Lo gobierno catalán ha declarado la preemergencia por sequía este martes al sistema Ter-Llobregat, que reúne unos seis millones de personas, y ha anunciado una serie de medidas restrictivas de uso de agua con una limitación del consumo de agua por habitante y día. Se trata de un estadio de transición entre el actual estado de excepcionalidad y el de emergencia que permitirá intensificar algunas medidas para forzar la reducción de los consumos de agua ante la carencia de lluvias que afecta todo el territorio que ha dejado los embalses al límite. Concretamente, este estado previo a la fase de emergencia afectará 202 municipios de 14 comarcas, entre estos hay la ciudad de Barcelona y su área metropolitana y Girona.
El anuncio lo ha hecho el consejero de Acción Climática, David Mascort, durante la rueda de prensa posterior al Consejo Ejecutivo de este martes, después de que esta mañana se haya reunido también la Comisión Interdepartamental de Sequía. Mascort ha detallado que la activación de la preemergencia pretende «alejar la puesta en marcha de restricciones más críticas», que tienen un impacto directo sobre la vida de las personas y en la economía del país. «Estamos en una emergencia nacional», ha dicho Mascort, y ha hecho un llamamiento a la ciudadanía y el tejido empresarial a ponerse «en modo emergencia».
Todas las restricciones para combatir la sequía
Una de las medidas más destacadas que se ha anunciado hoy es la restricción de los volúmenes totales de agua que entren a los depósitos municipales para el abastecimiento de la población. Estos no podrán superar los 210 litros por habitante y día, incluidas las actividades económicas y comerciales. También se prohíbe el riego de césped en todos los casos, excepto en superficies destinadas a la práctica federada del deporte, donde el riego se puede mantener con la mitad de la dotación establecida hasta ahora hasta con un máximo de 200 m³/ha/mes. En cambio, se permitirá el de supervivencia para el arbolado, con la mínima cantidad de agua indispensable, de 20 a 8 horas, y solo mediante riego gota a gota o regadera.

Las piscinas privadas de uso individual o unifamiliar continuarán sin poder llenarse, ni las que no tengan sistemas de recirculación de agua. En este sentido, el Gobierno ha remarcado que «solo se permitirá el rellenado parcial o primer llenado de piscinas de uso público en las cantidades indispensables para garantizar la calidad sanitaria del agua». Así mismo, se prohíbe la limpieza con agua potable de calles, alcantarillado, pavimentos, fachadas y similares, sean públicos o particulares, excepto si es resultado de un accidente o de un incendio, o bien existe un riesgo sanitario o un riesgo en la seguridad viaria.
También limita la limpieza de los vehículos, que solo se podrán lavar en establecimientos comerciales dedicados a esta actividad, que cuentan con sistemas de recirculación del agua, salvo los casos de necesidad para mantener la seguridad y salud de las personas y de los animales. Finalmente, queda prohibido el llenado total o parcial de fuentes ornamentales, lagos artificiales y otros elementos de uso estético del agua, excepto lagos artificiales que hagan de apoyo vital de vida acuática, donde se permite el mínimo uso del agua imprescindible por su mantenimiento.
El gobierno catalán se prepara para llevar agua con barcos
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, avanzó ayer en una entrevista en TV3 que su ejecutivo está preparado por si hay que llevar agua con barcos. El titular de Acción Climática, por su parte, ha añadido en la rueda de prensa de este martes que «el Gobierno estudia todos los escenarios y estamos preparados también por si hay que llevar agua con barcos».

Así mismo, David Mascort ha explicado que la Generalitat trabaja con el Puerto de Barcelona para recibir barcos con agua ante la situación de sequía en Cataluña y ya han empezado las obras de adecuación de las infraestructuras, que durarán entre dos y tres meses y tendrán un coste de 4 millones de euros.
«La sequía más extrema desde 1915»
El director de la Agencia Catalana del Agua (ACA), Samuel Reyes, aseguró la semana pasada que «es la sequía más extrema desde 1915» tanto por la duración, desde hace 36 meses; la intensidad, con lluvias por debajo de la media; y la superficie afectada, que es gran parte de Cataluña. En efecto, la magnitud de los déficits de precipitación, la extensión de las zonas afectadas y la duración del fenómeno hacen que se supere el precedente más extremo, la sequía de los años 2005-2008.
Según datos del Servicio Meteorológico de Cataluña (SMC), la racha seca acumula ya 31 meses -en la sequía del 2008 fueron 19-, y el 50% del territorio catalán se ha visto afectado de manera persistente, con un déficit global de precipitación de 446 mm. Para volver a una situación de normalidad, según apuntó el Meteocat la semana pasada, haría falta una precipitación equivalente a la lluvia que cae de media en Barcelona en todo un año. A esta situación hay que sumar que las previsiones no prevén ningún episodio de lluvia abundante en el corto y mediano plazo.