Una novela basada en hechos reales sobre una mujer singular que habla tanto de ella como de su marido. Así es Eileen. Retrato de un matrimonio, la obra de Miquel Berga que ha ganado el 47º premio Joanot Martorell de narrativa. Este «relato real» –como lo define Pilar Beltran, miembro del jurado y editora de Edicions 62–, resalta la figura de Eileen O’Shaughnessy, primera esposa de Eric Blair, conocido mundialmente como George Orwell. Pero Berga, como experto en el autor de Homenatge a Catalunya, La revolta dels animals y Mil nou-cents vuitanta-quatre, tiene también otro objetivo que no oculta: contrarrestar el efecto de Wifedom: Mrs Orwell’s Invisible Life, el best-seller de la académica australiana Anna Funder que hace dos años cayó como una bomba sobre la figura del escritor. Lo presentaba como un marido egoísta que ocultó el talento de su esposa y se aprovechó de ella, profesionalmente e incluso en el aspecto personal, con episodios de infidelidad y dejándola sola con un hijo recién adoptado y un tumor en el útero para ir a Francia y Alemania a hacer reportajes sobre la devastación causada por la II Guerra Mundial.
Para Berga, Funder quiso «ajustar a su agenda feminista» de 2023 la personalidad de una mujer que vivió de 1905 a 1945. Según ha defendido el autor gerundense en un encuentro con la prensa esta semana, el resultado fue una «falta de respeto» para la misma Eileen O’Shaughnessy –o Blair, con el apellido de casada– y para «la inteligencia de las mujeres». «Se basa en los tópicos de mujer invisibilizada y marido hijo de puta que no la deja vivir. No me hagas esto, no mates a una persona para ajustarla a tu agenda», reprocha a Funder. A pesar de asegurar que comparte la agenda feminista del siglo XXI para el siglo XXI, con Eileen. Retrato de un matrimonio lanza una advertencia contra la tentación, habitual, de juzgar hechos del pasado –en este caso, de hace más de 80 años– con la mirada actual. Admite abiertamente la «irritación» que le provocó la obra de Funder, hasta el punto que decidió escribir el relato que ya se puede encontrar en las librerías catalanas y que cuenta con una cierta ventaja competitiva, porque Wifedom no está traducido ni al catalán ni al castellano. «Era un libro que tenía dentro, el embrión estaba, pero no tenía el proyecto», reconoce.

Eileen O’Shaughnessy, una «feminista ‘avant la lettre'»
Berga asegura que ha querido «presentar dos jóvenes que no son santos, ninguno de los dos», sino «dos jóvenes revolucionarios». Tenían 30 años y algo cuando se conocieron, se casaron y se trasladaron a Cataluña para apoyar a los republicanos, durante el primer período de la Guerra Civil. Él, combatiendo con la milicia del POUM en el frente de Aragón, donde estuvo a punto de morir por una bala que le atravesó el cuello. «Llegan a Barcelona como antifascistas precoces y huyen como antistalinistas prematuros después de los Hechos de Mayo», resume el autor de la novela. «Son dos personas que se ayudan y ella es naturalmente leal al proyecto de su marido», añade. Y resalta la fuerte personalidad de Eileen, que, a su parecer, de ninguna manera se puede presentar como una mujer débil y manipulable. «Era una mujer con un título universitario, y él, en cambio, no había pasado de la escuela secundaria, aunque fuera a un centro de tanto prestigio como Eton. Ella tomó una decisión de feminista avant la lettre de acompañar a aquel pobre desgraciado que quería ser escritor pero que entonces aún no era nadie», insiste. Y resta importancia al hecho, utilizado como crítica recurrente contra el escritor, de que no mencione a su esposa por nombre en ninguna de las 37 veces que se refiere a ella en Homenatge a Catalunya, la obra en la que relata su experiencia bélica.
