero reconoce que la quimioterapia hizo que perdiera muchísimo peso: «Cuando estás enfermo, tu cuerpo se queda como un saco de huesos. No tenía energía, no podía subir las escalas y me faltaba el aire. Al verte tan desvalido y vulnerable, te vuelves totalmente dependiente. Es muy duro y todo me afectó muchísimo».
En la revista asegura que perdió la voz, la que le ha vuelto hace poco: «Solo han pasado un par de meses desde que puedo volver a hablar. Estoy con solo una cuerda vocal y me dijeron que podía ser que me quedara sin voz por siempre jamás, no podía hablar ni llorar».