La sequía se ha convertido en una aliada inesperada de los Mossos d’Esquadra en la lucha contra las plantaciones de marihuana en Poniente, según explica a la Agencia Catalana de Noticias (ACN) el jefe de investigación del área Segrià-Pla d’Urgell-Garrigues de la policía catalana, Jordi Fadurdo. Según Fadurdo, la escasez de agua ha aumentado la “mortalidad” de las plantas en la mayoría de los cultivos exteriores desmantelados en la región. Aun así, los Mossos alertan que los traficantes son cada vez más “profesionales” –funcionan como auténticas multinacionales de la droga– y se adaptan a las condiciones climáticas adversas construyendo invernaderos para proteger las plantaciones.

A pesar de los efectos de la sequía, los Mossos aseguran que la campaña de este año contra los cultivos ilegales de marihuana a Poniente es una de las más intensas que se recuerdan. Durante los operativos, los investigadores han encontrado sistemas innovadores, como un cultivo escondido en 14 túneles de invernadero que se desmanteló en Almatret (segrià), donde se decomisaron 1.800 plantas. Fadurdo reconoce que las malas condiciones climáticas han obligado a los traficantes a “especializarse” buscando soluciones similares a las que se usan con los cultivos tradicionales, como el de las fresas, que se plantan en invernaderos para protegerlas del frío y el calor extremos. 

Varios sacos de marihuana comissada en una plantación desmantelada por los Mossos / ACN

Cambios obligados en las plantaciones de marihuana

A pesar del gran número de operativos, los Mossos creen que si no se han decomisado más plantas es porque la sequía ha reducido la efectividad de los cultivos. En la plantación de Almatret, por ejemplo, se podrían haber cultivado unas 5.000 plantas, casi el triple de las incautadas, si los traficantes no hubieran tenido problemas de abastecimiento de agua. Las organizaciones criminales también se adaptan a las contramedidas policiales y ya no utilizan plantaciones de maíz para esconder la marihuana. En los últimos años, había sido una práctica habitual por la coincidencia del ciclo de ambas plantas, que se plantan en marzo y se cosechan en septiembre. Pero el uso de helicópteros y drones para detectar desde el aire las plantaciones escondidas ha obligado a cambiar de estrategia.

Los investigadores de los Mossos alertan que este año se han detectado numerosas plantaciones en zonas boscosas del Pirineo, como Soriguera o la Vall Fosca, en el Pallars, y también en el Alt Urgell. Son lugares remotos, alejados de zonas urbanas y que permiten transportar la marihuana a los principales mercados de destino, en el norte de Europa. El precio del kilo de marihuana preparada para el consumo se paga a unos 1.800 euros en Cataluña, mientras que en Europa puede llegar a los 4.000 euros, según la policía catalana. El jefe de investigación regional, Jordi Fadurdo, explica que los traficantes optan por estructurar las organizaciones en varios departamentos especializados en cada segmento del proceso: localización de terrenos, cultivo, transporte y comercialización. Esta “profesionalización” también les ha llevado a crear departamentos de seguridad con personas armadas para custodiar las plantaciones y obliga a los Mossos a actuar con “mucho más cuidado” para proteger a los agentes.

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