Pau, un adolescente de solo 15 años, pidió a su madre una decena de productos para tratar su acné. Los había encontrado en TikTok, donde un chico había puesto una foto del antes y el después y toda una lista de productos recomendados para hacerse un buen skincare, un término que significa
El interés llegó hasta el punto de que, un año después, creó su propia marca de cosmética saludable y ecológica, Mimoil. “Poner el foco en la salud y no en la estética es un mensaje que llega muy bien a un público maduro, pero desgraciadamente no a los adolescentes, que están muy influenciados por los cánones de belleza que ven en las redes sociales”, explica Laura Pinar, que recuerda que la edad mediana de los primeros tratamientos de estética ha pasado de los 35 a los 20 años en solo diez años. La creadora de Mimoil asegura que las redes sociales han vuelto la gente joven “esclava de una belleza que no tiene nada de natural”.
“Los influencers actúan como prescriptores en cosmética, pero lo que va bien a una persona no tiene por qué funcionarle a otra. Recomiendan productos agresivos que se venden sin ningún criterio médico”, advierte. Además, añade que los productos que recomiendan contienen fórmulas químicas que, mezcladas, pueden perder efectividad o, incluso, ser nocivas. De hecho, hay rutinas de skincare recomendadas por influencers que tienen hasta diez pasos y productos. “Incluso un producto no comodogénico, es decir, que no tapona los poros, puede convertirse en ello si se mezcla con otro. Las mezclas, por ejemplo, de ácidos exfoliantes y retinol, pueden provocar auténticos destrozos”, avisa.

El acné cosmético, un problema derivado de los skincares irresponsables
La dermatóloga Cristina Paradelo coincide que la mezcla de productos y una aplicación en franjas de edad para las cuales no están recomendados puede ser desastrosa para la piel. “A menudo, lo que recomiendan no se corresponde nada con la necesidad que tienen los adolescentes. Ya es cuestionable que los influencers recomienden cremas a los adultos, imagínate si las recomienden a niños”, se exclama. Paradelo recuerda que “un niño no es un adulto en miniatura” y hay productos que su piel no podrá eliminar. “Nuestra piel está viva y se tiene que respetar su manera de funcionar, que es diferente cuando eres adulto que cuando eres un niño”, añade.
Paradelo, de hecho, se muestra sorprendida porque el objetivo del skincare en adultos suele ser, precisamente, recuperar la piel de cuando éramos niños. “Si los niños, que ya tienen esta piel tan cuidada, aplican productos para adultos, se altera la flora cutánea y sobrecrecen las bacterias, por ejemplo las que provocan el acné. Por eso ya hablamos de acné cosmético, creado por nosotros mismos”, explica la experta.
Convertir el cuidado de la piel en un negocio
La dermatóloga cree que todo el problema se deriva del hecho de que los influencers crean complejos a los jóvenes porque utilizan filtros de Instagram que hacen que su piel parezca perfecta. “Los adolescentes ven que no se asemejan al filtro de Instagram, que modifica la textura de la piel, y esto los acompleja y los aboca a comprar productos para mejorar su piel”, explica.
En este punto es cuando las influencers promocionan productos para tener una piel como la suya y las adolescentes corren a comprarlos para conseguir parecerse a ellas. “Se encierran tres horas en el baño y se aplican todos estos productos, cuando lo único que tienen que hacer en esta edad es lavarse la cara con jabones no agresivos y aplicarse crema hidratante si tienen la piel seca”, razona.
“El acné cosmético se produce porque taponan la piel a copia de aplicar productos y esto provoca lesiones inflamatorias. Cada vez hay más”, explica la experta, que asegura que en su consulta ha recibido madres que no sabían cómo decir que no a sus hijos cuando les pedían estos cosméticos. Una buena rutina, explica la experta, se tiene que establecer de una forma personalizada y alejada de “la idea marketiniana” de los influencers, que promocionan cremas “con muy pocos ingredientes y llenas de conservantes y estabilizadores”.
Los influencers, los más señalados
La directora del máster en dermocosmética farmacéutica de la UB, Teresa Alcalde, coincide con sus compañeras que las recomendaciones de los influencers han causado este problema que cada vez es mayor. “Es muy habitual usar productos porque son tendencia en TikTok o los publicitan influencers sin saber si es adecuado para el tipo de piel o sus necesidades concretas”, explica Alcalde.
“Los influencers tienen que dejar de hacer recomendaciones sobre temas que desconocen. En las redes hay excelentes divulgadores de cosmética, que tienen conocimientos y dan buenos consejos, pero hay muchos influencers que dan consejos publicitando productos sin conocimiento porque la marca les paga”, denuncia la experta. Considera que es muy diferente recomendar un pintalabios o un perfume que un cosmético destinado a la piel. “Pero está claro, muchos adolescentes solo hacen caso del que diga el influencer”, critica.
Para evitar este mal uso, la experta insiste en que hace falta que los productos y rutinas de uso estén supervisados y recomendados por algún profesional, por ejemplo farmacéuticos expertos en dermofarmàcia, dermatólogos o esteticistas para no sobrecargar la piel ni combinarlos mal. “Recomiendo a los padres que si su hijo pide algún producto lo consulten a alguno de estos expertos en vez de comprar cualquier producto publicitado en las redes”.
Muchos productos tienen un lado oscuro que desconocemos
“La industria cosmética tiene un lado oscuro”, asegura Laura Pinar, que lo experimentó en su propia piel. “Nunca pude utilizar cremas y limpiadores convencionales porque me provocaban irritación ocular, rojeces y sensación de ahogo. Por eso me interesé por los ingredientes y conservantes y descubrí que la mayoría de productos tienen ingredientes tóxicos”, explica. Estos ingredientes tóxicos son incluso considerados potencialmente cancerígenos y disruptores endocrinos que pueden provocar enfermedades muy graves.
“Los productos tradicionales también dañan la naturaleza porque contienen derivados del petróleo y microplásticos”, alerta. Asegura que lo esencial es que los consumidores se acepten tal como son: “Una piel sana siempre será una piel bonita. Todos nos queremos ver jóvenes y saludables, pero lo que se vende en las redes no es natural y compromete nuestra salud física y mental”.