Elsa Quíntas, madre de un niño de cuatro años, intentó por todos los medios matricular a su hijo en una escuela donde las clases se impartieran en gallego. Fue totalmente imposible, a pesar de vivir en la capital de Galicia, Santiago de Compostela. Esto la reafirmó en sus convicciones y, junto con A Mesa pola Normalización Lingüística, la ONG del gallego, creó la iniciativa Familias polo Galego. Esta área dentro de la entidad aglutina a padres que luchan desde dentro de las escuelas para que se cumplan los derechos lingüísticos de sus hijos. “Mi implicación es interesada, como familia afectada, porque se está vulnerando la legislación y los derechos de nuestros hijos”, explica Quíntas en declaraciones a El Món. La situación del gallego en la enseñanza evidencia el retroceso de la lengua en manos de una Xunta de Galicia, presidida por el PP, decidida a sustituirlo por el castellano.
Quíntas explica el caso de una madre que denunció en una de las reuniones del grupo de padres que la profesora sustituta de su hijo había anunciado que haría las clases en castellano a pesar de que lo tenía que hacer en gallego. Su excusa era que no tenía suficientes competencias lingüísticas. “Muchas veces las familias tienen miedo de denunciar estas cosas por las posibles represalias a sus hijos. Nosotros garantizamos el anonimato de las familias que denuncian y trabajamos para que se cumplan los derechos lingüísticos”, apunta esta madre, que previamente fue presidenta de la ONG del gallego.
Las Familias polo Galego se reúnen anualmente en unas jornadas en las que dan recursos a los padres y madres para que se enfrenten a las situaciones que se viven en los centros educativos. “Lo que queremos es defendernos, en definitiva. Solo hay que ver los estudios: cada vez hay más alumnos sin competencia lingüística en gallego”, lamenta. Quíntas es consciente que para que la situación cambie hace falta un giro en las elecciones que expulse al PP de la Xunta. Esto es lo más urgente según Marcos Maceira, presidente de A Mesa pola Normalización Lingüística, el equivalente a la Plataforma por la Lengua en Galicia.
El gallego, prohibido en las asignaturas importantes y expulsado de la educación infantil
Maceira lamenta los pasos atrás que ha hecho la lengua desde que el PP volvió a la presidencia del gobierno gallego en 2009, después de una legislatura con el socialista Emilio Pérez Touriño como presidente. De hecho, lo primero que hizo Alberto Núñez Feijóo al convertirse en presidente gallego fue eliminar el requisito de la lengua en las pruebas de acceso a función pública. “Lo siguiente fue un decreto contra el gallego en la enseñanza que continúa vigente y que es una barbaridad”, denuncia Maceira. Se trata de un decreto por el cual se prohíbe el uso del gallego para impartir matemáticas, física y química y tecnología y que, además, únicamente promueve el gallego a las zonas donde ya es lengua mayoritaria, mientras que a los lugares con más castellano se prioriza el castellano.
“Todo esto ha desembocado en una reducción bestial del uso del gallego en infantil y primaria. Según nuestro estudio más reciente, solo un 9% de las escuelas infantiles utiliza mayoritariamente el gallego”, alerta el presidente de A Mesa. Además, el 100% de las escuelas infantiles tienen material didáctico en castellano, y solo un 30% usa algunos libros en gallego. “La Xunta promueve el uso del libro digital y solo compra los que son en castellano, cosa que provoca que incluso las asignaturas que tenían que ser en gallego no lo sean”, añade.
Esta avalancha de medidas para arrinconar el gallego ha provocado un aumento significativo del número de niños que dicen que no son capaces de expresarse en gallego. El último estudio de A Mesa, del 2018, apunta que un 23,9% de los menores de 24 años, es decir, casi uno de cada cuatro, no saben hablar gallego. “Es una cifra que nunca se había visto en la historia de Galicia. Todos los niños sabían hablar gallego, incluso en las circunstancias en las que no se enseñaba en las escuelas”, explica Maceira. El dato más preocupante para la entidad es la pérdida de hablantes en los últimos veinte años: se ha pasado de un 70% de la población acostumbrada a usar el gallego a únicamente un 51%.
