Este sábado el periodismo catalán perdió un de sus representantes más importantes de los últimos años. Pere Ríos (Sant Boi del Llobregat, 1982) era periodista en El País y sólo una larga enfermedad había logrado apartarle del oficio que tanto amaba. Era licenciado en Periodismo i en Derecho y un gran licenciado en conocimiento del área metropolitana de Barcelona. Salvador Cot lo define como un periodista a l’ancienne. Una expresión que solo utiliza para referirse a aquellos redactores que tienen oficio, que van a los lugares, se enteran de lo que pasa y lo explican. Y así era Pere Ríos. Que hacía todo esto y mucho más. Y, además, se lo pasaba bien. Disfrutaba del oficio y explicaba sus secretos de manual.

Sí, he tenido la suerte de ser su alumno. Lo conocí cuando el año 2011 ya había dejado de explicar el que pasaba en los tribunales y se dedicaba a explicar lo que empezaba a ser la gran crisis del PSC. Todavía recuerdo como nos reímos el día que a los supuestos críticos del partido, con el hashtag de catalanistas, los pillamos comiendo en el restaurante 7 Portes de Barcelona. Una de las mejores guardias que recuerdo. Precisamente, era en las guardias donde Pere se descubría como un animal de memoria, de historias y de veteranía. Sabía tanto que era imposible no aprender.

Pere Ríos, en una imagen de su perfil de Facebook
Pere Ríos, en una imagen de su perfil de Facebook

Además, necesito agradecerle, y no se lo he podido decir, las veces que me reñía si me oía dar alguna opinión demasiado vehemente por radio. O como me recomendaba orientar una noticia, como seguir una pista o aquel «no te equivoques, que esto no va por ahí». Guardo sus reglas celosamente. Tenía una capacidad extraordinaria para preguntar sin hacer aspavientos y obtener un titular. Sin estridencias y con habilidad. Tenía la capacidad aquella de escuchar y no interrumpir cuando alguien se explicaba, manteniendo aquel silencio profesional y los ojos abiertos como platos.

Dos días guardo a la memoria de cómo se tienen que ver las cosas. El primero, el día que Miquel Iceta ganó a Nuria Parlón en una dura campaña de primarias en el PSC. Aquella noche, todavía en la sede de Nicaragua, hizo saltar la noticia con ademán de mosquetero. No solo el resultado, sino que explicó el porqué y los motivos con una claridad que después ha explicado muchas cosas. Y, otro día, la noche en Montjuïc en el acto de clausura de la campaña del referéndum del 1-O. Nos sentamos uno al lado del otro y me detalló de pe a pa lo que pasaría el domingo y porque. Son dos ejemplos, pero tengo más, muchísimos, en medio de los pasillos del Parlamento o en un buzo de campaña del PSC.

Pere siempre decía que hay que picar piedra, hurgar y esperar. Y, sobre todo, ser riguroso. Hay que esperar. Esperar trabajando y trabajando mucho. A él también le agradezco que me animara a cubrir tribunales. Al final, las circunstancias y Sílvia Barroso me lo han permitido. Tenías razón. Es la mejor especialidad en lo que tú denominabas el mejor oficio del mundo. Cómo diría Mayka Navarro, a partir de una generación todos somos un poco Pere Ríos. Posiblemente, este sábado el oficio ha perdido uno de los grandes, pero les bien aseguro que su espíritu está bien vivo. Descansa en paz, Pere. No sufras, picaremos piedra. Siempre. A l’ancienne.

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