Putin se enfrenta a la mayor crisis interna que ha tenido desde que empezó el conflicto bélico con Ucrania hace más de un año. Después de meses de tensión entre el Kremlin y el grupo de mercenarios Wagner, su líder, Yevgeni Prigozhin se ha rebelado contra Rusia y amenaza con la ocupación de la ciudad de rusa de Rostov, sede del mando militar del sur del ejército de Putin y punto clave en la estrategia militar. Mientras tanto, a unos cuántos kilómetros de distancia, Moscú ha tildado al grupo que actuaba bajo su nombre de terroristas y traidores y los ha abierto una causa penal para incitar a la revuelta armada. Es decir, los del Wagner ya no son muy recibidos entre las tropas rusas.
La gota que ha hecho derramar el vaso han sido las declaraciones de Prigozhin contra el Ministerio de Defensa ruso. El líder de Wagner acusó directamente a su arxienemic y responsable del ministerio, Sergei Shoigu, de engañar a Putin para ocupar Ucrania. En respuesta, según denuncia la organización de mercenarios, el ejército ruso habría bombardeado con misiles los campos de entrenamiento de Wagner. Un bombardeo «orquestado por militares», a pesar de que desde Rusia lo niegan. Así pues, llegados a este punto de tensión, Prigozhin ha decidido pasar a la acción y dirigirse hacia Rostov para pedirle explicaciones en persona a Shoigu. «Esto no es un golpe militar. Esta es una marcha por la justicia», sentencia Prigozhin.

División interna entre las tropas rusas
El clima de tensión entre las tropas rusas se nota en los despachos de Moscú y sobre el terreno ucraniano. Las fuerzas militares desplazadas en Ucrania exigen a Prigozhin a poner fin a sus actos y recapacitar para volver a actuar en un solo camino siguiendo «la voluntad de Putin»: «Nuestra sangre es la misma. Somos guerreros. Os pido que os detengáis porque el enemigo (Ucrania) está esperando que precisamente al hecho que empeore la situación política interna de nuestro país», sentencia el principal comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, Serguéi Surovikin. Quien no se ha pronunciado públicamente al respeto, pero, es Putin, a pesar de que se espera que lo haga en las próximas horas.
Y es que, efectivamente, la división interna es una situación muy favorable por la otra bando del conflicto armado. A estas alturas, Ucrania y los Estados Unidos se han mantenido en estricto silencio a la espera de cómo seguirán sucediendo los hechos. De hecho, el Ministerio de Defensa ucraniano se ha limitado a tomar nota de la situación con un escueto mensaje: «Estamos observando». Quien sí que se ha estirado algo más y ha valorado por encima el caos interno ruso ha sido el asesor de la Presidencia ucraniana, Mijailo Podoliak, que ha descrito la situación como un ejemplo de «poesía clásica rusa».