El paso de la DANA Alice por Cataluña ha vuelto a castigar duramente el sur del país. Las poblaciones de las Tierras del Ebro han vuelto a sufrir los efectos de los fenómenos meteorológicos intensos y extremos y ha dejado muchos daños materiales, como cinco edificios con daños estructurales, ocho más donde solo se puede entrar con cierta precaución y una decena más con afectaciones menores, además de multitud de coches destrozados y locales inundados que hacen tambalear negocios. La irrupción de los aguaceros sobre las Tierras del Ebro ha vuelto a poner sobre la mesa el impacto que tiene el cambio climático, el calentamiento del Mediterráneo y la urbanización del litoral catalán en la fuerza, frecuencia y los efectos de las tormentas.

En los últimos años ha sido el Ebro el territorio que más ha recibido -con sequías de por medio- el impacto de estas fuertes tormentas y sus consecuencias. Maria Carme Llasat, catedrática de Física de la Atmósfera del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Barcelona (UB), explica en conversación con El Món que las lluvias que han sacudido las Tierras del Ebro son perturbaciones que afectan al País Valenciano y que se trasladan a Cataluña. «La configuración orográfica hace que se disparen las tormentas en esta parte de Cataluña y las inundaciones que se producen están más vinculadas con las que se producen más al sur», señala Llasat. Es decir, provienen de la costa del País Valenciano, y no de las comarcas gerundenses o barcelonesas.
Un aspecto que destacan los expertos consultados es que estas inundaciones, al contrario de lo que ha pasado otras veces, no tienen relación con el río Ebro. «El temporal ha sido local, muy fuerte en las Tierras del Ebro, pero las lluvias, en este caso, se han producido en las cadenas de montaña del litoral y el prelitoral» señala la profesora de la UB, que añade que cuando el Ebro juega un papel clave en los desbordamientos y las inundaciones es por culpa de lluvias «más extensas», en zonas más altas del río o directamente en otras zonas de la península ibérica, como Navarra o Aragón, un hecho que provoca un aumento del caudal.
Sobre el papel del Ebro y el comportamiento de estas lluvias, Javier Sigró, senior researcher del Centre for Climate Change C3, miembro del Instituto Universitario de Investigación en Sostenibilidad, Cambio Climático y Transición Energética, IU-RESCAT y secretario académico del Departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona), destaca que las precipitaciones de este octubre han sido «un caso muy diferente al de otras veces, porque las precipitaciones se han producido en la costa, en los relieves y montañas muy cercanas a la costa, casi fuera de la cuenca del Ebro». «Algunos barrancos desaguan directamente hacia la costa, pero debemos tener en cuenta las características de estos ríos intermitentes y barrancos, ya que pueden multiplicar muchísimo su caudal. Normalmente, casi no baja agua, pero en estas situaciones pueden multiplicar por 2000 su caudal habitual», añade. «Tenemos riachuelos que en momentos así bajan con más capacidad que el Ebro», sentencia Sigró.
El urbanismo, una piedra en el zapato
Òscar Saladié, doctor en Geografía (UB), profesor Agregado del Departamento de Geografía (URV), responsable de Enseñanza del grado en Geografía y Ordenación del Territorio (URV) y director de la Cátedra Dow/URV de Desarrollo Sostenible, se muestra muy crítico con cómo se ha tratado el territorio catalán. «Si hemos ocupado de forma inadecuada el territorio, las consecuencias negativas se multiplican», lamenta.
De hecho, Saladié no es el único que señala esta urbanización mal planificada como uno de los problemas añadidos a las tormentas. Llasat señala que «debemos pensar que es una zona donde hay muchos barrancos y rieras, es una zona con atractivo turístico y ha hecho que se construyera mucho en zonas inundables. Normalmente, estas rieras no llevan agua y se ha ido ocupando el territorio. Se debería hacer una buena cartografía del riesgo». Javier Sigró añade que no es un problema solo del sur de Cataluña, sino generalizado en todo el territorio catalán. «Ha pasado en esta zona igual que pasa en el Maresme, en la Costa Brava, y en la Costa Dorada. Ha habido un crecimiento urbanístico que en muchos casos no ha tenido en cuenta las zonas pantanosas cercanas a la costa y lo que tenemos ahora es que cuando ocurren estas cosas tenemos construcciones hechas en zonas inundables. Algunas directamente en el cauce de un barranco», lamenta.

