La comprensión lectora es uno de los principales lastres del sistema educativo catalán. Desde hace quince años, los estudiantes del país arrastran carencias en este aspecto de la enseñanza, algo que ha quedado demostrado, una vez más, en las últimas pruebas internacionales -como las PISA o las PIRLS– y las competencias básicas, motivo por el cual el Departamento de Educación, en manos de la consejera Esther Niubó, se ha fijado como principal objetivo revertir esta tendencia. Para paliar esta carencia y mejorar los resultados académicos de los estudiantes, la Fundación Bofill ha articulado un plan con siete medidas para potenciar de nuevo la comprensión lectora del alumnado y situarla por encima de la media europea: «La falta de comprensión lectora afecta toda la trayectoria académica de los estudiantes», ha señalado el presidente de la fundación, Ismael Palacín, en rueda de prensa, en la cual ha cargado contra la administración catalana por las medidas para combatir las carencias en este aspecto: «No se ha hecho nada con profundidad. Se ha hecho simulación política», ha remachado Palacín.

El gobierno de Salvador Illa se ha fijado como prioridad para esta legislatura mejorar los resultados de los estudiantes. Un objetivo a corto plazo que no se puede combatir sin un incremento de la inversión educativa, según la Fundación Bofill. En detalle, en un plazo de seis años, según estipulan desde la entidad, la administración catalana debería invertir 27 millones de euros más de manera «sostenida»: «Invertir en competencia lectora es, en realidad, invertir en equidad, cohesión y progreso», argumenta una de las autoras del estudio, la doctora en lingüística Anna Llauradó. Desde la Fundación Bofill mantienen que, hasta ahora, los diferentes responsables de la administración catalana han impulsado medidas para mejorar algunos aspectos concretos relacionados con la comprensión lectora de los alumnos, pero no medidas «sistémicas», lo cual no es suficiente: «Queremos ver a corto plazo un plan sistémico que no sea un gesto», exclama el presidente de la Fundación Bofill. «Hacer al menos una cosa bien hecha, que no sean parches», añade la directora de investigación de la entidad, Mònica Nadal.

Varias niñas con mochilas a la salida de la escuela Pia Balmes / David Zorrakino (Europa Press)

Las propuestas de la Fundación Bofill

En primer lugar, desde la entidad de pedagogos de Cataluña consideran que es necesario reajustar el currículo educativo a las «evidencias científicas», ya que los currículos actuales no son «lo suficientemente claros y concretos»: «Ni especifican claramente cuáles son las habilidades que se deben desarrollar para aprender a leer, ni explican de manera clara cómo se deben enseñar para alcanzar los niveles adecuados», argumenta Anna Llauradó. «En infantil es excesivamente suave», añade. En esta línea, desde la Fundación Bofill también creen que se deben reformular las pruebas de evaluación -es decir, las competencias básicas, entre otras. La entidad apunta que se debe crear una «prueba centrada en habilidades de descodificación y fluidez» para los alumnos de segundo de primaria y, además, «reformular» las competencias básicas para que «incluyan varios tipos de textos [es decir, narrativos, expositivos y funcionales]».

Desde la Fundación Bofill sitúan otra de las prioridades en impulsar un nuevo «plan de bibliotecas escolares» para todos los centros del país, ya que en los últimos años han perdido peso dentro del sistema educativo: «Las bibliotecas escolares, bien dotadas, con profesionales formados y proyectos activos, son claves para fomentar el hábito lector y garantizar el acceso a una gran variedad de textos», apuntan desde la entidad pedagógica. De hecho, según los datos, en el año 2015 un 81,2% de los centros públicos tenían una biblioteca escolar, mientras que una década más tarde la cifra cae hasta el 72,5%. Además, también apuntan que las horas de apertura en horario lectivo con atención del equipo de bibliotecas han disminuido significativamente, de 14,5 horas semanales en 2015 hasta 5,4 horas semanales en este 2025. «No basta con tener la biblioteca llena de libros. Necesitamos medidas estructurales», asevera Francesc Martín, maestro y director de la escuela Sant Jordi de Vilanova i la Geltrú y colaborador del estudio. En este sentido, pues, desde la Fundación Bofill proponen «liberar un mínimo de seis horas semanales de uno de sus docentes durante diez años» para que se puedan dedicar a la biblioteca escolar.

La consejera de Educación, Esther Niubó, durante un pleno en el Parlamento de Cataluña en una imagen de archivo / David Zorrakino (Europa Press)

Mejorar la formación del profesorado

También plantean crear un «programa de acompañamiento intensivo» para todos los centros que permita dotar de más recursos -económicos y temporales- a los docentes para mejorar en este aspecto: «Las políticas educativas son necesarias, pero, por sí solas, serán insuficientes porque deben trasladarse a la práctica por los docentes, quienes van muy sobrecargados de trabajo», añade la autora del informe. Para la Fundación Bofill, paliar las carencias en comprensión lectora también conlleva actuar sobre las facultades de maestros, ya que consideran que se plantea la profesión desde un punto de vista demasiado enfocado a los «cuidados», pero no tanto a las «evidencias científicas»: «Esto limita de manera importante su capacidad de hacer un desarrollo profesional riguroso y autónomo», argumenta Llauradó.

Para hacerlo, pues, desde la fundación consideran fundamental «invertir más en formación inicial y permanente del profesorado», ya que remarcan que «aprender a enseñar a leer es una tarea compleja»: «Sin una formación de calidad y mejorada no es posible que los docentes en conjunto puedan desarrollar unas prácticas educativas que garanticen buenos resultados y se puedan aplicar en diferentes contextos», argumentan desde la Bofill. Teniendo en cuenta esta situación, pues, desde la entidad proponen «incrementar el número de créditos obligatorios dedicados a la lectura», elaborar un «catálogo de formación permanente en comprensión lectora», y, por último, «incorporar docentes especializados en lectura» a los centros educativos del país.

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