El currículo del bachillerato se ha convertido en un gran problema para la consejería de Educación, dirigida por la consejera Esther Niubó. Desde el mes de diciembre, la ordenación de las asignaturas de la secundaria postobligatoria ha sido uno de los principales focos de debate entre la comunidad educativa que, tal como ya ocurrió en la época del exconsejero Josep González Cambray, se ha vuelto a unir en bloque para protestar contra las políticas del Gobierno. De hecho, la plataforma Ciencias en Peligro -la entidad que ha liderado la batalla contra los cambios en el bachillerato-, conjuntamente con sindicatos de profesorado, sindicatos de estudiantes, asociaciones estudiantiles, facultades de ciencias, sociedades y asociaciones científicas, asociaciones de familias y otras entidades de la comunidad educativa, han convocado una manifestación unitaria el miércoles 9 de abril a las puertas de la sede del Palau de la Generalitat.

Tras meses de negociaciones y un tira y afloja constante entre los responsables de la cartera de enseñanza y la comunidad educativa, el nuevo currículo de bachillerato comienza a estar definido. A estas alturas, según confirman fuentes del Departamento de Educación a El Món, de cara al curso 2026/27 se fusionarán las materias de física y química -que se agruparán en una sola asignatura-, y las de geología, biología y ciencias ambientales. Todo ello, pues, conllevará una reducción de horas de las materias científicas, las cuales se complementarán, según la propuesta actual de la consejería, con asignaturas optativas en las que se profundizarán los contenidos de esta rama. El objetivo de este nuevo planteamiento curricular -que ha ido cambiando desde que la consejera anunció los primeros cambios-, según detallan fuentes de la consejería, es modificar «lo mínimo posible» el currículo actual en el proceso de ajustarlo «a la normativa» española existente.

La consejera de Educación, Esther Niubó, en la llegada al pleno en el Parlamento en una imagen de archivo / David Zorrakino (Europa Press)

El requerimiento de la Moncloa, detonante de la polémica

La polémica en el bachillerato se desencadenó el pasado 16 de diciembre, momento en que la consejería comunicó a las direcciones de todos los centros educativos de esta etapa de la enseñanza que se introducirían cambios en el currículo de bachillerato. Era el efecto directo de un requerimiento del ministerio que encabeza Pilar Alegría, que alertó al departamento de Niubó que la ordenación de las asignaturas actual no cumplía con la ley estatal LOMLOE, conocida como Ley Celaá y aprobada el 19 de noviembre de 2020 en el Congreso, gracias a los votos de PSOE y Sumar –las dos formaciones que la habían impulsado– y con el apoyo de ERC y la abstención de Junts. A raíz de esta reclamación del gobierno español, la cartera de enseñanza de la Generalitat articuló una propuesta que, de entrada, estipulaba que las materias de modalidad de literatura castellana y literatura catalana de segundo de bachillerato, de la vía de humanidades y ciencias sociales, pasarían a ser optativas. En esta línea, la propuesta inicial también fijaba que, en la rama de ciencias, se agruparían en una sola asignatura biología, geología y ciencias ambientales –que hasta ahora eran tres asignaturas separadas- y también se fusionarían física y química en primero de bachillerato. Desde la primera propuesta, sin embargo, se han producido varios cambios significativos en el futuro del bachillerato.

La literatura, primera victoria de la comunidad educativa

La primera propuesta de la consejería de Educación generó un fuerte revuelo entre la comunidad educativa, especialmente por el trato que planteaba sobre las materias de literatura. Al día siguiente del anuncio, debido a las fuertes y sonoras quejas de los docentes, la responsable de la cartera se vio obligada a dar marcha atrás y anunció en rueda de prensa -convocada apresuradamente- que se mantendría la literatura, tanto la catalana como la castellana, como materias obligatorias en segundo de bachillerato: «Este Gobierno tiene una línea roja muy clara, que es la literatura«, aseguró la titular de la cartera. Esta, pues, fue la primera victoria de la comunidad educativa en la crisis por los cambios en el bachillerato. Ahora bien, las «idas y venidas» de la consejería con el currículo de la secundaria postobligatoria también inició una batalla política, con la oposición unida en bloque para reclamar una rectificación inmediata de los cambios en bachillerato planteados.

