El gag catalanófobo de la obra teatral Esas latinas, de la compañía Teatro Sin Papeles, que se vio en la presentación del informe Observatori de les Discriminacions en Barcelona, ha generado controversia y Acció Cassandra lo ha llevado a la Fiscalía, pero también ha despertado la indignación del sector del colectivo latinoamericano de Cataluña que reivindica la importancia de aprender el catalán como un elemento clave de integración y que destaca que la realidad actual es todo lo contrario de lo que se representa en la obra. Son los llatinocatalans. Una de las voces más contundentes ha sido la del Casal Argentí de Barcelona. Su presidente, Diego Arcos, rechazó en un vídeo la tesis de Esas latinas y de la argentina Paula Deidremie, que presenta el catalán como una imposición y un tentáculo más del colonialismo. «¡No seas boludo! Habla catalán!», demanda Arcos al final de su intervención publicada en YouTube.

El Món ha conversado con el exdiputado de Catalunya Sí que es Pot y activista Albano-Dante Fachín, también argentino, y con Layla Villalobos y Sandra Gallardo, dos chicas latinoamericanas que llevan muchos años en Cataluña y que, como muchos otros testimonios recogidos en la cuenta de X llamada Rapsòdia, rechazan la catalanofobia. Así mismo, Fachín cree que, además de la reacción que ha habido contra las integrantes de la compañía Teatro Sin Papeles, es necesario señalar a quienes tienen «mucho más poder para destruir la catalanidad y el catalán que estas chicas todas juntas», y cita textualmente al Estado español y al PSC. «Lo digo porque me gustaría que la reacción sirviera también para enfrentar a las estructuras poderosas que están cargando contra el catalán», advierte.

Albano-Dante Fachín 8/3/2023 / Mireia Comas
Albano-Dante Fachín 8/3/2023 / Mireia Comas

Fachín detalla que llegó con 15 años a Blanes (la Selva) en 1992, acompañado por sus padres. Que se informaron y que «sabían perfectamente que aquí había una lengua y que las clases eran en catalán». Admite la inquietud que vivió con el cambio, «como cualquier adolescente que cambia de país o de instituto», pero subraya que su adaptación a Cataluña «no fue nada traumática». «Empecé las clases en septiembre y para Navidad ya lo entendía todo», remarca, y deja claro que le sorprende ver reacciones como el gag catalanófobo. «Nos tenemos que negar de manera rotunda a seguir asumiendo estos ataques», concluye. «Hay que entender que, en el mundo, igual que hay oxígeno en la atmósfera, hay gente que habla lenguas diferentes».

El exdiputado cree que la actitud de la compañía teatral polémica «es una manera de estar en el mundo que cuando estaban en su país se debía expresar de otras maneras como, por ejemplo, con una actitud clasista». «La persona que hizo la obra de teatro no pertenece a un grupo de inmigración desventajada, más bien pertenece a una inmigración privilegiada latinoamericana, y quizás de una cierta clase media-alta», recuerda. Fachín hace un paralelismo con el «xarneguisme» y recuerda que durante el Procés al españolismo le «molestaba» ver cómo había hijos de la inmigración andaluza que «no solo asumían la lengua catalana, sino que incluso eran independentistas». Ahora, cree que el Estado está intentando que la inmigración latinoamericana vea la catalanidad «como un obstáculo, como algo que molesta, e incluso como una forma de opresión». Con todo, opina que «la respuesta contundente de rechazo al gag ha sido muy buena desde la catalanidad nativa».

Decir que Cataluña es racista «desde la argentinidad», una «catalanofobia muy sucia»

También admite que hay «muchos» latinoamericanos que son «refractarios a la lengua y a la catalanidad porque arrastran las heridas del desarraigo». Sin embargo, destaca que la añoranza de tu tierra es «absolutamente compatible con la alegría de encontrar una sociedad que te acoge, que es abierta y que, además, te ofrece la posibilidad de aprender otra lengua». «Si vienes de Argentina, dices que Cataluña es racista y no dices que todas las sociedades del primer cuarto del siglo XXI o del mundo capitalista son racistas, no estás denunciando el racismo, lo que tienes como objetivo es atacar la catalanidad», dice, y sentencia: «Reprochar a Cataluña su carácter racista desde la argentinidad, por ejemplo, que es una sociedad absolutamente racista, es de una catalanofobia muy sucia». «Es un discurso catalanófobo», concluye.

