Carlos Sobera compagina la televisión y el teatro ahora que se encuentra de gira con una obra en la que coincide con la hija de su mujer, Arianna Aragón. Él siempre ha dicho que la considera una hija más, a quien aprecia como si fuera su propia sangre después de tantos años conviviendo con ella y su madre. Ya la fichó para uno de los concursos que presentó a Telecinco, una experiencia que le habría gustado porque ahora vuelven a colaborar juntos en otro proyecto.
El presentador ha concedido una entrevista a la revista
Dice que no es el típico padre que da consejos a sus hijos: «A mí me gusta más tutelar a la distancia, vigilo la manada de lejos». En cuanto a su otra hija, esta sí biológica, dice que cree que también querrá seguir sus pasos: «En principio le gusta mucho el mundo de la cámara y el teatro. Siempre le digo que es tan payasa como su padre porque tiene poco sentido del ridículo y es muy desinhibida«.

Carlos Sobera trabaja con su mujer, la productora Patricia Santamarina
Su mujer, Patricia Santamarina, trabaja con él en la productora que comparten. Por primera vez, Sobera ha explicado cómo es trabajar y vivir juntos: «En casa estamos juntos, en el trabajo también y compartimos muchas cosas lúdicas. Estamos enganchados todo el día… Su presencia es muy importante porque me ayuda al trabajo y es fundamental el conocimiento que tiene del medio. Ella empezó muy joven en este mundo como abogada y productora, para mí es muy importante su figura para evitar cometer errores. El teatro puede ser una actividad muy peligrosa para un empresario si no calculas bien las cosas. Ella es genial como profesional y en casa, es la matriarca de la familia«.
El presentador solo tiene buenas palabras hacia su mujer: «Es una mujer extraordinaria y tiene un optimismo vital maravilloso que contagia. Ella es un seguro de vida». No lo pasaron bien en 2019, cuando le detectaron una malformación vascular que les asustó. Dice que lo tienen que controlar, pero que está perfectamente cuatro años después.
Él, por su parte, se muestra orgulloso de cómo está envejeciendo a los 63 años: «Me miro al espejo y me llamo que me veo bien. ¡Me miro y me digo que parece que tenga 34 años! Qué bonito es hacer años y hacerlo con salud».