El servicio de urgencias de los hospitales del país está al límite, prácticamente colapsado. Según los datos facilitados por el Departamento de Salud, en manos de la consejera Olga Pané, a la Agencia Catalana de Noticias (ACN), las visitas a los hospitales crecen año tras año y en 2024 alcanzaron un récord con casi 3,9 millones de personas atendidas, un 21% más que en los tres últimos años. Este año, la situación no parece mejorar. El mismo director operativo del Plan Nacional de Urgencias (PLANUC), Xavier Jiménez, reconoció en declaraciones a la ACN que Cataluña vive una situación “tensa” por la elevada actividad de los centros hospitalarios: «Tenemos mucha actividad, mucha afluencia de personas, muchas dificultades para intentar trabajar con cierta comodidad, ofreciendo seguridad a los pacientes, que es lo que más nos preocupa. Estamos en una situación tensa», admitía Jiménez. Según los mismos datos de la consejería, los hospitales catalanes atienden cada día más de 10.000 visitas urgentes; concretamente, 10.637 de media en 2024: 8.598 de adultos, de las cuales un 11% necesitará ingreso; y 2.039 de pediatría, con un 4,2% que deberá ingresar en el hospital.
Los médicos y las enfermeras consultadas por El Món, sin embargo, consideran que la situación «tensa» que comenta la administración catalana no es excepcional, sino un colapso cronificado: «Se ha perdido la estacionalidad», exclama el secretario general del sindicato de Médicos de Cataluña, Xavier Lleonart. Históricamente, los meses de verano eran meses con menos tensión generalizada en los centros hospitalarios del país, ya que los movimientos internos de la población, que se desplazan más hacia la costa, concentraban el volumen de trabajo en una zona concreta del territorio. En los últimos años, sin embargo, esta tendencia se ha revertido y se ha homogeneizado en toda Cataluña: «Tenemos picos de atención un quince de agosto, por ejemplo, en centros sin mucha demanda turística», argumenta Lleonart, que lamenta que los equipos gestores de los centros sanitarios del país no tienen en cuenta este cambio de paradigma y continúan aplicando «soluciones viejas para problemas nuevos».

Una oportunidad para reorganizar el sistema
El principal problema que satura los servicios de urgencias del país es que hay más demanda de asistencia médica de la que puede asumir el sistema, ya que cuando llega el verano las plantillas quedan más reducidas por las vacaciones y, por lo tanto, también se cierran plantas y camas de los hospitales: «Se producen cierres de plantas y esto aumenta la presión de las urgencias», apunta la delegada sindical del sindicato de Enfermeras de Cataluña Patricia Priego. En este sentido, el delegado de SATSE y miembro del comité de empresa del Hospital del Mar, Xavier Massabé, también apunta que el problema que satura las urgencias «no es la demanda», sino «que no hay salida», ya que la falta de camas dificulta la posibilidad de derivar los pacientes a planta. De hecho, es por este motivo que se vuelven a vivir situaciones de pacientes colocados -como se puede- por los pasillos y salas de espera desbordadas, lo que dificulta que los profesionales puedan hacer bien su trabajo.
Todos los expertos consultados coinciden en que la administración catalana debe destinar más recursos al sistema sanitario catalán para poder reorganizar su funcionamiento durante los meses de verano, principalmente: «Antes las plantillas eran más pequeñas y se autoregulaban para cubrirse las vacaciones. Esto es un sistema que ya hace tiempo que debería haberse resuelto», argumenta el secretario general del sindicato de Médicos de Cataluña. En esta misma línea, Priego también coincide en que con «más dinero» se puede mejorar la organización de los hospitales a la hora de cubrir las vacantes -generalmente, por vacaciones- y evitar recaer siempre en «la autogestión». Desde la consejería, sin embargo, ya están trabajando en un nuevo modelo de financiación de los centros sanitarios que acabe «logrando unas formas de pago adecuadas a lo que merecen los centros y que la modernización de la gestión también incluya las urgencias», según argumenta Xavier Jiménez. Con este nuevo modelo de financiación, la administración catalana busca dotar de más recursos los servicios de urgencia, lo que permitiría destensar, mínimamente, el sistema sanitario: «Pensando en el modelo de gestión hospitalaria, al gerente de un hospital le sale económicamente más rentable priorizar las acciones programadas que las urgentes», reflexiona Jiménez.

La atención primaria, otro factor que compromete las urgencias
Según argumentan los médicos y enfermeros, uno de los factores que también contribuye a saturar las urgencias de los hospitales es el funcionamiento de los centros de atención primaria (CAP). Teniendo en cuenta que durante los meses de verano se reduce la programación de visitas de la atención primaria y que faltan manos en este tipo de centros, algunos pacientes optan por acudir directamente al servicio de urgencias: «Como el servicio de atención primaria no acaba de funcionar, esto hace que la gente vaya más a urgencias», lamenta Xavier Massabé. Al saturarse las salas de espera de urgencias, los enfermeros tienen que hacer malabares para aligerar la carga asistencial. Primero, se realiza un triaje para discriminar el nivel de gravedad -el cual conlleva un tiempo de espera de once minutos de media, según los datos de Salud- y, una vez filtrado, se espera a la asistencia médica.
Los enfermeros apuntan, sin embargo, que, debido a la falta de recursos y la saturación del sistema, a veces se producen situaciones de «triaje» peligrosas o se «fuerzan altas»: «En invierno también suele pasar», argumenta Patricia Priego, que recuerda que durante los meses más fríos del año se dispara la presión asistencial de los centros sanitarios debido al aumento de casos de gripe. Aunque antes este colapso solo se vivía en momentos aislados, ahora la situación ya ha cambiado. Así pues, médicos y enfermeras reclaman a la administración catalana soluciones urgentes para combatir la saturación crónica y enquistada del sistema sanitario catalán. Una saturación que aún se agrava más teniendo en cuenta el crecimiento de la población catalana en los últimos años -y, en consecuencia, el envejecimiento de esta población: «Ya somos ocho millones [de catalanes] y el sistema está pensado para seis», remata Lleonart.