Esconderse bajo tierra para evitar los peligros del exterior. Así es cómo han vivido el último año los niños ucranianos, que se han visto obligados a esconderse en búnkeres durante 920 horas en este periodo, lo que significa 38,3 días bajo tierra, más de un mes, según datos de Save the Children. La organización ha evaluado el impacto de la guerra en los niños ucranianos en el nuevo informe ‘A Heavy Toll’, donde se explican los peligros que enfrentan los niños en Ucrania y la angustia de haber testimoniado la violencia y haber sufrido la separación de la familia o de sus amistades.
En el 2022 hubo un total de 16.207 alertas de ataques aéreos, cada una con una duración mínima de una hora, según los datos oficiales del país. Estas sirenas avisan a la población de la amenaza de ataques por aire para que se dirijan a los búnkeres para refugiarse y en estas ocasiones adultos y niños pueden llegar a pasar hasta 8 horas bajo tierra sin poder salir. Solo en Járkov sonaron 1.700 sirenas, con una duración de 1.500 horas en total.

La experiencia de la Sophia: «Todos llorábamos»
Al estrés de tener que refugiarse de los bombardeos se suma el hecho de que muchas familias se han visto obligadas a dejar su casa para vivir directamente bajo tierra y sin tener cubiertas las necesidades básicas de agua, calefacción y electricidad. “Todos llorábamos, estábamos muertos de miedo”, recuerda Sophia, de 16 años, que relata como se despertó con las explosiones y las sirenas el 24 de febrero de 2022 en Járkov. Finalmente, consiguió que la evacuaran a ella y a ocho niños más hasta Transcarpatia, cerca de la frontera con Eslovaquia, donde vive ahora con su abuela. Esta región es una de las más seguras, pero la chica dice que el sonido de las sirenas sigue siendo frecuente y cuando suena tienen que pasar una hora en el sótano oscuro y frío que hay bajo su casa. Tener un búnker muy equipado y amueblado no está al alcance de todo el mundo, por lo que muchas personas como Sophia tienen que optar por los sótanos de su bloque de viviendas.
Cuando los bombardeos la sorprenden en la escuela es todavía peor. «Si suena una sirena antiaérea, los alumnos más mayores, de 9.º a 11.º grado, vamos al ayuntamiento del pueblo. Allí han equipado un búnker», explica Sophia, que señala que se tarda cinco minutos en llegar si van corriendo y 15 minutos si van andando. «Siempre me había preguntado cuánto tardaría en llegar al refugio si llega el apagón, no oímos ninguna sirena y hay un ataque con misiles… Cuando pasó tardé 47 segundos».
Resiliencia de los niños
“Los niños y niñas no empezaron esta guerra, pero están pagando el precio más alto. Sin embargo, lo que siempre me sorprende es la resiliencia que tienen para soportar todos los desafíos, y la manera como saben convertir las experiencias difíciles en crecimiento», explica Sonia Khush, directora de Save the Children en Ucrania, que participa a las tareas de apoyo a los niños de este país.