La temperatura del Mediterráneo, un aspecto clave
El calentamiento del mar Mediterráneo tiene un impacto directo en las tormentas que llegan a Cataluña. Los expertos coinciden en señalarlo como factor de las precipitaciones de este octubre en las Tierras del Ebro. Varios estudios científicos alertan de que el Mediterráneo se está calentando cada vez más
Llasat señala que el calor del mar juega un papel fundamental en la violencia y frecuencia de estas tormentas. «Si el mar está mucho más caliente, hay más agua que se evapora. Por lo tanto, tenemos más agua disponible en la atmósfera disponible. Esto hace que se caliente la parte inferior de la atmósfera y favorece que haya movimientos verticales del aire que ayudan al desarrollo de estas perturbaciones», explica. Sigró, en la misma línea que la catedrática de la UB, destaca que el calentamiento del mar Mediterráneo «está agravando la situación de tormentas importantes». «Lo que alimenta estas tormentas es una masa de aire cálida y húmeda. Cuanto más cálido es el Mediterráneo, la masa de aire es más cálida y húmeda y genera más vapor de agua, hay más disponibilidad en las nubes y esto implica más agua, más lluvia cuando se condensa esta y, por lo tanto, hay más fuerza en la tormenta», añade.
La sombra del cambio climático, escondida tras estas lluvias
Los expertos coinciden en un aspecto fundamental: estos episodios de levantes y fuertes tormentas son habituales y consustanciales al clima mediterráneo. Llasat señala que la «variabilidad de la precipitación es un fenómeno natural del Mediterráneo». Pero, igualmente, los expertos destacan que el cambio climático ha tenido un aspecto fundamental en el impacto de este tipo de aguaceros. Saladié alerta que «en los últimos tiempos estos fenómenos se están volviendo más frecuentes. El riesgo de aguaceros existe y existirá siempre, pero ha aumentado por culpa del cambio climático». «Los diferentes estudios muestran que en las precipitaciones hay un incremento de la frecuencia y la intensidad. Son más recurrentes y más intensas. No únicamente las tormentas, también ocurre con las sequías», añade Sigró.
De hecho, Sigró exime de responsabilidad a la temperatura del mar. El secretario académico del Departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) señala que estos fenómenos atmosféricos están ligados a la temperatura del mar «pero también a otros factores relacionados con el cambio climático, como afecta la dinámica atmosférica, cómo llegan las masas de aire, cómo llegan las danas». «El cambio climático hace que estos procesos sean mucho más marcados, que haya una torrencialidad más alta, que haya períodos más cortos y más largos sin lluvia, y exacerba un fenómeno propio», añade Llasat.
El cambio climático, además, se complementa con el problema del urbanismo. Saladié alerta que a pesar de que «en algunos lugares la planificación urbanística se hizo sin tener en cuenta las zonas inundables», el impacto del cambio climático ha hecho que el panorama urbanístico haya cambiado y «espacios que en el momento de la construcción no eran zonas inundables, con el cambio de contexto, ahora no se construiría porque ahora sí que son zonas inundables». Ante esta situación, el profesor de la URV señala que se pueden hacer dos cosas: mitigar el impacto del cambio climático y adaptarse a la nueva realidad.

60 Millones para la recuperación de las zonas afectadas
El martes, la consejera de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica y portavoz del Gobierno, Sílvia Paneque, anunció durante la rueda de prensa posterior al Consejo Ejecutivo que habían aprobado un paquete de medidas urgentes para la recuperación de las zonas afectadas. El paquete consta de la «puesta en marcha de ayudas, subvenciones y préstamos por un importe inicial de 60 millones de euros ampliables, así como otras actuaciones en materia de contratación pública y gestión de emergencias». El Gobierno, además, señaló que las entidades locales afectadas podrán actuar como colaboradores en la tramitación de las ayudas para agilizar los trámites burocráticos y generar una gestión más cercana ante la crisis generada por estos aguaceros.