La brecha entre Estados Unidos y la Unión Europea se hace cada vez más insalvable. Después de que la Casa Blanca emitiera un plan de Seguridad Nacional que avizora el «fin de la civilización» en Europa y fomenta las tesis de las extremas derechas locales, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha estallado contra un movimiento que considera una «amenaza de interferencia» por parte de una potencia extranjera. «Estados Unidos no puede sustituir a los ciudadanos europeos a la hora de decidir cuáles son los partidos correctos y cuáles los incorrectos», ha rematado el mandatario portugués.
Con este movimiento, Costa contradice a la Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Comisión Europea, la liberal estonia Kaja Kallas, que en declaraciones recientes ha reafirmado a EE.UU. como un «aliado de Europa». «Los aliados no amenazan con interferir en la vida democrática o las decisiones de políticas domésticas», ha respondido el presidente del CE; lamentando que, bajo la administración Trump, Washington «ya no cree en el multilateralismo, el orden internacional basado en normas o el cambio climático».

Ataques acumulados en Europa
Las protestas de Costa han llegado después de que la Casa Blanca lanzara un documento el pasado viernes identificando a su favor las causas de un supuesto «declive de Europa». A ojos de los analistas ultraconservadores de Trump, la UE se resquebraja por culpa de la inmigración, la «represión de la oposición política» y la «censura de la libertad de expresión». En plena batalla legal contra la apertura de Twitter y otras plataformas a los discursos de odio, la Casa Blanca recomendaba a Bruselas seguir su camino y «abandonar el enfoque fallido basado en la asfixia reguladora». La herramienta de Trump para completar estas tareas son las extremas derechas locales, que describe como «partidos patrióticos europeos».
No es la primera vez que intenta un movimiento similar: cabe recordar que, poco después de su nombramiento, el vicepresidente JD Vance hizo una gira por el continente enmendando los fundamentos del proyecto europeo; mientras que Elon Musk, entonces mano derecha del presidente, llegó a participar en actos de partidos reaccionarios de la Unión, como Alternativa por Alemania, ahora bajo intenso escrutinio por la presencia de cuadros neonazis en sus juventudes.