En cambio, la Xunta se defiende y apunta que un 52% de la población continúa hablando el gallego de forma habitual y un 88% sabría hablarlo mucho o bastante bien. «Pocas lenguas europeas de las llamadas minoritarias pueden presumir de datos así. Es la lengua cooficial más hablada y con más conocimiento», sostiene la Secretaría de Política Lingüística. La Xunta también aduce que no se están perdiendo hablantes de gallego, según los datos del Instituto Gallego de Estadística: «De un 51,49% de personas monolingües en gallego o bilingües con predominio del gallego de la encuesta del 2014, pasamos al 52,29% el 2019. Esto no es un descenso, sino un mantenimiento», argumenta la versión oficial.
La presión social de resistencia de los defensores del gallego
El panorama, a pesar de la defensa de la Xunta, no invita mucho al optimismo, pero Maceira asegura que el movimiento a favor de la lengua es muy fuerte. “La presión social es, precisamente, lo que ha conseguido amortiguar un poco las medidas del PP”, explica. Apunta que el decreto de la enseñanza era mucho más agresivo antes de las protestas y que otras medidas se han llevado al juzgado y se han conseguido frenar. “Tenemos la sensación de que resistimos, pero porque hay un esfuerzo social muy importante”, celebra.
La conciencia social ha crecido en los últimos años según demuestran los datos de A Mesa relativos a las quejas lingüísticas. La entidad tiene un servicio de quejas -A Liña do Galego, muy similar al de la Plataforma por la Lengua– gracias al cual los afectados pueden denunciar vulneraciones lingüísticas. “Las discriminaciones lingüísticas son cada vez más frecuentes, sobre todo por parte del funcionariado, que se niega a hablar en gallego a pesar de que esto incumple la legislación. Cada vez recibimos más quejas, sobre todo relacionadas con el Servizo Galego de Saude (SERGAS)”, explica Maceira con relación a la sanidad pública de Galicia.
A Mesa es la única entidad que atiende quejas relativas a la lengua, a pesar de que es la Secretaría de Política Lingüística quien tendría que hacerlo. “La conciencia de queja está incrementando, pero otra cosa es que se solucionen los problemas, porque muchos derivan también de la legislación estatal que impide el uso libre de la lengua en muchos ámbitos”, remacha. Añade que a escala estatal “hace falta mucho más que poder hablar gallego en el Congreso” y pide al partido socialista “un esfuerzo mucho más grande”.

Una política “edulcorada”, pero “igualmente agresiva” contra el gallego
El lingüista Carlos Callón, autor de
Callón recuerda una de las medidas aplicadas por Feijóo cuando llegó al poder que más lo preocuparon: dar de baja las suscripciones a diarios y publicaciones en gallego. “Esto que ahora han hecho Vox y PP y se ha denunciado en el País Valenciano, ya había pasado en Galicia, tenemos la primicia”, dice con ironía. Una de las publicaciones que se dieron de baja fue el semanario A Nosa Terra, que tenía cien años de historia. “Ahora hemos conseguido otra vez tener un diario en gallego, pero ha sido una travesía por el desierto. El único diario en gallego que hay no recibe ayudas de la Xunta y esto se tiene que denunciar porque va contra cualquier principio democrático y de pluralidad”, razona.
La otra medida que más le impactó como activista por el gallego y defensor encarnizado de la lengua es la prohibición de impartir matemáticas, física y química y tecnología en gallego. “Vendieron que era por la tradición. Me pregunto cuál es la tradición. ¿La de los prejuicios? ¿La del desprecio? Tienen la idea de que el castellano es la lengua del abracadabra, la que abre puertas en todas partes”, critica. El lingüista asegura que los gallegos solo quieren “desarrollar su vida en su lengua”. “El despropósito llegó hasta el punto que ya tenían los libros de texto comprados y cuando aprobaron el decreto obligaron a tirarlos para volverlos a comprar en castellano. ¿Donde se ha visto ordenar tirar libros gratuitos para las familias, sea cual sea su lengua, para hacer que los compren en castellano?”, dice indignado.
