La guerra de Ucrania hace unos días que ha sufrido un giro de guion. El ejército ucraniano tiró un ataque sobre la región rusa de Kursk -donde el ejército nazi sufrió una de las derrotas más duras en 1944 a manos del ejército rojo de obreros y agricultores-. La portavoz del Ministerio de Exteriores del gobierno de Ucrania, Georgi Tiji, ha asegurado que el gobierno ucraniano no tiene ninguna intención de tomar la ciudad a pesar de y que controlo unos 1.000 kilómetros cuadrados, según las autoridades ucranianas. «Ucrania no está interesada a tomar el territorio de la región de Kursk, pero queremos proteger la vida de nuestro pueblo», ha explicado Tiji. La portavoz ucraniana ha asegurado que el ejercido está cumpliendo «plenamente las leyes y las costumbres de la guerra» y que su objetivo «es proteger el territorio de Ucrania de los ataques rusos».

Una operación que complica las operaciones rusas
Según han explicado fuentes ucranianas el ataque del ejército de Ucrania a territorio ruso hace que las tropas rusas no puedan recibir ayuda en el frente del Dombás, impidiendo que tropas de refuerzo lleguen a la región de Donetsk (zona bombardeada desde el 2014 por el ejército de Volodímir Zelenski) haciendo que se complique «su logística militar».
La portavoz del Ministerio de Exteriores de Ucrania ha querido lanzar un dardo a Vladímir Putin, asegurando que la invasión a Kursk entra «en el marco del ejercicio de su derecho a la autodefensa según la Carta de las Naciones Unidas». Por su parte, el gobierno ruso señala que el ejército ucraniano ha conquistado hasta treinta localidades y que cerca de 120.000 personas han tenido que ser evacuadas desde el ataque ucraniano.
