Lo Partido Demócrata de los Estados Unidos empieza a asumir la necesidad de un cambio de candidato. Varios líderes de la formación ya han expresado en público las discrepancias con el todavía presidente Joe Biden, que se declara «fuerte para continuar» a la carrera para volver al Despacho Oval -una carrera que, según varias encuestas, hoy por hoy tiene perdida contra un Donald Trump cada vez más escorado a la derecha-. Incluso algunos de sus aliados abren la puerta a un relevo al boletín del próximo noviembre: es el caso de la que fuera líder de la mayoría azul y presidenta del Congreso, Nancy Pelosi. Histórica dirigente de la formación, y aliada de los discursos de las élites del partido, Pelosi ha evitado en una entrevista con la cadena
La decisión, por parte del comandante en jefe, parece clara: «Me postularé, y ganaré de nuevo», sentenciaba en un reciente acto en Wisconsin. Biden continúa convencido, según ha expresado en público, de sus posibilidades a las urnas el próximo noviembre, a pesar de que su entorno se deshace entre las cada vez más intensas preocupaciones por su estado de salud. Tanto es así que la Casa Blanca ha tenido que emitir un comunicado negando que el presidente esté recibiendo tratamiento contra el Parkinson, después de las informaciones que apuntaban que el médico experto en la enfermedad Kevin Cannard habría visitado la Casa Blanca en hasta ocho ocasiones en el último año. Pelosi ha dado cuenta de estas incertidumbres, apuntando que «es legítimo cuestionarse el estado de salud» de Biden después de su rendimiento al debate presidencial y la imagen que ha dado en público en las últimas semanas.

La postura de Pelosi se ha conocido pocas horas después de la emisión de la entrevista del presidente con el histórico periodista del ABC George Stephanopoulos. El liderazgo demócrata planteaba el programa como un lavado de imagen del candidato después de la derrota al primer debate electoral, uno frente a frente con Trump del que Biden salió especialmente perjudicado por sus elevadas dificultades para mantener el ritmo. La estrategia, pero, no ha funcionado, hasta el punto que el mismo presentador del programa
La heredera inesperada
Desde el frente a frente entre Trump y Biden, que dejó el candidato demócrata con pocas posibilidades de cara al electorado, medios y analistas especulan sobre la posible sucesión del actual presidente al frente del ticket demócrata del próximo noviembre. El nombre que más ha corrido las últimas semanas es el de la vicepresidenta Kamala Harris, un perfil altamente cuestionado por su baja ratio de aprobación entre el electorado -según cifras del portal de datos FiveThirtyEight, más de la mitad de los norteamericanos la rechazan como representante político, mientras que pasa la maceta de poco más de un tercio de los encuestados-. A pesar de que la

En las últimas jornadas, la firma encuestadora afín a los demócratas Bendixen & Amandi ha publicado un sondeo sobre las posibilidades de varios candidatos del partido en un frente a frente electoral con Donald Trump. Biden perdería por un punto porcentual el voto popular con su rival republicano (43% contra 42); mientras que Kamala Harris lo avanzaría con la misma ventaja de un 1%. La sorpresa del estudio, hecho público por el portal especializado Politico, es que los votantes darían una victoria en el voto popular todavía más ancha a Hillary Clinton. La que fuera secretaria de Estado de la administración Obama, derrotada el 2016 por el