La Xunta sostiene que hay muchas medidas en marcha para defender el gallego
La Secretaría de Política Lingüística de la Xunta, en respuesta a El Món, asegura que trabaja en formación y dinamización de la lengua para que no se pierdan hablantes. «Hacemos acciones dirigidas a las familias, a la infancia y a la juventud y creamos herramientas que permitan y garanticen que se pueda vivir en gallego», asegura. Como ejemplo pone los programas de apoyo a las personas que se inician al gallego y, en especial, 21 días co galego e +, un programa dirigido a los jóvenes para cambiar sus hábitos lingüísticos desde las escuelas. «Tenemos una legislación que garantiza el aprendizaje del gallego en igualdad de condiciones que el castellano en las escuelas y los resultados son más que satisfactorios y lo avalan», aseguran.
Una de las acciones en las que insisten desde la Xunta es el Proxecto Nós, del que se encarga la Universidad de Santiago de Compostela y que pretende garantizar el derecho a acceder al ámbito digital en gallego. «El objetivo es tener recursos y desarrollar herramientas de alta calidad para el procesamiento automático del gallego tanto oral como escrito. Esto facilitará la creación de productos y servicios finales basados en la lengua gallega por parte de empresas, instituciones y organizaciones, tanto públicas como privadas», explican. Además, apuntan que también han elaborado materiales para los cursos
“El Estatuto es papel mojado”
Carlos Callón, en cambio, alerta de la caída del número de hablantes provocada por las medidas de la Xunta. Se pregunta cómo puede ser que «la caída más grande de hablantes de la historia» se haya producido ahora que hay un Estatuto que reconoce el gallego y que marca la obligación de las administraciones públicas de promover su uso. “En realidad el Estatuto es papel mojado y las administraciones no cumplen, mantienen la inercia de siglos de represión”, denuncia.
“Hay violencia física escolar documentada desde la primera mitad del siglo XVI hasta los años 80. Son demasiados años sembrando autodesprecio, y las autoridades, en vez de decir a la gente que se tiene que sentir orgullosa del gallego dificultan el conocimiento de nuestra propia historia”, remacha el lingüista, que cree que para salir de esta situación hace falta la implicación del movimiento social y de las autoridades. “Tenemos que andar con dos piernas: que continúe el movimiento social fuerte que tenemos a pesar de los ataques y que las instituciones acompañen”, asegura.
Callón cree que el BNG tiene que asumir la responsabilidad de gobierno como primer paso para este cambio, porque considera que los procesos de recuperación de las lenguas no pasan únicamente por las políticas lingüísticas. “Tiene que ir acompañado por un proceso de soberanía, porque cuanto más hay más se utiliza la lengua y más proyección de futuro tiene”, concluye.

Las campañas en marcha para mejorar la salud del gallego
Maceira comparte el discurso de Callón, pero mientras la situación no cambie trabaja desde A Mesa para mejorar la salud del gallego. En este sentido, tienen varias campañas, una de las cuales va dirigida a las empresas para promover el uso del gallego en el sistema productivo y la atención al público que se denomina Abertos a o Galego. Por otro lado está la campaña Familias polo Galego la entidad trabaja para promover el uso del gallego en las escuelas y hacer presión por la lengua. La más exitosa, no obstante, ha sido Xabarín, la iniciativa que busca la creación de una plataforma audiovisual infantil en gallego. La entidad recogió 33.000 firmas para llevar al Parlamento gallego y se aprobó por unanimidad sacar adelante la plataforma, que está a punto de hacerse realidad. A Mesa tiene muchas esperanzas depositadas en esta plataforma: “Los niños tienen que poder crecer en gallego y este es un primer paso”.
