Los guionistas de Como si fuera ayer vuelven a tener una racha similar a la de la época en la que convirtieron a Quim (Jordi Rico), su esposa Cati (Olalla Moreno) y su amante Xesca (Núria Gago) en el trío de Cataluña. Los espectadores de la serie diaria de TV3 disfrutaron con esta trama divertida que rompía tabúes y siguieron con naturalidad el caso de una infidelidad matrimonial que acababa convirtiéndose en una historia de deseo y amor a tres.
En esta octava temporada, que está batiendo récords de audiencia desde la primera semana y se ha instalado en cuotas de pantalla por encima del 20% de manera sistemática, dos tramas calientes están dando muchas alegrías, en contraste con los dramas, angustias y malos rollos de Gemma (Àurea Márquez) y Toni (David Vert), Cèlia (Sara Espígul) y Quique (Biel Duran) y Marta (Sílvia Bel) y Salva (Ernest Villegas). Las protagonistas son dos mujeres del grupo de exalumnos boomers del instituto Reina Sibil·la, que son los personajes fundacionales de la serie. Hablamos de Eva (Alícia González Laá) y Sílvia (Montse Germán), en el centro.
Tanto una como la otra, empoderadas, tienen relaciones peligrosas y peculiares con hombres esta temporada: relaciones con dos hombres cada una. Todo ello aumenta el tono de vodevil que hace que el espectador espere hasta el final de cada capítulo para ver los fragmentos de avance del día siguiente. Y este lunes ha sido crucial esperar hasta esas imágenes finales.
Eva entre dos fuegos (es decir, dos hombres)
Vamos por partes. Por un lado, Eva se ha destapado como una jugadora a dos bandas. Hoy se ha descubierto que, mientras esperaba que Rodri (Ivan Benet) se decidiera a salir con ella, se lanzó a los brazos de un «informático de Badalona» que conoció en Tinder. Se lo ha confesado a su amigo Andreu (Marc Cartes), que es precisamente quien le presentó a Rodri. Se siente mal por este doble juego, y por eso ha sido impagable la secuencia del gimnasio de este lunes: se le presentaron los dos al mismo tiempo, se puso nerviosa de mala manera y los distrajo a ambos, haciendo ver delante de uno que el otro era un cliente («un cliente pesado») y viceversa.

Finalmente, sin embargo, su mala conciencia la impulsa a quedar con Rodri para contarle la verdad y decirle que apuesta por él. Todo parece ir bien, porque Rodri le dice que no pasa nada… e inmediatamente sale corriendo, como siempre. Eva ha hecho cara de tener la sensación de que volvía otra vez a la casilla de salida. Todo porque él no se decide a contarle su secreto familiar que lo tiene de cabeza y que los espectadores sí conocen.
La relación peligrosa de Sílvia sigue complicándose: cada día más picante
Con este episodio, parecía que Eva tomaba ventaja sobre Sílvia, en una curiosa competición de historias calientes que están generando un gran interés entre los seguidores de Como si fuera ayer. El caso de Sílvia está mostrando la gran transformación de esta mujer que comenzó siendo la mujer apocada de un sinvergüenza, que ha pasado por todo y que ahora se está destapando.

Pues bien, al final del capítulo ha llegado la habitual promoción del próximo episodio y ha dejado boquiabiertos a los espectadores: después de acordar la semana pasada con Miqui (Adrià Collado) que debían detener su relación clandestina –es el marido de la hermana de su actual novio–, ahora que ambos saben que son cuñados, mañana se verá cómo se lanzan, ahora ya abiertamente, al sexting. Hasta ahora, habían intercambiado mensajes picantes y alguna foto en un chat, con seudónimos y sin verse la cara. Pero ahora darán un paso más. ¿Hasta dónde llegarán? La respuesta, mañana. Pero está claro que sube la temperatura en Como si fuera ayer.