Dos voces narradoras
El punto de vista de Berga queda claro. Pero lo cierto es que Eileen. Retrato de un matrimonio no oculta nada. Basada en el conocimiento de la obra de Orwell y la investigación documental –con elementos como las biografías existentes sobre el escritor y la misma O’Shaughnessy, las cartas de Eileen a su mejor amiga, Norah Myles, u otras fuentes indirectas como la novela de otra amiga, Lettice Cooper, que se inspiró en ella para crear a su protagonista–, está construida a dos voces. La del narrador omnisciente sigue la vida de Orwell desde 1935, momento en que conoce a Eileen, hasta 1945, cuando ella muere. La otra voz es la de la protagonista, en primera persona y con un formato que recrea una larga serie de cartas de O’Shaughnessy a Myles. Estos capítulos están basados en las cartas reales, pero no son la transcripción literal y, de hecho, hay mucho más texto, con fragmentos de pura creación literaria de Berga pero «totalmente verosímiles».
Es en esta segunda voz donde aparece una Eileen con iniciativa, talento, empuje y sentido del humor. En estos fragmentos también hay referencias a las discusiones que tenía la pareja y a otros hechos que se han utilizado, especialmente en manos de Anna Funder, contra Orwell. Las épocas en que los escasos ingresos de la pareja provenían de trabajos que hacía ella; su ayuda en el proceso de escritura de algunas de las obras, especialmente La revolta dels animals; episodios a los que ella misma restaba importancia, como la vez que, durante una estancia en Marruecos, él pasó una tarde con una prostituta bereber; la manía de Orwell por tener un hijo, que les llevó a adoptar a un niño durante la II Guerra Mundial, con unas gestiones en el juzgado para legalizar la situación del niño que tuvo que hacer ella sola y, sobre todo, la soledad con la que pasó la enfermedad que la acabó matando: murió en marzo de 1945 en la operación en la que le debían extirpar el útero para detener el cáncer que durante mucho tiempo le había provocado dolores y hemorragias insoportables.
El episodio de la enfermedad es uno de los más controvertidos, porque ella le anunció la operación en una carta –donde decía que había buscado una clínica donde le hicieran a buen precio porque consideraba que no estaba justificado gastar demasiado dinero en su salud– pero, según aclara Berga, no fue a tiempo de enviársela. En Eileen. Retrato de un matrimonio, Orwell lee la carta, sin enviar, cuando ella ya está muerta: un telegrama que ha recibido en Alemania, donde está trabajando en sus reportajes, lo ha hecho regresar a Inglaterra precipitadamente.

Muerte de Eileen: un duelo breve y el dolor, interior
Después de la muerte de Eileen, se muestra un Orwell –o, más bien, un Eric Blair–, devastado «a la manera británica». Sin compartir apenas su aflicción por la pérdida, y solo ocho días después del funeral, vuelve a marcharse a Europa para continuar trabajando y deja en Inglaterra a su hijo de 2 años. Pero la tesis de Berga es que la procesión iba por dentro. «Es evidente que Orwell lo que tenía en mente era su propia obra literaria, eso es indiscutible», admite en la conversación con la prensa para presentar el libro, pero combate la lectura que hace Funder con «una voz hegemónica actualmente» que no acepta como apta para revisar hechos de 1945.
El epílogo de la obra de Berga, que pide preservar de spoilers, da una clave para disipar otras sombras, como la supuesta inspiración de Mil nou-cents vuitanta-quatre con un poema de juventud de Eileen. Además de un detalle revelador que el lector encontrará en las últimas páginas de Eileen. Retrato de un matrimonio, el autor insiste en que la influencia de su esposa se debe buscar en otras obras de Orwell, especialmente en las pinceladas de humor de La revolta dels animals. «Cuando escribió Mil nou-cents vuitanta-quatre, ella ya había muerto. Si hubiera estado viva, quizás sería un libro menos oscuro», concluye para negar las insinuaciones sobre la obra más celebrada del escritor británico.

