“Estoy desanimada y no tengo fuerzas para volver a dar clases”. Esta es la situación actual de Júlia, una profesora de Vilanova i la Geltrú que en el segundo año en un instituto de esta población ha tenido que pedir la baja por estrés. Es la situación de Júlia, pero también lo es de otros muchos docentes. De hecho, el informe El profesorado en España 2023, de la entidad Educo, y el capítulo dedicado al Estado español del Barómetro Internacional de la Salud y el Bienestar del Personal de la Educación, de la entidad francesa Réseau Éducation et Solidarité, apuntan que un 40% de los profesionales de la educación han sufrido ansiedad, depresión y agotamiento físico y mental mientras desarrollaban su trabajo y que el mismo porcentaje ha perdido la ilusión por su trabajo. En el caso de Júlia, la gota que hizo derramar el vaso de su paciencia fue un incidente con un alumno que la amenazó. Y se queja de que le faltó apoyo de la dirección del centro. 

“Empecé con mucha ilusión, pero este curso en segundo de ESO hay una promoción muy complicada, con alumnos muy difíciles. Un día, a las ocho de la mañana, uno de ellos decidió cambiarse de lugar y no me obedeció cuando le dije que tenía que sentarse en su silla. Tampoco obedeció a otro profesor que vino y decidí negarme a continuar la clase. Entonces me amenazó con partirme la cara”, explica Júlia en conversación con El Món. El episodio de violencia no acabó aquí, el alumno le dio un puñetazo al armario: “Creo que lo hizo para no dármelo a mí”

No era la primera vez que este alumno amenazaba y desafiaba a la profesora, pero la falta de apoyo de la dirección y un mal momento personal hicieron que Júlia decidiera dejarlo temporalmente. “La dirección me trasladó que los alumnos de cuarto de ESO se habían quejado de mi trato hacia ellos y entonces pensé: ¿tengo que aguantar amenazas de los alumnos y la desconfianza de la dirección? ¡No!”, explica.  

Malas condiciones laborales que llevan a los profesores al límite

Júlia atribuye el problema conductual de los alumnos a la falta de recursos para atenderlos. “Tenemos clases con más de 25 alumnos, no hay suficiente sitio en el laboratorio, hay estudiantes muy conflictivos y las direcciones no nos apoyan”, critica. Además, explica que en su caso el incidente con el alumno coincidió con el caso del niño de Jerez que va apuñaló a tres profesores y dos alumnos con un cuchillo, cosa que la atemorizó todavía más. “Creía que no pasaría, pero nunca se sabe y un poco de miedo tuve”, añade. 

Esta profesora cree que la docencia es un trabajo “para el que tienes que estar al 100%”, por lo cual no está lista para volver. “Estoy desanimada y no tengo fuerzas. Ahora mismo hay situaciones muy difíciles que los profesores tenemos que superar sin mucho apoyo y no estoy preparada”, concluye. 

Una aula vacía / Pixabay
Una aula vacía / Pixabay

En este sentido, el coordinador de FP de la UGT, Jesús Martín, asegura que los profesores se sienten “impotentes” a la hora de gestionar el mal comportamiento del alumnado en el aula por la falta de recursos. “Es un problema generalizado en los centros de complejidad media y alta, que son los lugares donde hay más segregación. Además, las aulas están masificadas y esto no ayuda”, explica antes de añadir que esto se debe a la “planificación inadecuada” del Departamento de Educación. 

La consellería, en cambio, responde a preguntas de este diario que el abandono escolar se ha reducido a la mitad en los últimos quince años y esto ha causado que haya más complejidad a gestionar dentro de las aulas. Educación insiste en que los recursos han incrementado, pero que la situación es compleja porque los alumnos conflictivos que antes lo habrían dejado ahora se mantienen en el sistema.

Además, las fuentes de la consellería aseguran que el ‘burnout’ de los docentes es «una gran preocupación a escala global» y no solo en nuestro país, y que la misma UNESCO advierte de que revertirlo tiene que ser una de las cinco grandes prioridades del sistema educativo. Aseguran que la carencia de docentes no es única de Cataluña, sino que se está produciendo en todo el mundo y que los efectos empiezan a notarse aquí, donde faltan profesores de catalán, matemáticas e informática.

Falta de recursos para combatir la carencia de disciplina

“Hay un grave problema con la disciplina que acaba en lo que denominamos objetores de docencia, los profesores que abandonan el sistema”, continúa Martín, que advierte que la única solución es aportar más recursos. “La ley dice que se tiene que destinar un 6% a educación y actualmente no estamos ni en la mitad”, denuncia. En este sentido, la consellería asegura que ya está aportando más recursos para trabajar mejor esta problemática, pero advierte que la situación «no cambiará de repente» por más que ya se estén aplicando soluciones.

La portavoz de CCOO para el sector educativo, Teresa Esperabé, coincide en que la falta de recursos y la infrafinanciación están detrás de este problema. “En las aulas no hay suficiente apoyo para asegurar un clima de trabajo y de respeto y en esta situación, sumada a las ratios elevadas, con clases de más de treinta alumnos, es imposible dar clase”, explica.  

También tiene que ver el hecho de que, con el decreto de la escuela inclusiva, los alumnos que antes iban a una escuela especial ahora van a la ordinaria. “Así es como debe ser, pero sin poderles dar la atención especializada que necesitan por falta de recursos los profesores no pueden hacer su trabajo”, avisa Esperabé. 

Por su parte, el responsable de la UGT insiste que es la misma consellería la que tiene al profesorado quemado porque “cada día le pide más acciones” y algunas “ultrapasan lo que es estrictamente pedagógico y didáctico”. “Los docentes asumen tareas impropias y un volumen enorme de burocracia”, concluye. Esta preocupación también es compartida por la consellería, que está trabajando para reducir la burocracia y compaginar el esfuerzo que la sociedad pide a los centros educativos con la calma que necesitan los docentes para poder enseñar y crear un espacio de trabajo y aprendizaje en el aula.

Poco tiempo de claustro y pérdida de motivación 

Según los sindicatos, el poco tiempo que pasan los docentes en los claustros, un lugar que tendría que ser de debate, también influye en su estado de ánimo. “El tiempo de coordinación no es suficiente y muchos docentes se sienten solos. Hay una falta de democracia en los centros. Antes los claustros eran un espacio de discusión y decisión y todo el mundo se implicaba. Ahora no”, explica la portavoz de CCOO. Considera que los decretos de plantillas, direcciones y de autonomía de centros han puesto la gobernanza únicamente en los equipos directivos y la “falta de implicación” de los docentes los ha desmotivado

“Hay la sensación de poca implicación, de desprotección. Muchos ya no tienen ganas de continuar al sistema”, concluye Esperabé, que grita la administración a resolver estos problemas y destinar el 6% del PIB a educación para revertir la situación. 

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