El Món ha hablado con dos personas más que llegaron hace años de Latinoamérica a Cataluña, y ambas destacan la importancia de aprender catalán para integrarse en la sociedad catalana. Layla Villalobos, que llegó hace 22 años de Perú, explica que aprendió la lengua del país en la universidad, cursando asignaturas en catalán «para intentar mejorar» e integrarse en la sociedad. Nunca ha hecho un curso de catalán, pero no lo parece, se expresa con absoluta fluidez en lengua catalana. Le han ayudado las amigas que ha hecho en Cataluña jugando al fútbol, que se relacionan en lengua catalana: «Entendía que es su idioma y que están mucho más cómodas expresándose en catalán que en castellano, e hice el esfuerzo de acercarme a ellas y de entenderlas para estar con ellas». «Y 22 años después aún son mis amigas», remarca, pero admite que al principio se pasaban al castellano para ayudarla a entenderlas hasta el punto de que terminaron hablándole siempre en castellano. Fue ella quien tuvo que decirles que quería «hablar en catalán y aprender».

«El gag es estigmatizar totalmente a los catalanohablantes»

Sobre la obra de la compañía Esas Latinas, Villalobos dice que «se altera muchísimo la realidad» y pone como ejemplo un caso que vivió en primera persona en una visita al médico, que se le dirigió en castellano a pesar de que con la enfermera hablaba en catalán. «Cuando le pedí que me hablara en catalán, el médico me dijo que no le salía y me habló en castellano», recuerda. «Si no hablan en catalán a los extranjeros, muchas veces es porque no quieren», concluye. Y deja claro que el gag catalanófobo no la representa «para nada».

«Me provocó mucha tristeza porque es estigmatizar totalmente a los catalanohablantes. Intentaban hablar de la discriminación y terminaron, de alguna manera, discriminando a los catalanes y ridiculizándolos», expone Sandra Gallardo, que llegó a Cataluña hace 25 años proveniente de la Patagonia argentina y aprendió catalán cuando llegó a Gandesa (Terra Alta). Ahora, después de tantos años, ha dejado atrás la palabra «recién llegada» y se siente una «catalana más».

Las actrices de Teatro Sin Papeles, que han hecho el gag catalanófobo / Teatre de Barcelona

Ella deja claro que no aprendió catalán «por imposición», sino que fue su «deseo». «Irme de mi país implicaba, obviamente, adaptarme al nuevo entorno que me ofrecía una idiosincrasia diferente, una cultura diferente, una manera de vivir diferente, y eso implicaba otra lengua», razona. «Me resultó bastante fácil», afirma, y apunta que necesitaba la lengua para poder convalidar su titulación de educadora social y tuvo que estudiarlo porque para «entrar en un proceso de selección, en un concurso en la administración pública uno de los requisitos es el catalán», un requisito que considera «normal». En este sentido, relata la situación que vivió una vez que tuvo que ir a declarar a un juzgado por el caso de una familia que llevaba y el juez le dijo que tenía que hablar en castellano. «Me enfadé porque en Cataluña se habla catalán, y todos los que estamos en este territorio deberíamos hablarlo y aprenderlo, o hacer el esfuerzo de entenderlo», concluye.

Una cuenta de X con muchos testimonios latinoamericanos

A estos testimonios recogidos por este diario, hay que sumar todos los que se han recogido en la cuenta de X Rapsòdia, que en los últimos días ha publicado decenas de vídeos en los que latinoamericanos reivindican la importancia de aprender el catalán y también responden a situaciones de catalanofobia. La cuenta, gestionada por una venezolana que defiende hablar en catalán «como acto de resistencia», recoge el testimonio de Elías Guette, un nuevo colombiano manifiesta que tiene «muchas ganas» de aprender a hablar catalán y conocer un poco más la lengua. O el de Ana Carolina, argentina que hace tres años que vive en Barcelona, y que pide a sus seguidores que no les dé vergüenza hablar en catalán. «Cometer errores es parte del aprendizaje», dice, y remarca «el viento en la cara de saber hablar catalán vale mucho la pena».

La Ros, una cubana que hace un año que está aprendiendo catalán, explica que ha puesto en marcha un negocio en el mercado de Sant Carles de Granollers para «poder ayudar» a su familia. En este sentido, subraya que la gente del mercado la ha acogido muy bien desde el primer día. Antonio, un chico mexicano que lleva diez meses en Cataluña, se muestra muy orgulloso de saber hablar catalán. Se apuntó a un curso de lengua y comenzó a escuchar música cantada en catalán. Con la música de Manel de fondo, señala que lo hizo por «una cuestión de respeto por la gente de Cataluña y su cultura». «No es tan difícil hacer el esfuerzo y todos estaremos más contentos», concluye.

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