A la batalla por preservar la literatura se sumó la batalla por defender las ciencias. Para intentar tranquilizar a la comunidad docente y científica, la consejera se reunió a lo largo de todo el jueves 9 de enero con representantes de las direcciones de centro, la Inspección educativa y las organizaciones de profesionales para consensuar una nueva propuesta de currículo: «Queremos adecuar el currículo a la normativa [española]. Y esto lo tenemos que hacer, primero, garantizando la preservación de la singularidad cultural y lingüística de Cataluña, y, por otro lado, utilizar el cambio normativo para reforzar las materias científicas«, argumentaba la titular de la cartera en una entrevista a Catalunya Ràdio a media mañana, durante la jornada de reuniones -unas declaraciones que también enfurecieron a parte de la comunidad educativa, ya que consideraban que las negociaciones todavía no habían finalizado.

Imagen de archivo de varios estudiantes en un examen de selectividad / Europa Press

La batalla por las ciencias en bachillerato

En estas reuniones la consejería apostó por mantener la fusión de las materias de la especificidad científica, pero también abrió la puerta a “reforzar las materias de modalidad”. Es decir, incrementar el número de horas semanales de las asignaturas obligatorias -como por ejemplo, matemáticas- y las de los itinerarios especializados -como ahora física en caso de la modalidad científica. Esta segunda propuesta de la consejería, sin embargo, continuó resquebrajando la confianza de la comunidad docente, que sigue percibiendo el planteamiento del gobierno de Salvador Illa como un ataque a la calidad de las ciencias en la enseñanza: «Insistir en la fusión de las materias de biología y geología y ciencias ambientales y de física y química supone una pérdida de dotación horaria de una hora semanal para cada una de las materias específicas del ámbito científico«, argumentaban desde la plataforma Ciencias en Peligro a través de un comunicado.

Para complementar las horas de ciencias que se pierden con la fusión, la consejería plantea crear unas asignaturas optativas que permitan a los estudiantes profundizar en los conocimientos de la rama científica. De hecho, defiende que «no se perderán horas» de las materias de ciencias, ya que las optativas serán «altamente recomendables». Una idea, sin embargo, que tampoco convence a la comunidad educativa, porque consideran que crea desigualdades entre los centros porque la creación de estas materias depende de la voluntad y los recursos de cada dirección. Al malestar de los docentes de ciencias se ha ido sumando la presión sindical, ya que en los últimos meses todas las organizaciones de trabajadores del sector se han unido para reclamar que se reviertan los cambios anunciados. De hecho, todos los sindicatos de docentes, desde USTEC -la organización mayoritaria del sector- hasta la Intersindical, pasando por la CGT, el sindicato de profesores de secundaria ASPEPC, la UGT o CCOO se han sumado a la gran manifestación unitaria del miércoles 9 de abril.

A la unión sindical también se añade un frente común sin precedentes de colectivos de docentes de lenguas catalana y castellana, física, química, biología, geología y filosofía, que reclaman al ejecutivo catalán que ponga en marcha una «mesa de negociación» para definir el nuevo currículo de bachillerato. De hecho, en rueda de prensa, los colectivos docentes, agrupados en cuatro grandes organizaciones, subrayaron que es la primera vez «en la historia educativa del país» que hay una unión de profesorado de este tipo: «La calidad del bachillerato no se puede ver comprometida por reformas hechas sin consultar a las partes implicadas y desconectadas de las etapas educativas anteriores como ahora la ESO», argumentan. De momento, sin embargo, mientras la oposición política y la sociedad civil reclama que se reviertan los cambios planteados en la secundaria postobligatoria, la consejera de Educación sigue defendiendo su propuesta de fusionar las materias científicas como la mejor opción para adaptar el currículo a la normativa española vigente.

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