El poeta barcelonés Jun Komura (Barcelona, 2002) debuta este San Jorge con el poemario ‘Els enyoooors’, un conjunto de poemas que le ha valido el galardón del VI Certamen Arte Joven de Poesía Salvador Iborra del 2023. Komura compagina los estudios de Filología Catalana en la Universitat de Barcelona (UB) con el trabajo de librero a la librería Ola Libros. En esta conversación con El Món, el joven autor reflexiona sobre la nostalgia -eje vertebrador del poemario- y la comercialización que se hace, como ha golpeado la gentrificación en la capital catalana y la complejidad del sector literario.
¿Por qué ha escogido la nostalgia como eje vertebrador de la obra?
Más que escoger el tema conscientemente ha sido un eje involuntario. Yo me di cuenta de que, a menudo, los poemas que escribía en mi tiempo libre estaban construidos sobre este concepto. Entonces, al ver el factor común, me puse a investigar sobre la nostalgia, especialmente sobre sus orígenes médicos, todos los condicionantes que se derivan, la política que se puede hacer y como de estigmatizada que está la nostalgia. Me he dado cuenta de que es un tema que me interesa mucho, desde su vertiente médica hasta el más romántico. Esta obra, más que una proyección mía hacia el entorno, es una compilación de todas las tendencias nostálgicas que han tragado, en gran medida, los grandes temas de la literatura, como podría ser el amor o los cantos de libertad. La nostalgia lo ha concentrado todo.
Es decir, que se ha creado un negocio con la nostalgia.
Creo que la nostalgia se expresa de maneras muy diversas y algunas de ellas se han acabado instrumentalizando. De hecho, en la obra de Grafton Tanner ‘Las horas han perdido el reloj’, el autor habla de la nostalgia como un estado espiritual, anímico, que está condicionado por una serie de políticas. Una premisa que se aplica en las películas de Disney, puesto que la gente no acaba relacionando su niñez con la vida en el pueblo, por ejemplo, sino con un consumo concreto de determinadas imágenes que hace que cuando estos niños pasan a ser padres, también quieran proyectar su infancia a sus hijos. De hecho, es un poco el motivo por el cual Mickey Mouse aparece a la portada. Es un concepto, pero, que no acabo de estar completamente de acuerdo.
Hay que diferenciar, también, la nostalgia de la añoranza. No es el mismo marchar de Erasmus y echar de menos Barcelona, pero al volver que te desaparezca esta sensación. La nostalgia es echar de menos un lugar y un momento en concreto, es decir, que por mucho que vuelvas en este lugar, las cosas de su alrededor habrán desaparecido. Como por ejemplo, volver al barrio de toda la vida, y que de repente hayan abierto un local de comer vegano o pisos de Airbnb.

¿Es por eso que el libro juega con las identidades de barrio?
En cierto modo, las identidades de barrio sirven para plasmar las realidades de los barceloneses, que es a quien va dirigida esta obra. Y creo que, inevitablemente, mis referentes que me han servido de inspiración, como La niña del peine o la Zowy, me llevan hacia un público más joven, de mi generación.
¿La flexibilidad estilística también se adecua a la manera de leer de una nueva generación?
Es cierto que buena parte de la crítica que he recibido, a pesar de que la poesía no acostumbra a recibir, es que la manera de escribir se asocia a una nueva estética más moderna, pero realmente muchos de los referentes del libro son barrocos. De hecho, el eclecticismo estilístico y la construcción de la obra es de una obra de teatro barroca y me servía para representar con diferentes formatos las diferentes maneras de percibir la nostalgia. Es por eso que he querido incluir el lenguaje coloquial, algún barbarismo aceptado. Y más allá de esto, también he querido incluir referencias en mi generación con las formas textuales, como ahora una reseña en el Google Maps o uno
En muchos de los poemas de la obra se puede ver una crítica a la gentrificación y la presencia de turistas en Barcelona, ¿añoras la ciudad de hace unos años, con menos presencia turística?
Creo que no es positivo comparar ciudades y tiendo a no hacerlo, porque una de las vertientes de la nostalgia que también trato en estos poemas es cuando acontece reaccionaria, o cuando reivindicar cierto pasado glorioso para ejecutar políticas que pueden ser hostiles con la clase trabajadora. Considero que no es positivo usar el discurso de
Creo que en todos estos años hemos visto que todo el que nosotros conocíamos como casa, ha cambiado. Yo antes siempre decía que el Clot [el barrio donde ha vivido toda la vida Komura] era el Poblenou sin gentrificar, pero ahora ya no puedo decir el mismo…
Además de la gentrificación, también aparecen otros temas, como por ejemplo el amor y las relaciones sexoafectivas.
En los poemas he querido tratar temas con que convivo yo y mi entorno, y el amor es un tema que está sobre la mesa. Creo que es una cuestión sobre la cual se ha escrito muchas veces, incluso demasiadas. Quizás antes desde un prisma más tradicional, como una especie de cobijo donde refugiarse de todo, pero cada vez más escribiendo sobre las maneras de estimar y la amistad. Ahora bien, creo que tendríamos que exigirle menos cosas al amor, porque a veces parece que nos tenga que salvar de todo y nos tenga que ayudar a combatir el desfallecimiento vital, y creo que sería positivo distribuir la carga en otros espacios. En este libro, mi objetivo era ver el amor como un sentimiento que se procesa desde la añoranza, es decir, el hecho de saber que estimas una persona porque voces que está a punto de marchar. La añoranza, muchas veces, muestra que somos seres sociales, y que somos quienes somos por las relaciones que tenemos.

El amor, pero, no se limita a las relaciones de pareja o amistad.
Creo que el amor como concepto, como palabra, es lo más desgastado de la literatura, la música y, incluso, cada vez más desde el mundo empresarial. De hecho, a pesar de que cada vez se pide más, no creo que en ningún contrato de empresa lleve implícito tener que demostrar entusiasmo y amor por el trabajo. Una idea que también se ve mucho en los comercios locales con el
¿Esto también pasa en el sector de la literatura catalana?
Sí, parece que solo funciona por amor. Es decir, que parece que los que la consumen lo hacen como una especie de acto de caridad, de amor por la lengua, y los que la basura, o colaboramos en ella, bien sean traductores, escritores o editores, lo hacemos por altruismo. Porque a pesar de que no puedas vivir de ella, lo haces porque lo estimas. A mí me hace un poco de pena que se instaure la sensación de hacer literatura como un acto de caridad.