Si Cataluña estaba preparada o no para esta novela, lo dirán las cifras de ventas. O no, porque nunca se sabe de qué depende que un libro se venda o no. En todo caso, al autor, Carles Casajuana, eso no le quita el sueño. En La guerra dentro de la guerra (Edicions Proa), refleja lo que ya pensaba en el momento de los hechos. «Creo que ya hay suficiente perspectiva para hablar de ello, pero es que yo ya tenía esta perspectiva entonces. ¡Es que llevamos diez siglos hablando de esto!», argumenta. El tema del cual dice que llevamos diez siglos debatiendo es el destino nacional de Cataluña. Pero lo que es nuevo es abordarlo con una novela que hable del post Proceso, de la división del independentismo después del 1-O. Y que además explique un juego de espejos con la batalla fratricida de los días de mayo de 1937 en la que los republicanos catalanes se mataron entre ellos mientras hacían la guerra contra las tropas de Franco.

Diplomático de carrera, Casajuana ha sido embajador de España en cuatro países y se popularizó como escritor –aunque ya había publicado tres obras– cuando recibió el premio Ramon Llull en 2009, por L’últim home que parlava català. Con esta trayectoria vital, su perspectiva es que lo que pasó de 2017 a 2019 «fue un cúmulo de despropósitos». «La política de la porra fue un gran error. En Cataluña se llevaron las cosas al límite legal, pero desde Madrid se hizo el ridículo. La situación se podría haber arreglado con un referéndum«, expone en un encuentro con la prensa en la librería Ona. Y retrocede más: «Nada de aquello habría pasado sin el despropósito de la sentencia del Estatut». Por eso cree que en 2017 «se hablaba de una cosa hablando de otra». «Sabían que la independencia no era posible, pero creían que hablando de ello quizás se avanzaría en el reconocimiento nacional», concluye.
Eso es lo que tiene en mente el autor, y lo ha destilado en una novela que arranca en los días de las protestas contra la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a penas de entre nueve y trece años de prisión a los líderes políticos y cívicos del referéndum que no se habían exiliado. La batalla de Urquinaona, la calle encendida, es un telón de fondo tenue en La guerra dentro de la guerra. Solo aparece en un pasaje que sitúa a uno de los protagonistas pasando cerca de una de las manifestaciones encadenadas que hubo durante dos semanas en Barcelona en el otoño de 2019. Pero la batalla ideológica atraviesa toda la novela a través de tres personajes: un escritor independentista preocupado por las pugnas internas del movimiento en el que creyó, uno unionista que los desprecia y una estudiante quebequense que está en Barcelona investigando para su tesis sobre las mujeres brigadistas de la Guerra Civil invisibilizadas por la historia.
Rivalidad política y literaria en medio de un triángulo amoroso
La rivalidad como escritores entre uno y otro y la rivalidad como hombres en el triángulo amoroso con la chica extranjera es el vehículo que conduce al lector por una historia que reflexiona sobre la política catalana, sobre la historia de Cataluña como país y sobre el oficio de escribir. «Es una novela sobre un triángulo, sobre los límites de las relaciones entre profesores y alumnos, sobre el oficio de escribir, sobre la Barcelona actual, con los problemas de la vivienda y el turismo, con la multiculturalidad y en el paisaje después de la gran batalla del Proceso», resume el autor. También se aborda la lucha de las mujeres por dejar de ser apéndices de los hombres, a través de la protagonista femenina, que, además de hacer emerger figuras femeninas de las Brigadas Internacionales a través de su investigación, es la que lleva las riendas del triángulo en el que los dos hombres están medio a oscuras y se comportan como cretinos.
Pero si hay un tema que rivaliza en importancia con la cuestión política en esta obra es el del oficio de escribir. ¿Cómo debe actuar un escritor que quiere escribir una novela sobre «el enemigo dentro de las propias filas»? La trama que sirve de instrumento a Casajuana en este objetivo es la lucha interior del escritor independentista por escribir una novela con un protagonista del PSUC y uno anarquista enfrentados en «la guerra dentro de la guerra» de los hechos de mayo del 37. «Se da cuenta de que la novela solo funciona si se mantiene equidistante. Si no, la novela chirría y pierde el equilibrio, aunque tenga más simpatías por el anarquista», asegura Casajuana. Y afirma que para él la construcción de la su novela –que se titula igual que la que escribe su protagonista– le ha exigido lo mismo: no inclinarse por ninguno de los dos e intentar que la mujer extranjera hiciera un papel catalizador. Los lectores tendrán que decir si lo ha conseguido. Pero uno de los dos –no diremos cuál– es un poco más cretino que el otro en los momentos más críticos.
¿Una novela debe contener mensajes políticos?
Uno de los grandes debates que se encuentran en las páginas posiblemente más interesantes de la obra es si una novela puede o debe contener mensajes políticos. «Los mensajes políticos estropean las novelas. El lector quiere que le cuenten historias, no que lo adoctrinen, y mucho menos de contrabando, a traición», dice el escritor unionista al independentista cuando discuten acaloradamente sobre el borrador de la obra en construcción. Lo acusa de escribir sobre 1937 como subterfugio para hablar de 2019. «Yo no adoctrino a nadie. Lo único que intento es plantear dilemas morales, interpelar al lector, abrir interrogantes que tengan relevancia hoy», replica el interpelado.
Esta ficción, probablemente como todas, también contiene dosis de autoficción, con guiños como que uno de los dos escritores sea autor de una novela titulada L’últim home que parlava català y que maldiga los huesos de un tal Casajuana que le robó la idea de escribir sobre el retorno de Carner del exilio, argumento real de una obra del Casajuana real (Retorn, 2017). Literatura dentro de la literatura. Política dentro de la literatura. Un triángulo amoroso. Ingredientes clásicos para una novela que habla del ahora pero mira hacia la historia.

