La historia de Cataluña no se puede entender sin hacer referencia al modernismo, el movimiento político y cultural que transformó la manera de pensar y entender la arquitectura a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. A pesar de que Barcelona concentra el grosor de las obras del modernismo, como la Sagrada Familia, que a pesar de que todavía no está acabada ya es uno de los grandes símbolos de Cataluña, la Pedrera o la Casa Batlló, los principales exponentes del modernismo como Antonio Gaudí o Lluís Domènech y Montaner también han dejado su impronta en otros puntos del país. Este es, por ejemplo, el caso de la Casa Navàs, uno de los emblemas modernistas de Reus (Baix Camp) que fue proyectado por el mismo Domènech y Montaner y construida entre el 1901 y el 1908 a raíz del encargo de los reusencs Joaquim Navàs Padró y Josepa Blasco Roura.
Una de las cuestiones que diferencian la Casa Navàs otras obras modernistas coetáneas y que la convierten en uno de los principales reclamos de los amantes del modernismo es que, desde su creación, no ha sufrido las transformaciones de modas posteriores y mantiene íntegramente la decoración y el mobiliario tal como lo concibieron sus artífices. Es decir, es la única obra modernista de Cataluña que, hoy en día, todavía conservan su aspecto original en el interior del edificio. Este hecho contrasta, pues, con la fachada, donde el paso del tiempo sí que ha dejado huella. De hecho, así lo expresan los actuales gestores del espacio -los cuales se encargan de organizar visitas guiadas- en su página web: «Detrás la imagen actual de edificio malogrado, se esconde el interior más completo, fantasioso y espléndido del modernismo catalán. Entrar en la casa es como adentrarse en un gran jardín artificial lleno de florituras, en el cual destacan los vitrales de más de doscientos metros cuadrados de superficie, entre claraboyas, tabiques, puertas y ventanas», apuntan.
Un siglo de historia
La historia de la Casa Navàs se remonta más de un siglo atrás. Teniendo en cuenta que el espacio se construyó a principios de siglo y que los dos reusencs que la encargaron no fijaron un presupuesto, el edificio se convirtió en una de las viviendas más lujosas de Reus y, incluso, de las obras con más lujo del arquitecto barcelonés. Veinte años después del final de su construcción, pero, en plena guerra civil española, los fuertes bombardeos de las tropas franquistas causaron los primeros estragos en la creación de Domènech y Montaner: «A causa de una de las bombas, en 1938 perdió la torre, gran parte del tejado y algunas de las dependencias del segundo piso quedaron destruidas», explican en su página web.
Los desperfectos de la fachada se reconstruyeron para volver a darle una segunda vida en el edificio, pero las marcas de la guerra nunca se pueden borrar del todo y la fachada no recuperó todo su esplendor. De hecho, «todavía presenta algunas importantes mutilaciones a la parte superior, como el gran coronamiento escalonado y la tueste cantonera». Ahora bien, todo y las marcas del exterior, el interior del edificio todavía se conserva en perfecto estado, cosa que permite a los visitantes hacerse una idea de cómo era vivir entre los pasillos y las paredes de la Casa Navàs.

