La comprensión lectora es cada vez peor en los estudiantes catalanes. Según los últimos datos del informe PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study, en las siglas en inglés), el alumnado catalán de cuarto de primaria está casi un curso por detrás del madrileño o el asturiano en cuanto a la comprensión lectora. Una vez hechos públicos estos datos, que sitúan a los estudiantes catalanes como los terceros del estado por la cola, ha empezado un debate sobre el modelo de enseñanza y las causas de este fracaso en la comprensión lectora. Los expertos consultados por El Món tienen opiniones muy divergentes en cuanto a la influencia de las pantallas y encuentran varios factores entre las causas de este descalabro en la comprensión lectora de los jóvenes.
La polarización entre la educación tradicional y la posmoderna
El lingüista Gerard Furest cree que, entre las posibles causas del bajo nivel de comprensión lectora de los alumnos catalanes, la más destacada es que en Cataluña no hay consenso sobre qué tiene que priorizar el sistema educativo. “Hay una gran polarización ideológica y pedagógica entre quienes volverían al sistema memorístico, analógico y de autoridad, y quienes defienden la pedagogía
“Mucha gente que defiende esta pedagogía, y que quiere que todo se haga por proyectos y de forma transversal y abominan del conocimiento memorístico, no ha pisado nunca una aula”, asegura Furest. El lingüista, además, subraya que este modelo de aprendizaje, que podría estar detrás del fracaso en comprensión lectora, “está bien visto por las clases altas y medianas que se pueden permitir el lujo de malcriar a sus hijos, pero no tiene buena acogida entre las clases populares”. Estas, añade, “necesitan una buena educación para que sus hijos tengan oportunidades”. “Lo que estaba pensado para ayudar la gente con dificultades acaba siendo bueno solo para quien tiene la vida solucionada”, espeta.
Maestros que no leen
Otro factor clave, según Furest, es que los maestros no tienen suficiente formación en lengua. “Hay un nivel bajísimo de escritura y lectura entre los maestros. Muchos de ellos dicen que no les gusta leer”, lamenta el lingüista. Los maestros son referentes para los más pequeños, por lo que “si los referentes fallan, los alumnos también y entre todos alimentan el bajo nivel”. Esto también es aplicable a los padres, que cada vez tienen menos costumbre de leer.

Los recién llegados que todavía no han tenido tiempo de aprender catalán bajan la media
Ahora bien, Furest destaca que “no todo se debe a que en Cataluña lo hacemos todo mal” y se tienen que tener en cuenta factores sociológicos para explicar esta diferencia de niveles entre, por ejemplo, Asturias y Cataluña. Asturias es una de las comunidades con más nivel de comprensión lectora y esto se explica, en parte, porque recibe muchos menos recién llegados que Cataluña. “Aquí llegan muchos niños a medio curso y cuando hacen las pruebas todavía no han tenido tiempo de alcanzar las destrezas lingüísticas. En Asturias la realidad sociológica y lingüística es otra”, explica el experto.
El coordinador de FP de la UGT, Jesús Martín, que recibe las quejas de los directores de institutos sobre el bajo nivel de sus alumnos, coincide en que buena parte de la culpa la tiene la segregación, que no se ha revertido en las últimas décadas. “Hay centros que son guetos, los de alta complejidad, y sumados a la elevada ratio de alumnas del sistema, han perjudicado la enseñanza”, explica, y advierte que Cataluña tiene un grave problema de “masificación” de los centros.
Detractores y defensores de las pantallas
“La demonización del papel y la apuesta exagerada por las pantallas también ha contribuido al bajo nivel de comprensión lectora”, argumenta Furest, que recuerda que los jefes de Silicon Valley llevan sus hijos a escuelas de aprendizaje tradicional.
La psicopedagoga Sylvie Pérez, en cambio, discrepa de esta conclusión. “Está surgiendo una oposición muy reaccionaria a las pantallas, pero hay que recordar que no es un todo o nada. Enseguida se ha dicho que el problema es que se utilizan tabletas a clase, pero irónicamente quién lo dice lo hace también a través de pantallas”, razona. En este sentido, cree que culpar las pantallas de los males resultados en comprensión lectora es “excesivo”.
Sobre una de las noticias que más se ha difundido desde que se conocieron los resultados del informe PIRLS, que Suecia estaba dando marcha atrás en la digitalización del aprendizaje, Pérez asegura que el país nórdico “solo deja en suspenso el despliegue digital para reflexionar, pero no saca el que ya se había implantado”. “No todo es culpa de la pantalla, sino del uso que le damos”, insiste.

Martín cree que Suecia “ha hecho bien al pararse con la digitalización” porque “el error es pensar que las tabletas son el único que se tiene que usar”. “Tendrían que ser un recurso más, pero por populismo los gobiernos han echado por este modelo sin tener en cuenta qué impacto puede tener en la población”, razona.
Una sociedad muy pendiente de las imágenes que arrincona la palabra
La psicopedagoga cree que para mejorar los niveles de comprensión lectora primeramente hace falta que haya una buena implementación de la lectura. “Se está tardando mucho a automatizar la lectura en los niños, es decir, que los está costando aprender a leer automáticamente. Esto hace difícil que entiendan el que leen porque están concentrados a dar sentido en las letras”, explica la experta. A esto se suman los crecientes problemas de atención y de concentración, que pueden estar ligados al hecho que pasan demasiado tiempo ante pantallas cuando están en casa.
“Nuestro mundo se ha vuelto muy visual, lo basa todo en la imagen y hay poco texto. Nos hemos creído aquello que dicen que una imagen vale más que mil palabras”, lamenta Pérez, que cree que “hemos perdido el poder de la palabra”. “Realmente la gente está necesitando leer? Si la respuesta es ‘no’, esto es precisamente el que tenemos que revertir”, apunta.
Más bibliotecas escolares para promover el gusto por la lectura
Tanto el lingüista como la pedagoga coinciden en la carencia de bibliotecas escolares para promover el gusto por la lectura. “Faltan muchas y la mayoría de las que hay no están muy dotadas ni tienen suficientes recursos”, denuncia Furest. Cree que la figura de la bibliotecaria escolar tendría que ser como la de un librero que vende productos que puedan atraer los alumnos. “Hay que hacerlos coger el gusto por la lectura para que haya mejor comprensión lectora, puesto que las cosas se hacen bien a copia de practicarlas”, apunta el lingüista.
Pérez cree que ir a buscar un libro nuevo y poder comentar la lectura revertiría los malos datos del informe PIRLS, que muestra que a un 56% de los niños no los gusta leer. “Nos tenemos que creer que hay que leer para comprender el mundo y trabajar el lenguaje para que los niños, además de entender lo que leen, puedan explicarlo bien”, razona la experta. Cree que es clave promover la cultura de la palabra para combatir la cultura de la imagen instaurada en el mundo.
Por su parte, Jesús Martín es partidario de la innovación pedagógica, pero insiste que hace falta que sea “pactada y no impuesta desde arriba”. “Los cambios los tienen que acordar la comunidad educativa y los claustros de profesorado”, apunta Martín.