Ya no quedan palabras para describir la indignación de los vecinos de Vic (Osona) por el mal funcionamiento del R3 de Rodalies, una de las líneas más castigadas por las averías constantes, los retrasos y la falta de inversión. Los lamentos de los centenares de personas que cada día tienen que coger el tren para desplazarse hasta Barcelona, Puigcerdá -las dos estaciones finales de la línea- u otros puntos del recorrido, como Ripoll, se han convertido en una tónica constante: «Ya estamos acostumbrados que el R3 vaya siempre lenta o tarde, es el de siempre», explica con resignación Montserrat Esteve, una vecina de la capital osonenca que hace más de una década que coge cada día el tren para ir a trabajar en Barcelona. Esta situación, pero, se ha agraviado a raíz del colapso generalizado del servicio ferroviario catalán del pasado domingo 12 de mayo, ocasionado por el robo de cableado de cobre a las instalaciones de Moncada Bifurcación. «Si antes ya era muy pesado coger el tren, ahora es un suplicio», espeta Carles Busquets, que critica el caos de Rodalies con unos amigos sentado en una tabla del bar universitario de Vic. Una tertulia habitual, según asegura en conversación con El Món, durante los últimos días.
El robo de cableado de cocer afectó varias líneas de tren, pero todas han ido recuperando -despacio- la normalidad, a excepción de la R3. En estos momentos, el servicio funciona entre Puigcerdá (Cerdaña) y Moncada-Ripollet (Vallès Occidental), es decir, que el tramo que conecta la Cataluña central con Barcelona no funciona. Los usuarios se ven obligados a hacer parada en Moncada para coger un autobús lanzadora que los lleve hasta la parada de Fabra y Puig, y allá coger el metro para dirigirse en su punto que quieran de la capital catalana. Una nueva realidad que, tal como aseguró el ministro de Transporte, Óscar Puente, se alargará dos meses: «Es indignante, si de normal ya tardábamos mucho a llegar a Barcelona, ahora nos podemos estar más de tres horas», asevera Montserrat Esteve, que considera que además de la larga duración del trayecto, el problema también es «el caos informativo» que viven los usuarios.
Una indignación que también comparte el portavoz de la plataforma Perquè no ens fotin el tren, Marc Janeras, un grupo organizado que reivindica y denuncia constantemente la mala situación de la R3: «Está claro que el colapso gordo se ha producido por el robo de Moncada, pero el problema de la línea es sistémico. Cuando no es un ajo es una cebolla«, espeta. Desde la plataforma también recuerdan que la estación de Fabra y Puig «no está en el centro de Barcelona y esto supone un tiempo extra por los usuarios para llegar a su destino», un tiempo extra que afecta «muchos usuarios»: «Tenemos que calcular a la defensiva», remacha Janeras.

La falta de confianza con Rodalies vacía las estaciones de la R3
Ante las carencias constantes con que se encuentra esta línea, buena parte de los usuarios habituales han empezado a perder -todavía más- la confianza con Rodalies y apuestan para usar otros medios de transporte, como la línea de autobús exprés que conecta Vic con Barcelona. Una falta de confianza que, como ha podido comprobar este diario, ha dejado las estaciones prácticamente vacías. Ahora bien, este tipo de buses no hace paradas, cosa que impide la conectividad con otros puntos intermedios del recorrido del R3, como Centelles o la Garriga: «Ya me gustaría poder coger el bus exprés que va muy deprisa, pero para ir al trabajo [trabaja en Parets del Vallès, otra de las estaciones de la línea] en transporte público no me queda más alternativa», explica Mercè Feliu mientras espera pacientemente que llegue su tren a la estación de Vic.
Según relata la usuaria, esta tendencia a abandonar el tren ya hace tiempo que va en aumento. Uno de los principales motivos ha sido los cuatro meses de obras -entre el mes de noviembre del 2023 y principios de febrero de este año- que se efectuaron en el tramo entre la Garriga y Parets del Vallès (Vallès Oriental) para desdoblar la vía y que obligaron a cortar el servicio entre las dos estaciones. Estas obras respondían a una mejora de la infraestructura largamente reivindicada desde Cataluña, pero que siempre se había ido aplazando por el Estado español. De hecho, fue uno de los puntos que impulsó el traspaso integral del servicio de Rodalies, que firmó el pasado mes de noviembre el PSOE con ERC, pero que todavía no ha empezado a desplegarse. En los próximos meses, teóricamente, arrancará la segunda fase del desdoblamiento de la vía, que volverá a paralizar temporalmente un tramo del servicio ferroviario.
Durante todo este tiempo que el servicio estuvo parado entre la Garriga y Parets, algunos usuarios continuaban cogiendo el tren porque tenían «muy claro» en qué parada había que bajar para coger el autobús, pero otros ya preferían buscar nuevas alternativas de transporte. Ahora, pero, «la falta de información y precisión» ha vaciado bastante las estaciones. «Estamos desesperados y muy incordiados», exclama Feliu, que asegura que «algunos informadores te dicen una cosa, y otros, otra».

Soluciones «urgentes» para la R3
Los usuarios exigen soluciones «urgentes» a todo el servicio de Rodalies, y especialmente a la R3, para poder recuperar la «normalidad» del transporte público: «Prefiero que todo vuelva como antes, por mucho que sea horroroso, que tener que hacer siempre el periplo de esta semana», apunta Carles Busquets. El vicense también considera que es muy necesario saber qué pasó exactamente el pasado domingo para evitar que se reproduzca: «No nos puede volver a pasar un robo de estos», exclama. Unas reclamaciones muy similares a las que hacen desde la plataforma de defensa de la R3: «Cómo puede ser que un elemento tan clave de la infraestructura esté desprotegido de este modo y se pueda entrar a las tres de la mañana a robar cobre sin que haya imágenes de seguridad, sin que haya vigilantes y sin que haya Mossos», argumentan.
De hecho, estas mismas responsabilidades son las que han abierto una nueva rendija entre Generalitat y Estado. Mientras que el director de Cercanías, Antonio Carmona, ha atribuido la seguridad de las instalaciones donde se produjo el robo a la policía catalana, el director de los Mossos, Pere Ferrer, y la consejería de Territorio, en manos de la consejera en funciones Ester Capella, cerraron filas y dirigieron la mirada cabe Adif. Independientemente de los reproches, el ejecutivo catalán ha pedido una «auditoría específica» para intentar averiguar quién se esconde detrás del robo. Mientras tanto, pero, los usuarios encaran los próximos meses con paciencia y resignación.