Los malos resultados de las últimas pruebas del Estudio Internacional de Tendencias Matemáticas y Ciencias (TIMSS), en el que los alumnos catalanes se sitúan a la cola de Europa en nivel de matemáticas, y las recientes políticas del Departamento de Educación -tanto las de la exconsejera Anna Simó como los primeros pasos de la nueva consejera, Esther Niubó- han puesto a la comunidad educativa en alerta. Tras un análisis del escenario educativo catalán, la Fundación Bofill, la entidad especializada en políticas educativas contra la desigualdad, ha redefinido sus prioridades y ha articulado un conjunto de propuestas para paliar las carencias de la escuela catalana y revertir el retroceso del nivel de los estudiantes, especialmente en lengua catalana y matemáticas.
En la presentación del Anuario 2024 de la entidad, dirigido por Margarita León y Bernat Albaigés, la Fundación Bofill plantea varias propuestas para hacer frente a las problemáticas actuales. En primer lugar, la organización considera que «financiar los centros en función de sus necesidades», es decir, reformular el sistema de financiación para repartirlo de manera «equitativa» en relación con la complejidad de cada escuela o instituto, es una buena manera de redistribuir los recursos de educación y atacar las problemáticas de raíz. En esta misma línea, también proponen «garantizar una dotación mínima de cinco profesionales de atención social, psicopedagógica y de salud en la plantilla de los centros de mayor complejidad». Concretamente, la Bofill propone incorporar a las plantillas de docentes dos trabajadores o educadores sociales, un psicólogo, un tutor de acogida y un administrativo.

Agrupaciones reducidas para matemáticas
Por otro lado, una de las principales preocupaciones de la comunidad educativa es mejorar los resultados del alumnado en matemáticas -una de las materias donde ha caído más el nivel en las últimas pruebas, tanto en las internacionales como en las competencias básicas. Es por este motivo que la entidad plantea crear «agrupaciones reducidas en matemáticas para personalizar los aprendizajes y recuperar los resultados educativos»: «El 80% de las horas de matemáticas en la ESO deberían realizarse en grupos de trabajo de máximo 10 alumnos». En esta misma línea, teniendo en cuenta que otra de las materias en la que ha bajado más el nivel es la lengua catalana, desde la Fundación Bofill también proponen «ampliar las aulas de acogida en primaria y secundaria como espacio de aceleración lingüística, aprendizaje y bienestar emocional».

Cambios estructurales en el sistema
Desde la entidad especializada en políticas educativas consideran que, para paliar las carencias de la escuela catalana, también se necesitan modificaciones estructurales del sistema. En este sentido, proponen crear «un pacto nacional para la universalización de la educación» como medida para crear nuevas plazas en los primeros cursos de infantil -los previos a la educación obligatoria-, «avanzar hacia la universalización del comedor escolar y la inclusión del tiempo de mediodía en la jornada educativa» y crear «una política de gratuidad y universalización de las actividades extraescolares».