El Valle de Arán ha sido el escenario de un Joc de cartes muy intenso. Marc Ribas ha vuelto a TV3 con el objetivo de encontrar el mejor restaurante de alta montaña de la zona, pero ha terminado topándose con unos restauradores con ganas de dedicarse reproches y de lanzar críticas gratuitas sin mucho sentido. No ha habido ninguno que fuera representativo de la cocina de la zona, tampoco, y eso no ha gustado a la gente de casa.
Hemos oído a un concursante quejándose de que el sorbete estaba “frío” o a otro lamentando que el sabor de su plato fuera demasiado “agrio”. ¿Cómo ha sido la competición de este miércoles? ¿Ha habido un personaje destacado como en otras ocasiones? Pues no solo uno, ha habido dos. Y, curiosamente, han sido dos que se conocían previamente y que se han criticado después de decir que eran amigos.
La Bóveda Pizzería ofrece pizzas con un toque de cocina de montaña
La primera parada ha sido en La Bóveda Pizzería en Vielha, en la cual el Sebas Perea ofrece unas especialidades de pizzas muy curiosas porque tienen “toques de cocina de montaña”. Un local que los otros ya conocían porque tiene cierta fama, de la misma manera que el propietario cuenta con reputación de ser seco y un poco huraño.
Les ha gustado la decoración y, en especial, la cocina de grandes dimensiones. Han quedado bastante satisfechos y lo han calificado de rival “bueno” de entrada. Una vez en la mesa, todos coincidieron en que las elaboraciones tenían buena pinta. Los primeros platos gustaron, aunque Oskar -uno de los rivales a quien conocía previamente- criticó que estaba un poco subido de sal. En la cocina no hizo gracia este comentario: “Ha venido a jugar. Tú no regales nada y si te atacan, ataca”, le recomendó la chef.

Oskar también se había quejado del punto de la carne, pero cuando su amigo le preguntó… el discurso cambió. Después los demás rieron cuando los postres fueron los más generosos: “El sorbete está frío y me duele la muela”, se quejó. Aquí incluso Marc Ribas le recriminó que hubiera hecho una crítica sin sentido: “El sorbete está frío, es lo que tiene”. Otra vez, lamentos desde la cocina: “Qué poca vergüenza. ¿Es una broma? ¡Si te duele la muela, no comas helado! ¿Qué culpa tengo yo?”.
La nota final ha sido de un 6,9 que sale de la media de la más alta, el 7,7 de la cocina, o la más baja que ha sido el 6 del precio porque no se lo esperaban tan alto.
La carta de Çò d’Oskar, llena de platos típicos de la zona
Oskar Maurelos ha sido el aspirante más divertido sin lugar a dudas. Tenía que defender Çò d’Oskar, también en Vielha, que presentaba una carta repleta de propuestas gastronómicas típicas de la zona. Esperaban el local más grande y tampoco les ha convencido ver suciedad en la cocina, llena de microondas y comida congelada: “Tienen que trabajar más”. En el cubo que les han servido para enfriar el vino, se han encontrado moscas muertas.
En este caso, ha sido Sebas -sí, su amigo– quien más lo ha criticado. Ahora bien, también los demás lamentaron que los primeros dejaban un poco que desear. Por ejemplo, les sirvieron unos macarrones muy simples que les recordaron a los típicos que se hacen rápidamente “en un piso de estudiante”. ¿Y la verdura? Tampoco estaba buena, ya que encontraron las judías muy ácidas y agrias. Marc Ribas le pidió al propietario que las probara y se indignó porque se dio cuenta de que tenían razón: “Estoy indignado”.

Cuando llegaron los segundos, la cosa no mejoró precisamente. El arroz, con muchísimo colorante, no gustó al presentador: “¡Es fluorescente!”. Los rivales lo lamentaron todo, desde el cordero reseco, las setas de lata, un arroz “que no se podía comer” y postres “industriales”. “Le he puesto un 2 a la comida por no ponerle un 0 porque así es la amistad”, se oyó decir a Sebas.
La nota media ha sido un 5,3 debido a una categoría suspendida, la de la comida que sacó un 4. La mejor valoración ha sido, en cambio, para el espacio con un 6,3.
Pirenasian Bar, con el toque exótico en el Valle de Arán
En esta competición también ha habido un aspirante más exótico. El Valle de Arán es conocido por una gastronomía de montaña, pero eso no significa que no se pueda encontrar un buen plato de ramen. Esta es la premisa bajo la que han acudido al Pirenasian Bar de la Denisse Dobla, que sorprende con una cocina de fusión que mezcla los platos típicos del sudeste asiático con productos locales de la zona de Baqueira. ¿Ramen de olla aranesa? Por supuesto.
La decoración oriental les ha sorprendido y no les ha convencido que la cocina fuera estrecha, pero tampoco hicieron sangre. Los primeros tenían una pinta buenísima, buena presentación y buen sabor. “Están muy buenos”, “Cocción perfecta” y “Buenísimos” son algunos de los comentarios que se escucharon. Ahora que coincidían en la mesa los dos amigos/enemigos, curiosamente todo fue buen rollo y simpatía. ¿Será que solo se enfadan cuando compiten y no tienen al otro delante…?

También los segundos les gustaron, pero no recibieron tantos elogios. ¿Y los postres? Una delicia y artesanales, si hacemos caso a lo que dijeron. Después de todo, la nota de los competidores la ha hecho subir hasta la primera posición con un 7,6 global. La comida y el servicio empatan con un 8, mientras que el espacio se queda con un 7.
La Petite Bohème de Casau, con comida casera y buen jamón
El equipo del programa también ha visitado Casau, el municipio que cuenta con La Petite Bohème de Alex de Reina. Tenía buena pinta con comida casera, sopa de cebolla y buen jamón. Les sorprendió mucho el espacio, ya que no se lo esperaban así. Y cuando llegó la hora de inspeccionar la cocina, hubo reproches entre Denisse y Sebas a quien acusó de pasarse con sus críticas.
Los platos les gustaron, con unos guisos buenos y con la esencia de los platos típicos de la zona. Se esperaban un poco más, por eso, aunque las carnes las encontraron buenas. El bacalao, en cambio, lo vieron con demasiado aceite y así lo reclamaron. ¿Y los postres? Quizás con un exceso de miel, pero bien en general.

El restaurante se ha llevado un 6,7 de media. El empate entre el espacio y el precio con un 7 respectivamente suponen la mejor valoración, mientras que la peor parte se la lleva la cocina con un 6,3.
La tensión estalla en la confrontación final
En la confrontación final, cada uno de los restauradores ha descubierto qué notas han recibido de los demás. Pocas veces antes un concursante había reconocido que había puntuado a la baja para intentar ganar, pero Sebas lo ha hecho: “Yo no tengo corazón, vengo a jugar. No vengo aquí a hacer amigos. He votado para ganar”, dijo sin resentimiento.
Él es quien más duro ha sido a la hora de puntuar, efectivamente, también a su amigo Oskar. Hubo un enfrentamiento fuerte entre ellos, de hecho. “Yo vendo más menús que tú y trabajo más que tú”, se defendió el primero. “¿Pierdo un amigo y me dirán de todo en el pueblo por decir la verdad? Pues no. Los demás no han sido honestos”, lamentó el otro.
