Las tres poblaciones de costa de la Selva –Blanes, Lloret y Tossa– han sido el escenario privilegiado del
Para añadir intensidad a esta entrega de la edición de verano del concurso de cocina de TV3, el protagonista del episodio ha sido un restaurador de Tossa de Mar, la población donde pasa el verano el conductor del programa, el popular chef Marc Ribas. La restauración es uno de los sectores económicos más importantes de Tossa, la mayoría de establecimientos tienen una larga trayectoria y los dueños se conocen entre ellos. Por eso, el propio Ribas ha dicho, en un directo en Instagram después de la emisión del capítulo, que visitará el restaurante en cuestión para ver como están los ánimos.
«No puedes presumir del que no sabes hacer»
El local que está en el centro de la polémica, como se puede ver con los comentarios en la red de los espectadores, es Can d’Oru, y está situado en primera línea de mar, a pocos metros del paseo marítimo y en la calle que lleva a la playa de la Mar Menuda. Y su propietario, jefe de cocina y jefe de sala, todo a la vez, es Èrik Sureda. Esta acumulación de cargos ha sido una de las cosas que le han criticado los competidores. Pero el detonante de los reproches, que ha recibido como un bumerán, ha sido resumido claramente por otra de las concursantes, Laura Calventus, jefe de sala del Port de la Cala, de Lloret. «El problema han sido vuestras críticas a los otros, no puedes alardear de lo que no sabes hacer», le ha espetado en la parte del programa en que se ven las puntuaciones que se han puesto mutuamente y las comentan.

Laura ha puesto el dedo a la llaga cuando le estaban haciendo notar que, después de que se hubiera pasado todo el programa diciendo que el producto que hay a la cocina se tiene que envasar al vacío para guardarlo, en su establecimiento han encontrado una bolsa de supermercado llena de croquetas amontonadas con una capa de hielo. Cuando él ha replicado que era «lo único» que han podido encontrar sin estar bien envasado, ha sido cuando Laura le ha hecho saber que su actitud era el problema. «La conclusión es que no se pueden dar lecciones», ha advertido la jefa de sala del restaurante de Lloret. «La conclusión es que tienes toda la vida para aprender y aprender y aprender, con humildad», ha añadido lo José Delgado, jefe de cocina del mismo restaurante.
Marc Ribas se implica y llama la atención a Èrik
De hecho, el mismo Marc Ribas se ha implicado –más que otras veces– y ha ido llamando la atención a Èrik en varios momentos del programa. Por ejemplo, cuando el concursante de Tossa ha criticado el color de un tartar de atún, el presentador le ha recordado que el atún crudo, cuando se marina, pierde intensidad de color. En otro momento, cuando José de Lloret ha dicho que esperaba algo más de lo que han encontrado a Can d’Oru «teniendo en cuenta la personalidad de ellos», Ribas ha matizado: «¿De ellos o de Èrik?». Por todo ello, el conductor del programa ha advertido a Èrik y su segundo de cocina, César Giménez, que podrán hacer grandes cosas si están «dispuestos a aprender», puesto que son muchos jóvenes –28 y 27 años respectivamente– y tienen poca experiencia.
Una de las cosas en que más ha insistido Ribas, y los otros restauradores le han dado la razón, es en que no se puede dar un buen servicio si se quiere ejercer de jefe de cocina y jefe de sala a la vez, como hace Èrik. En este punto el joven restaurador de Tossa ha metido la pata a fondo, porque ha admitido que él había hecho un mal servicio en la sala y ha confesado que tienen un camarero, que es el tercero del equipo, pero que no ha querido que participara en el programa porque hace poco que trabaja en el establecimiento y todavía no confía e él del todo. «No me la quería jugar», ha dicho. La cara de los otros era un poema.
Gana el Decler, de Blanes, seguido de cerca por Port de la Cala, de Lloret
A pesar de estas tensiones, la oferta gastronómica del programa de esta semana no ha sido mala. En el propio Can d’Oru, sus rivales han considerado que los arroces estaban en su punto, por ejemplo, a pesar de que los han encontrado poco sabrosos. Al final, la nota del restaurante de Tossa –con la media de las puntuaciones de los compañeros con la de Marc Ribas– ha sido un 6,2. El Port de la Cala, de Lloret, se ha llevado un 7,8 –ha triunfado especialmente la ubicación, en el club náutico y con vistas a Cala Canyelles y al puerto– y el Decler de Blanes, con la cocina experimentada de Laila Branco y el servicio detallista de su hija, Patty Aguilera– ha conseguido ganar con un 8, a pesar del 6 que le han puesto los de Tossa. «Que sepas que este 6 me ofende mucho», ha soltado Patty a Èrik, y ha aprtado mucho al joven de Tossa, que se ha puesto nervioso y no ha sabido argumentar la nota que había puesto.
