El otoño y el invierno son las épocas críticas en cuanto al número de contagios de virus. Las gripes, COVID y otras afecciones provocadas por otros virus tienen un impacto mucho mayor sobre la población cuando el calor se va y las temperaturas comienzan a bajar. De hecho, este fenómeno ha provocado que a lo largo de la historia se hayan creado varios escenarios en el imaginario colectivo como «no camines descalzo que te resfriarás», «cierra la boca que te entra frío» y otras escenas que buscan una explicación al contagio vírico durante el invierno.
A pesar de que este imaginario colectivo sea fuerte, la explicación de estos contagios es mucho más científica y simple de lo que pueda parecer: ¿por qué nos contagiamos más en invierno que en verano? Lo primero que cabe destacar es que los resfriados son infecciones víricas -la gran mayoría causadas por los rinovirus- que afectan especialmente la garganta y la nariz. Las cifras señalan que un adulto puede llegar a resfriarse entre 2 y 6 veces al año. Por su parte, la gripe también es una infección vírica provocada por los influenzavirus A o B y tiene más impacto sobre el cuerpo, ya que provoca fiebre alta, dolores generalizados y un gran malestar que en casos extremos puede llegar a causar muertes en personas vulnerables e inmunodeprimidas. Este tipo de infecciones son de origen vírico y se transmiten a través del aire, un aspecto clave.

El frío, el gran aliado de los virus
Una de las otras frases incluidas en el imaginario colectivo es que «el frío hace que te resfríes». Esta afirmación es una media verdad, ya que no es que el frío sea el causante directo del resfriado, sino que genera las condiciones idóneas para una mayor transmisión de los virus. Los virus que causan estas infecciones resisten mejor las temperaturas ambientales bajas y en condiciones de frío ambiental la tasa de transmisión se incrementa, un factor que a temperaturas altas (como los 30 grados de pleno verano) es el contrario. Cabe destacar que a temperaturas bajas la estructura de los virus se mantiene estable. Es decir, la resistencia de los humanos a los virus es mucho más alta en temperaturas cálidas que en temperaturas frías, un motivo por el cual las condiciones frías y secas del invierno y el otoño son perfectas para su transmisión.
Los cambios de comportamiento de los humanos con el frío: más horas en lugares cerrados
Uno de los otros aspectos que juega un papel fundamental en el aumento de contagios durante los meses de más frío es que los humanos nos adaptamos a estas temperaturas y cambiamos nuestro día a día. Estos cambios conductuales son uno de los otros aspectos que favorecen la transmisión de los virus. Uno de los ejemplos más claros se ve en la restauración, ya que en las terrazas hay menos gente y la actividad económica se traslada al interior de los bares y restaurantes. No solo en la restauración se ve este cambio, ya que durante la primavera y el verano son habituales las reuniones en el campo, la playa u otros espacios abiertos, mientras que cuando llegan los meses de frío los humanos se reúnen dentro de casa, en cines u otros lugares cerrados donde no se pase frío.
Este cambio de comportamiento genera una autopista para los virus: el riesgo de contagio aumenta drásticamente, ya que también aumenta el tiempo que una persona pasa en contacto con otras personas en lugares cerrados. Cabe destacar que, por ejemplo, el virus de la gripe tiene la capacidad de viajar casi 2 metros por el aire e infectar a nuevas personas.

El frío debilita a las personas: las mucosas protectoras se resecan
Uno de los otros aspectos que cabe destacar de los meses de frío es que si bien por sí mismo no tiene la capacidad de causar infecciones sí que genera el escenario ideal para la propagación del virus. En temperaturas más cálidas y condiciones idóneas las mucosas de los humanos ejercen de barrera física para prevenir las infecciones de virus y bacterias, pero cuando las temperaturas se enfrían estas mucosas se resecan y pierden gran parte de su capacidad de ejercer de barrera de contención ante la infección y, por tanto, se favorece el contagio. De hecho, el sistema inmunitario presenta una mayor debilidad en condiciones frías e incluso las horas de sol pueden jugar un papel clave en la salud de las personas, ya que una menor cantidad de horas de sol puede acabar generando un déficit de vitamina D y melatonina.
La importancia de la vacunación
Como cada año con la llegada del frío y el posible incremento de la transmisión de virus la Generalitat pone en marcha la campaña de vacunación contra la gripe. Desde el Departamento de Salud, en manos de la consejera Olga Pané, ya se ha iniciado la campaña de vacunación contra la gripe y la Covid-19. El objetivo de la campaña de vacunación contra estas infecciones víricas es controlar la situación epidemiológica de cada virus y evitar un aumento de la transmisión y picos de contagio que tensionen la sanidad pública catalana.
Desde el pasado 13 de octubre, cuando se puso en marcha la campaña de vacunación, los grupos poblacionales de riesgo han sido llamados a vacunarse en los centros sanitarios. Para poder acceder a la vacunación se debe pedir cita a través de la aplicación La Meva Salut, aunque los centros de atención primaria (CAP) también ofrecerán horario de vacunación sin cita previa para aquellas personas con dificultad para solicitar cita. Los horarios en los que se podrá vacunar sin cita previa son de lunes a viernes, de 9.30 h a 12.30 h y de 16.30 h a 19.30 h y en algunos CAP que también abren los sábados la vacunación sin cita previa se realizará de 9.30 h a 12.30 h.

